El siglo III fue, en muchos
sentidos, una época de experimentación e innovación en la producción monetaria
romana. La crisis económica y la falta de recursos llevó a un fuerte deterioro
en la calidad de la moneda (es decir, en el peso y la cantidad de plata en su
composición) y a la producción de nuevas denominaciones. También desde el punto
de vista estilístico se introdujeron novedades significativas. Dentro de esta
época, se destacan, por su gran calidad y originalidad, las monedas del
denominado “Imperio Gálico” y, sobre todo, las de su primer gobernante,
Póstumo. Un grupo de áureos de este emperador se distingue por sus magníficos
retratos.
La crisis del siglo III y la llegada de Póstumo al poder
Se conoce con el nombre de
“crisis del siglo III” al período de grandes convulsiones y trastornos
políticos, militares y económicos que asolaron al Imperio Romano entre los años
235 y 284 d.C. El punto más álgido de la crisis se ubica entre los años 260 y
275 d.C. en los que la misma subsistencia del Imperio se vio amenazada, al
consolidarse en Oriente y Occidente gobiernos autónomos con tendencias
separatistas.
El punto de partida de este
proceso fue la catastrófica derrota en el año 260 d.C. del emperador Valeriano
frente a los persas sasánidas en Oriente. Su ejército fue completamente
aniquilado y él mismo tomado prisionero. Que el soberano de Roma cayera en
manos del enemigo era un hecho inaudito en la historia del imperio que ponía
claramente de manifiesto la gravedad de la crisis militar.
En respuesta a este
acontecimiento, surgieron en diversas partes del imperio usurpadores que
reclamaron para sí la autoridad imperial en su región y se esforzaron por
reorganizar la defensa de su territorio frente a las amenazas externas. El
sucesor de Valeriano, su hijo Galieno, vio así su poder limitado a Italia,
África y algunas regiones centrales.
En la Galia, un comandante
militar, Marco Cassiano Latino Póstumo, fue proclamado emperador por las
tropas, pero en lugar de marchar hacia Italia para adueñarse del control sobre
la capital del Imperio, permaneció en su provincia reorganizando la defensa y
la administración del territorio. Póstumo tuvo gran éxito en estabilizar la
situación local y ello garantizó la consolidación de su régimen, que tomó el
control de prácticamente todas las provincias occidentales. Se creó así un
Imperio independiente con centro en la Galia pero que se presentó siempre como
continuador de la tradición romana. Póstumo eligió a Colonia como su capital,
formó su propia guardia pretoriana y eligió a sus propios cónsules cada año.
Los áureos de Póstumo
Una de las señales más evidentes
del rápido éxito de Póstumo en mejorar la situación de los territorios bajo su
control es la cantidad y calidad de su producción monetaria, que supera
claramente a la de Galieno en Roma. Especialmente llamativo es el nivel
artístico de sus acuñaciones. Póstumo disponía, evidentemente, de los más
talentosos artesanos del Imperio como grabadores de sus cuños.
Dentro de la producción monetaria
en nombre de Póstumo, se destaca un grupo de áureos que tienen la
particularidad de presentar retratos frontales del emperador, algo poco común
hasta ese momento.
La calidad de detalle de estos
anversos se encuentra a la altura de lo mejor del arte numismático antiguo. El
rostro del emperador nos muestra una imagen completamente realista, un gesto
serio, casi adusto. Su mirada esquiva al observador para perderse en un destino
lejano y parece indicar la previsión e inteligencia del soberano. La verdadera
maestría del grabador se reconoce, sin embargo, en la representación de su
barba y cabellos, que producen una sensación de relieve y profundidad muy pocas
veces lograda en monedas antiguas. El efecto del conjunto es tan perfecto que
el rostro de Póstumo da la sensación de poder moverse en cualquier momento o
comenzar a hablar. El atuendo imperial adorna la figura de Póstumo y proclama
con fuerza su autoridad, reforzada por la sencilla leyenda POSTVMVS AVG.
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