La del Arca de Noé es una de las historias más conocidas de la Biblia.
En realidad, no es originalmente una leyenda judía, sino que es común a muchas
civilizaciones antiguas. La epopeya asirio-babilónica sobre el rey Gilgamesh,
por ejemplo, escrita alrededor del 2300 a.C., contiene un mito muy similar. La
de Noé es la única historia del Viejo Testamento conmemorada en una moneda
antigua. Se trata de una serie de piezas de bronce de la ciudad de Apamea del
siglo III d.C., muy codiciadas hoy por los coleccionistas de monedas bíblicas.
Judíos en Apamea
Después de su conquista de Siria
en la Quinta Guerra Siríaca (202-198 a.C.), el rey seléucida Antíoco III estableció en Apamea de Frigia (hoy
la ciudad de Dinar en el oeste de Turquía) una colonia militar de soldados
judíos. Los recién llegados se integrarían bien a la ciudad pero sin perder
sus creencias. Conformarían una exitosa comunidad, muy ligada a la actividad
comercial.
Apamea era una ciudad próspera en
la época romana. Era un importante centro en el que se unían muchas rutas
comerciales. Recibía caravanas del este y el sur cargadas con sedas, especias,
incienso, perfumes y otros productos valiosos. La población de la ciudad era
una mezcla cosmopolita de frigios, lidios, capadocios, griegos, judíos y
romanos, todos involucrados en el comercio.
Los colonos judíos identificaron su nuevo hogar con el lugar donde el
Arca de Noé por primera vez había descasado en tierra firme (la
identificación del monte Ararat es muy posterior). Esta tradición sería el
punto de partida para que en el siglo III d.C. la ciudad de Apamea tomara al
arca como motivo para el reverso de sus acuñaciones locales.
Un reverso bíblico
Parece que desde finales del siglo
II d.C. un grupo importante de judíos formaba parte de la elite de Apamea y
ocupaba regularmente altos cargos políticos de la ciudad. Algunos llegaron
incluso a desempeñarse en las magistraturas principales y se decidieron rendir
homenaje a sus raíces religiosas mostrando a Noé y el arca en las monedas de la
ciudad.
Los romanos permitían a las
ciudades del imperio producir sus propias monedas de bronce. Habitualmente, se
colocaba en el anverso el retrato del emperador reinante, mientras que el
reverso era utilizado para temas locales.
El motivo del arca fue acuñado, probablemente de manera intermitente, durante
los reinados de Septimio Severo, Alejandro Severo, Gordiano, Felipe el árabe, y
Treboniano Galo, es decir, durante un período de 61 años. La misma moneda puede
haber sido acuñada también con el retrato de otros emperadores, como Caracalla,
hijo de Septimio Severo, pero éstas no se han descubierto hasta la fecha.
Los reversos son muy interesantes, pues no se limitan a representar
sólo una escena, sino que relatan la parte más importante de la historia. A
la derecha, el Arca se muestra a la deriva en el agua, con Noé y su esposa en
su interior. Por encima se reconoce la paloma que regresa con una pequeña rama
probando la existencia de tierra. A la izquierda, vemos una escena posterior: Noé
y su esposa ya de pie en tierra firme, agradeciendo a Dios por su salvación.
Estas monedas son extremadamente raras, con unos 20 ejemplares
conocidos. La mayoría de los cuales se encuentran muy desgastados y
corroídos, pero alcanzan valores de 10 a 15 mil dólares. Los ejemplares bien
conservados alcanzan valores muchas veces más grandes.
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