Diferentes formas del dinero a lo largo de la historia
El dinero está tan íntimamente ligado a la estructura de nuestra
sociedad, que nos resulta difícil pensar cómo podríamos vivir prescindiendo de
él. Sin embargo, en la milenaria historia de la humanidad, constituye una
invención relativamente reciente. Grandes civilizaciones y estados, tal como -sólo
por poner un ejemplo especialmente claro- el poderoso imperio inca, pudieron
desarrollarse y prosperar sin recurrir en absoluto a su uso. La historia del
surgimiento del dinero y la moneda es sumamente compleja y de gran importancia
para la numismática. Es un problema que continua presentando muchos puntos
oscuros, muy debatidos por los investigadores. Se han propuesto explicaciones muy
diferentes, a las que podemos agrupar en tres grandes escuelas: la económica
clásica, la chartalista y la antropológica. En la serie de entradas que hoy
comienzo presentaré una a una las principales teorías esbozadas dentro de cada
escuela y las diferentes críticas que se han realizado a cada una de ellas.
Dinero y moneda
La moneda en su forma moderna apareció por primera
vez, a fines del siglo VII o principios del VI a.C., en Asia Menor. Antes que
una verdadera invención, representó un desarrollo o elaboración de otras formas
de dinero anteriores: pequeñas barras y trozos de metales preciosos utilizadas
en la región como medio de intercambio. Desarrollos semejantes se produjeron,
algo más tarde y de forma independiente, en la India y en China. Desde estos
centros, su uso se fue expandiendo gradualmente, a lo largo de los siglos, por
las diversas regiones del mundo.
Para poder comprender la historia
del origen del dinero y la moneda es importante distinguir entre estos dos
conceptos. Simplificando, podríamos decir que se entiende por “dinero”
cualquier objeto al que se le reconoce un valor y es aceptado como medio de
pago de bienes y servicios en un mercado. Otras dos funciones secundarias del
dinero son las de servir como unidad de cuenta para expresar valores y como
medio para atesorar riqueza. La moneda, por el contrario, es algo mucho más específico:
una pieza de metal (generalmente, de forma circular) en la que aparece un
motivo con el que la autoridad emisora certifica su valor y su peso para que
pueda ser usada como dinero. El origen del dinero y el de la moneda son, en
consecuencia, dos problemas distintos aunque estrechamente relacionados. Es
necesario entender cómo y por qué en determinadas culturas se produce el
desarrollo de distintas formas de dinero y cómo, en tan sólo algunos casos, se
le dio la forma monetaria que terminaría imponiéndose.
Adam Smith
La teoría económica clásica – El origen del dinero de Aristóteles a Adam
Smith
La explicación más difundida del
origen del dinero –que podemos encontrar en todos los manuales de economía-
tiene una larga trayectoria. Aparece, de hecho ya esbozada en la Política de Aristóteles (I, I257b-1258a),
pero tiene su formulación clásica en La
riqueza de la naciones (libro I, capítulo IV) de Adam Smith, el texto fundacional
de la economía moderna. El economista austríaco Carl Menger le daría su forma
definitiva al añadirle algunos refinamientos matemáticos y lógicos.
La característica central de esta
teoría es que argumenta de manera conjetural. Sin embargo, me esforzaré por presentarla
en forma histórica.
Esta argumentación parte de la
suposición de que bandas de cazadores recolectores o pequeñas aldeas de
pastores y agricultores limitadas a una economía de subsistencia serían el
único tipo de comunidades que carecerían completamente de intercambios. Cada
unidad familiar produce localmente el no muy amplio rango de bienes necesario
para garantizar la reproducción social del grupo. Por el contrario, en cuanto
se complejiza la vida social y se desarrollan la especialización y la división
del trabajo, entonces inevitablemente surge la necesidad de realizar
intercambios. La forma natural en que éstos se habrían llevado a cabo sería el
trueque.
Trueque
El trueque implica considerables
dificultades, pues –según argumenta esta teoría- requiere de una “doble coincidencia
de necesidades” para que el intercambio pueda efectivamente tener lugar. Esto
puede ilustrarse claramente con un ejemplo. Tenemos un herrero que tiene
herramientas de metal excedente y desea intercambiarlas por piezas de
alfarería. Debe encontrar, entonces alguien que posea las mismas y que, además,
esté dispuesto a intercambiarlas por lo que él ofrece. Otro problema frecuente
surgiría al intentar cambiar un bien grande e indivisible por diversos bienes
más pequeños.
La primera respuesta a estas
dificultades sería que cada individuo buscaría intercambiar sus bienes por uno
que fuera ampliamente demandado para asegurarse de encontrar más fácilmente
interesados en recibirlo en trueque por lo que él desea. Al consolidarse ese
bien ampliamente demandado como medio para todos los intercambios habría
surgido la primera forma primitiva de dinero. Vemos, efectivamente, que en
muchas sociedades distintos bienes cumplieron ese papel: cabezas de ganado,
sal, hojas de tabaco, etc.
Para Adam Smith, con el paso del
tiempo, sin embargo, los hombres habrían finalmente adoptado para esta función a los metales por encima de cualquier
otra mercancía, dadas las considerables ventajas que éstos ofrecían. No sólo
pueden conservarse por largo tiempo sin sufrir casi deterioro sino que también
pueden, sin dificultad, dividirse en cualquier número de piezas más pequeñas y,
luego, volver reunirse por fundición en una de mayor tamaño. Muy pocos bienes
presentan estas características que los vuelven óptimos para su uso como
instrumentos de comercio.
Antigua balanza romana usada para pesar trozos de bronce en operaciones comerciales
Los únicos inconvenientes
asociados a este uso de trozos metal como medio de intercambio era la necesidad
de pesarlos en cada transacción para determinar su valor exacto. En
consecuencia, para hacer más sencillos los intercambios en aquellas sociedades
con una organización más compleja se habría recurrido a colocar un sello
público sobre ciertas unidades de estos metales para certificar su peso y
calidad y permitir prescindir del pesado. Con la adopción de la forma circular
ya llegamos a la aparición de la moneda.
Es conocido que en la historia
temprana de Roma se dio una transición, semejante a la pretendida por esta
teoría, del uso como dinero de cabezas de ganado (hecho que dejó su impronta en
la palabra latina pecunia) al de rústicos lingotes metálicos primero y de
lingotes estampados con motivos garantizando sus características.
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