Vista parcial de uno de los enterramientos de Tillia Tepe |
El hallazgo
En la estrecha franja de
tierra a lo largo de las primeras estribaciones del Hindu Kush, en el norte de
Afganistán, se encuentran las imponentes ruinas de Emshi-Tepe, uno de los
centros del antiguo reino Greco-Bactriano y del Imperio Kushan. El paisaje
llano que rodea las ruinas está salpicado de pequeños montículos que son los
restos de antiguos asentamientos en la zona. Uno de esos montículos, ubicado a
unos tres kilómetros de Emshi-Tepe era llamado por los lugareños Tillia-Tepe,
la “Colina Dorada”, y tenía una altura de entre tres y cuatro metros y un
diámetro de 100.
En 1977, este montículo
atrajo la atención de un equipo de arqueólogos soviéticos y afganos, liderado
por el experto Viktor Sarianidi, que estudiaba la región desde 1968. Una
exploración preliminar del sitio reveló la existencia de un templo construido a
finales del segundo milenio a.C., y el equipo se decidió a llevar adelante una
excavación completa en el invierno 1978-79.
Al emprender las tareas, los
investigadores pronto comenzaron a desenterrar grandes cantidades de objetos de
oro que eran el ajuar funerario de siete tumbas, de las que sólo se llegarían a
excavar seis. Una perteneciente a un hombre de unos 30 años y las restantes
cinco a mujeres.
En todos los casos se trata
de enterramientos sencillos e improvisados pero acompañados de un ajuar muy
valioso. Entre los numerosos objetos también se encontraron cinco monedas de diversa
procedencia que permitieron datar los entierros entre aproximadamente los años
100 a.C. y el 100 d.C., unos quinientos años después del abandono del templo,
cuyas ruinas al parecer fueron reutilizadas para servir de mausoleo a una
familia gobernante local en el siglo I d.C.
Las tumbas y su ajuar
De las seis tumbas excavadas,
todas (excepto una que había sido invadida por ratones) habían permanecido
intactas, aunque los propios esqueletos estaban muy mal conservados. Los
difuntos estaban acostados boca arriba, vestidos con ropas ricamente bordadas
en oro y perlas, y decoradas con pequeñas placas de oro. Cada tumba contenía de
2500 a 4000 ornamentos de oro, llegando a un total cercano a 21000.
Entre los muchos objetos
hallados se encuentran grandes collares, pulseras de oro macizo, anillos (a
menudo decorados con piedras preciosas e incrustaciones); hebillas de oro; dagas
y cinturones de oro; placas de oro grabadas; espejos de plata con caracteres
chinos, otros con mango de marfil; piedras grabadas con imágenes de dioses
griegos, etc.
Información sobre un período oscuro
Las tumbas se remontan a un
período oscuro y misterioso de la historia de una región que, en la Antigüedad,
estuvo sujeta a muchas y variadas influencias culturales. A pesar de la escasez
de datos escritos y arqueológicos, se sabe que Bactria fue conquistada por
Alejandro Magno y se convirtió, tras su muerte, en parte del reino seleucida,
luego en un reino independiente greco-bactriano, gobernado por bactrios
helenizados y colonos griegos. Esta fusión de dos culturas diferentes siguió
influenciando el destino posterior de la región durante varios siglos.
Hacia mediados del siglo II a.C., desde las estepas de Asia Central hasta los oasis del sur, las hordas nómadas de la zona comenzaron a presionar al reino greco-bactriano y acabaron finalmente por destruirlo, fundando cinco principados en su territorio. El más conocido de ellos sería el de Kushan. Poco a poco, los nómadas fueron seducidos por la vida urbana y finalmente se volvieron sedentarios.
Hacia mediados del siglo II a.C., desde las estepas de Asia Central hasta los oasis del sur, las hordas nómadas de la zona comenzaron a presionar al reino greco-bactriano y acabaron finalmente por destruirlo, fundando cinco principados en su territorio. El más conocido de ellos sería el de Kushan. Poco a poco, los nómadas fueron seducidos por la vida urbana y finalmente se volvieron sedentarios.
Los hallazgos de Tillia-Tepe
arrojan luz sobre este oscuro período de transición, entre la caída del reino
greco-bactriano y el nacimiento del imperio Kushan.
Las tumbas indican que las
élites de lo que sería Kushan ya habían sido fuertemente influenciadas por la
cultura helénica. Por ejemplo, el descubrimiento de una moneda de plata
colocada entre los dientes de uno de los esqueletos fue interpretado por
Sarianidi como un indicativo de una fuerte influencia de la religión griega (aunque esto es puesto en duda por otros autores). Igualmente,
muchos ornamentos representan deidades del panteón griego y escenas enteras
están inspiradas en la mitología griega. Los diversos objetos presentan también
influencias del arte indio, parto y chino, en una amalgama sumamente original.
Después de dirigir una
confederación de las tribus de Asia Central y derrocar el reino
greco-bactriano, los Kushan se encontraron durante un tiempo sujetos al reino iranio
de Partia; luego, en el siglo II d.C., comenzaron a fundar su propio estado
independiente: el Gran Imperio Kushan. Fue durante este período cuando
aparecieron los primeros signos de un estilo artístico propio, nacido de una
mezcla creativa de tradiciones greco-bactrianas, chinas, indias y persas.
Las monedas
Sólo se encontraron cinco
monedas en el ajuar funerario de dos de las tumbas.
En primer lugar tenemos dos monedas de plata del reino parto de Mitrádates II y de Fraates IV (38-2 a.C.). La última está sobre acuñada en el anverso. Debajo del busto del rey de Partia que mira a la izquierda encontramos, en un pequeño círculo, un soberano con yelmo que mira a la derecha. Este tipo de estampa en las monedas de Fraates pertenece a Sapadphises (o Sapalaises) y es idéntico a la imagen de sus monedas. Se supone que Sapadphises era uno de los gobernantes locales de Bactria occidental que dependía de los partos. Una tercera moneda, en este caso de oro, es una imitación local de otra moneda parta del siglo I a.C.
Una cuarta moneda es un áureo romano del emperador Tiberio, acuñado en Lugdunum en la Galia (16-29 d.C.). Esta moneda viajó miles de kilómetros para terminar en el norte de Afganistán y es una interesante prueba del prestigio que se asignaba a las acuñaciones romanas aun tan lejos de sus dominios.
La quinta es una moneda de oro india datada en el siglo I d.C. Esta última pieza es única y ha atraído especial atención. En el anverso se puede ver a un hombre casi desnudo, a excepción de un clámide helenística y un sombrero semejante al del dios Hermes (Mercurio). Este personaje está inclinado y con sus brazos pone en movimiento una rueda. La leyenda está escrita en karosti y puede traducirse como “El que giró la rueda de la ley".
En primer lugar tenemos dos monedas de plata del reino parto de Mitrádates II y de Fraates IV (38-2 a.C.). La última está sobre acuñada en el anverso. Debajo del busto del rey de Partia que mira a la izquierda encontramos, en un pequeño círculo, un soberano con yelmo que mira a la derecha. Este tipo de estampa en las monedas de Fraates pertenece a Sapadphises (o Sapalaises) y es idéntico a la imagen de sus monedas. Se supone que Sapadphises era uno de los gobernantes locales de Bactria occidental que dependía de los partos. Una tercera moneda, en este caso de oro, es una imitación local de otra moneda parta del siglo I a.C.
Una cuarta moneda es un áureo romano del emperador Tiberio, acuñado en Lugdunum en la Galia (16-29 d.C.). Esta moneda viajó miles de kilómetros para terminar en el norte de Afganistán y es una interesante prueba del prestigio que se asignaba a las acuñaciones romanas aun tan lejos de sus dominios.
La quinta es una moneda de oro india datada en el siglo I d.C. Esta última pieza es única y ha atraído especial atención. En el anverso se puede ver a un hombre casi desnudo, a excepción de un clámide helenística y un sombrero semejante al del dios Hermes (Mercurio). Este personaje está inclinado y con sus brazos pone en movimiento una rueda. La leyenda está escrita en karosti y puede traducirse como “El que giró la rueda de la ley".
La figura ha sido
identificada alternativamente como Zeus, Heracles o, más comúnmente, como Buda. En
este último caso, sería una representación especialmente temprana de este líder religioso.
En el reverso, vemos a un
león con el símbolo budista de la triratna y una leyenda en karosti que puede
traducirse como "El león que disipó el miedo".
Pérdida y recuperación del tesoro
Las excavaciones en Tillia Tepe finalizaron
en febrero de 1979 y no pudieron se retomadas por la invasión soviética de Afganistán a finales de ese mismo año. De hecho, el sitio no ha sido explorado nuevamente en los 40 años que transcurrieron
desde entonces, aunque se sospecha que ha sido saqueado por traficantes de antigüedades.
Los objetos obtenidos de Tillia Tepe fueron almacenados en el museo nacional de Kabul y en el año 1988, por su seguridad, fueron transferidos a las bóvedas del banco de Afganistán, donde permanecieron escondidos durante el régimen talibán. Esto salvó al tesoro de correr la misma suerte que la mayor parte del patrimonio del museo de Kabul, que fue saqueado, siendo gran parte de su riquísimo acervo fundido por los talibanes.
Los objetos obtenidos de Tillia Tepe fueron almacenados en el museo nacional de Kabul y en el año 1988, por su seguridad, fueron transferidos a las bóvedas del banco de Afganistán, donde permanecieron escondidos durante el régimen talibán. Esto salvó al tesoro de correr la misma suerte que la mayor parte del patrimonio del museo de Kabul, que fue saqueado, siendo gran parte de su riquísimo acervo fundido por los talibanes.
Tras la caída del régimen
talibán en 2003, el tesoro fue recuperado e inventariado. Desde ese momento ha
sido expuesto temporariamente en museos de Europa, Norteamérica y Australia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario