Introducción
Federico II, también conocido como "Stupor Mundi"
o "Asombro del Mundo", fue un gobernante extraordinario que dejó una
huella indeleble en la historia de la numismática. Federico II cambió el curso
de la historia monetaria occidental al comenzar a acuñar monedas de oro en
1231, rompiendo con la tradición de una Europa cristiana dominada por la moneda
de plata. Veamos su historia y la de sus monedas.
El Asombro del Mundo y sus Monedas de Oro
Federico II, rey de Sicilia, fue un gobernante que desafió
las convenciones de su tiempo. Fueron su insaciable curiosidad y su sed de
conocimientos de todo tipo las que le ganaron el apodo de "Stupor
Mundi", o "Asombro del Mundo".
Federico creció en Palermo, una
ciudad cosmopolita donde convivían comerciantes de todas las naciones. Esta
exposición temprana a diversas culturas y formas de pensar moldeó su visión del
mundo, formando una personalidad que asombró a sus contemporáneos.
Federico II gobernó el Sacro Imperio Romano Germánico
durante treinta años. Su vida estuvo marcada por eventos inusuales y logros
impresionantes. Nacido en una tienda en la plaza principal de Iesi, en Italia,
Federico II fue el hijo de Constanza de Sicilia, quien había esperado ocho años
para quedar embarazada. Su padre, Enrique VI, inicialmente dudó de su
paternidad, pero finalmente aceptó a Federico como su heredero.
Federico fue un erudito que dominaba múltiples
campos, hablaba cinco idiomas y era experto en filosofía, astronomía, medicina,
matemáticas y ciencias naturales. Fue, además, un gran protector de
las artes y las ciencias y un mecenas literario.
Esta mentalidad abierta y curiosa se reflejó en todas las
facetas de su reinado, incluyendo su innovadora política monetaria. En lugar de
limitarse a las tradiciones existentes, Federico II buscó nuevas formas de
representar su poder y autoridad, lo que le llevó a introducir un nuevo tipo de
monedas acuñadas en oro en un mundo dominado por las acuñaciones en plata.
Los “Augustales”: Un Puente entre la Antigüedad y el Renacimiento
Las monedas de oro acuñadas por Federico II, conocidas como “augustales”,
eran algo especial. No solo eran las primeras monedas de oro acuñadas en la
Europa cristiana en siglos, sino que también eran únicas en términos de la
calidad de su imagen y su acuñación, muy superiores a los estándares de su
tiempo.
Los augustales eran monedas extraordinarias acuñadas por un
gobernante extraordinario. El diseño de estas monedas se inspiraba en la
antigua Roma, un hecho que reflejaba el profundo respeto de Federico II por la
antigüedad y su deseo de emular a los grandes emperadores romanos.
Pero los
augustales no eran simplemente una imitación de las monedas romanas. También
incorporaban elementos innovadores que anticipaban el arte y la cultura del
Renacimiento. De esta manera, los augustales servían como un puente entre la
antigüedad y el Renacimiento, reflejando la visión de Federico II de un mundo
en el que lo antiguo y lo nuevo podían coexistir y enriquecerse mutuamente.
Un emperador en oro
El diseño de los augustales reflejaba la visión de Federico
II de sí mismo como un emperador.
En el anverso de la moneda, se veía a
Federico II rodeado por la leyenda IMP(ERATOR)
ROM(ANORUM) CESAR AVG(VSTVS). El rey está representado en medio busto, en posición de perfil, lleva el pelo corto y está bien afeitado.
Además, lleva un paludamento y una corona de laurel al igual que un antiguo
emperador romano. Esta
imagen evocaba las representaciones de los emperadores romanos, estableciendo
un paralelismo entre Federico II y las grandes figuras de la antigüedad.
El
reverso de la moneda mostraba un águila. Esta poderosa ave ya era un símbolo de autoridad y poder en la Antigüedad y se convirtió en el escudo imperial del Sacro Imperio Romano Germánico bajo Federico I Barbarroja (hacia 1122-1190). El simbolismo del águila era especialmente significativo para Federico II porque la casa de Hohenstaufen también se llamaba entonces gens aquila (casa del águila). La leyenda del reverso simplemente presenta el nombre del rey "FRIDERICVS".
Esta representación en estilo romano era una declaración de autoridad
y poder. Pero también era algo más: era una afirmación de la identidad de
Federico como gobernante, un hombre que se veía a sí mismo como parte de una
tradición que se remontaba a los días de la antigua Roma. A través de estas
monedas, Federico II no solo afirmaba su lugar en esta tradición, sino que
también buscaba definir la forma en que sería recordado por las generaciones
futuras.
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