jueves, 12 de julio de 2012

La falsificación de monedas coleccionables, una industria global


La existencia en China de verdaderas industrias destinadas a la producción de falsificaciones de monedas coleccionables no es ninguna novedad. Los chinos las producen en grandes cantidades, pero, ¿cómo llegan esas monedas desde el lejano Oriente a las manos de los coleccionistas de Europa, los EE.UU y el resto del mundo?

Monedas falsas "made in China"


Al igual que la mayoría de los productos industriales que se consumen en el mundo, también las monedas falsas son “made in China”. El número de talleres destinados en ese país a acuñar “réplicas no marcadas” de monedas coleccionables parece ir en constante aumento, al igual que la calidad de sus productos, que en muchos casos pueden engañar incluso a expertos. Los más sofisticados de estos talleres trabajan con cuños grabados a mano o copiados con diversos métodos a partir de monedas originales. En ocasiones, esos cuños han sido adquiridos en el extranjero, como por ejemplo en Bulgaria, país en el que operan numerosos grabadores de gran experiencia.

Los productores chinos venden sus monedas sólo en lotes de grandes cantidades. Muchos lo hacen abiertamente en internet. Para comprobarlo basta con una búsqueda rápida en el portal alibaba.com (un nombre muy apropiado), cuyo objetivo es que clientes de todo el mundo puedan comprar a fabricantes chinos sin tener que viajar a ese país. Encontramos allí varias empresas que ofrecen monedas antiguas en lotes que parten desde las 10.000 piezas.

Un ejemplo es la Quzhou Fake Ancient Coins Factory que, según se informa en alibaba, tiene entre 100 y 200 empleados y puede entregar hasta 1.000.000 de monedas del tipo elegido por mes(!). La calidad de sus productos es variable, un ejemplo es el dracma de Apolonia Póntica cuya imagen podéis ver arriba.

Los distribuidores: organizaciones internacionales


Las falsificaciones chinas son compradas por verdaderas organizaciones delictivas internacionales que las trabajan para mejorar su apariencia y darles un aspecto antiguo simulando pátinas o desgaste. También se falsifican certificados de autenticidad, contenedores plásticos y otros documentos destinados a dotar de credibilidad a cada moneda. Un canal favorito para ingresar buena parte de estas falsificaciones al mercado son los sitios de subastas online, como Ebay y muchos otros semejantes, donde se crean perfiles falsos para engañar a compradores incautos. Otra parte de las falsificaciones (la de mayor calidad) es dispersada en ferias y convenciones numismáticas -mezclada en lotes junto con monedas auténticas- o comercializada en mercadillos y tiendas de coleccionismo. Éstas empiezan a circular y pueden tener una larga carrera antes de ser detectadas.

En estas organizaciones participan personas de diversos países y siempre deben contar con contactos locales en los mercados de destino, los agentes encargados de realizar la dispersión final. El foco de la cobertura mediática del problema de las falsificaciones se coloca a menudo en los fabricantes chinos pero no debemos olvidar que ellos representan sólo una parte del problema y que tenemos a otros participantes mucho más cerca de nosotros.

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