La serie de monedas romanas acuñadas por Vespasiano y Tito desde el año 70 para celebrar la reconquista de Jerusalén se encuentra entre las más famosas de la historia y entre las más codiciadas por los coleccionistas de todas las épocas. En esta entrada, ofrezco un análisis general de la historia y características de estas fantásticas piezas, que también se las considera parte de las “monedas bíblicas”.
La Judea romana y la primera revuelta de los 66 al 73 d.C.
Hasta el año 6 d.C., Judea había
sido un reino cliente de los romanos, que conservaba un cierto grado de
autonomía dentro del imperio. Desde ese año, sin embargo, fue transformada en
provincia bajo el mando de un procurador. El dominio romano directo no fue bien
recibido por la población local, recelosa de la creciente influencia pagana de
griegos y romanos en su territorio, pues éstos no respetaban sus preceptos
religiosos tradicionales. Las tensiones se fueron acumulando por décadas hasta
estallar finalmente en el año 66 en una revuelta militar abierta.
Los rebeldes alcanzaron
rápidamente algunos éxitos importantes al derrotar a las guarniciones romanas
de la provincia. Nerón nombró entonces a Vespasiano como comandante en jefe de
las operaciones represivas y, a pesar de la feroz resistencia de los judíos, sus
tropas comenzaron lentamente a recuperar los territorios en manos de los
insurrectos. La victoria romana se retrasaría por la guerra civil del año 69 de
la que Vespasiano emergería como nuevo emperador. Las operaciones siguieron
bajo el mando de su hijo Tito, quien en el año 70 dio el paso decisivo al logar
tomar Jerusalén tras un largo y duro sitio. El combate fue brutal y los romanos
destruyeron durante el saqueo el segundo templo.
Los romanos demorarían todavía
tres años más en destruir los últimos focos de resistencia judía, como la
célebre fortaleza de Masada, que fue el último bastión rebelde en ser
capturado, en el año 73.
Las monedas “Judaea Capta”
Poco después de la captura de
Jerusalén por Tito en el año 70 d.C., su padre realizó una extensa emisión de
monedas celebrando la victoria. Sus motivos pasarían a formar parte del
repertorio numismático habitual de la dinastía Flavia y seguirían siendo
acuñados durante los reinados de Tito y Domiciano, es decir, por un período de
25 años. Los mismos aparecerían en todas las denominaciones romanas de la
época. La revuelta judía había representado un serio desafío al poder imperial
y era por ello esencial para la propaganda romana ilustrar su fracaso. Al mismo
tiempo, estas monedas contribuían a legitimar el poder de la nueva dinastía
Flavia destacando la virtud militar de la familia.
Los elementos más frecuentes en
el diseño del reverso de estas monedas son una palmera y una figura femenina sentada
en actitud de duelo. Se trata de una representación alegórica de Judea, como lo
explicita la leyenda “Iudaea capta”, “Judea conquistada”. Otros motivos
frecuentes que se combinan con éstos en distintas formas son la figura de pie
del emperador victorioso, un prisionero masculino, la diosa Victoria, y un
trofeo romano.
La moneda más común de la serie es un denario de plata, acuñado por Vespasiano, con la representación de Judea llorando sentada a los pies de un trofeo romano, y la leyenda IVDAEA. En otros denarios se encuentran distintas variaciones de este motivo, con una palmera, un cautivo etc. En algunos denarios aparece también la leyenda “Iudaea devicta”, “Judea vencida”.
Las monedas más atractivas de la
serie son, sin duda, los sestercios y ases, que por su tamaño se prestan
especialmente a una representación detallada. En ellos encontramos los motivos
típicos de la serie (Judea, el cautivo, la palmera, la diosa Victoria, el
emperador, etc.) en diversas combinaciones. El sestercio cuya imagen encabeza
esta entrada es uno de los ejemplares mejor conservados que se conozcan.
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