martes, 26 de marzo de 2013

El origen del dinero y la moneda - 1°parte: La teoría clásica de Adam Smith


Diferentes formas del dinero a lo largo de la historia

El dinero está tan íntimamente ligado a la estructura de nuestra sociedad, que nos resulta difícil pensar cómo podríamos vivir prescindiendo de él. Sin embargo, en la milenaria historia de la humanidad, constituye una invención relativamente reciente. Grandes civilizaciones y estados, tal como -sólo por poner un ejemplo especialmente claro- el poderoso imperio inca, pudieron desarrollarse y prosperar sin recurrir en absoluto a su uso. La historia del surgimiento del dinero y la moneda es sumamente compleja y de gran importancia para la numismática. Es un problema que continua presentando muchos puntos oscuros, muy debatidos por los investigadores. Se han propuesto explicaciones muy diferentes, a las que podemos agrupar en tres grandes escuelas: la económica clásica, la chartalista y la antropológica. En la serie de entradas que hoy comienzo presentaré una a una las principales teorías esbozadas dentro de cada escuela y las diferentes críticas que se han realizado a cada una de ellas.

Dinero y moneda

 La moneda en su forma moderna apareció por primera vez, a fines del siglo VII o principios del VI a.C., en Asia Menor. Antes que una verdadera invención, representó un desarrollo o elaboración de otras formas de dinero anteriores: pequeñas barras y trozos de metales preciosos utilizadas en la región como medio de intercambio. Desarrollos semejantes se produjeron, algo más tarde y de forma independiente, en la India y en China. Desde estos centros, su uso se fue expandiendo gradualmente, a lo largo de los siglos, por las diversas regiones del mundo.

Para poder comprender la historia del origen del dinero y la moneda es importante distinguir entre estos dos conceptos. Simplificando, podríamos decir que se entiende por “dinero” cualquier objeto al que se le reconoce un valor y es aceptado como medio de pago de bienes y servicios en un mercado. Otras dos funciones secundarias del dinero son las de servir como unidad de cuenta para expresar valores y como medio para atesorar riqueza. La moneda, por el contrario, es algo mucho más específico: una pieza de metal (generalmente, de forma circular) en la que aparece un motivo con el que la autoridad emisora certifica su valor y su peso para que pueda ser usada como dinero. El origen del dinero y el de la moneda son, en consecuencia, dos problemas distintos aunque estrechamente relacionados. Es necesario entender cómo y por qué en determinadas culturas se produce el desarrollo de distintas formas de dinero y cómo, en tan sólo algunos casos, se le dio la forma monetaria que terminaría imponiéndose.


Adam Smith

La teoría económica clásica – El origen del dinero de Aristóteles a Adam Smith

La explicación más difundida del origen del dinero –que podemos encontrar en todos los manuales de economía- tiene una larga trayectoria. Aparece, de hecho ya esbozada en la Política de Aristóteles (I, I257b-1258a), pero tiene su formulación clásica en La riqueza de la naciones (libro I, capítulo IV) de Adam Smith, el texto fundacional de la economía moderna. El economista austríaco Carl Menger le daría su forma definitiva al añadirle algunos refinamientos matemáticos y lógicos.

La característica central de esta teoría es que argumenta de manera conjetural. Sin embargo, me esforzaré por presentarla en forma histórica.

Esta argumentación parte de la suposición de que bandas de cazadores recolectores o pequeñas aldeas de pastores y agricultores limitadas a una economía de subsistencia serían el único tipo de comunidades que carecerían completamente de intercambios. Cada unidad familiar produce localmente el no muy amplio rango de bienes necesario para garantizar la reproducción social del grupo. Por el contrario, en cuanto se complejiza la vida social y se desarrollan la especialización y la división del trabajo, entonces inevitablemente surge la necesidad de realizar intercambios. La forma natural en que éstos se habrían llevado a cabo sería el trueque.


Trueque

El trueque implica considerables dificultades, pues –según argumenta esta teoría- requiere de una “doble coincidencia de necesidades” para que el intercambio pueda efectivamente tener lugar. Esto puede ilustrarse claramente con un ejemplo. Tenemos un herrero que tiene herramientas de metal excedente y desea intercambiarlas por piezas de alfarería. Debe encontrar, entonces alguien que posea las mismas y que, además, esté dispuesto a intercambiarlas por lo que él ofrece. Otro problema frecuente surgiría al intentar cambiar un bien grande e indivisible por diversos bienes más pequeños.

La primera respuesta a estas dificultades sería que cada individuo buscaría intercambiar sus bienes por uno que fuera ampliamente demandado para asegurarse de encontrar más fácilmente interesados en recibirlo en trueque por lo que él desea. Al consolidarse ese bien ampliamente demandado como medio para todos los intercambios habría surgido la primera forma primitiva de dinero. Vemos, efectivamente, que en muchas sociedades distintos bienes cumplieron ese papel: cabezas de ganado, sal, hojas de tabaco, etc.

Para Adam Smith, con el paso del tiempo, sin embargo, los hombres habrían finalmente adoptado para esta  función a los metales por encima de cualquier otra mercancía, dadas las considerables ventajas que éstos ofrecían. No sólo pueden conservarse por largo tiempo sin sufrir casi deterioro sino que también pueden, sin dificultad, dividirse en cualquier número de piezas más pequeñas y, luego, volver reunirse por fundición en una de mayor tamaño. Muy pocos bienes presentan estas características que los vuelven óptimos para su uso como instrumentos de comercio.


Antigua balanza romana usada para pesar trozos de bronce en operaciones comerciales

Los únicos inconvenientes asociados a este uso de trozos metal como medio de intercambio era la necesidad de pesarlos en cada transacción para determinar su valor exacto. En consecuencia, para hacer más sencillos los intercambios en aquellas sociedades con una organización más compleja se habría recurrido a colocar un sello público sobre ciertas unidades de estos metales para certificar su peso y calidad y permitir prescindir del pesado. Con la adopción de la forma circular ya llegamos a la aparición de la moneda.

Es conocido que en la historia temprana de Roma se dio una transición, semejante a la pretendida por esta teoría, del uso como dinero de cabezas de ganado (hecho que dejó su impronta en la palabra latina pecunia) al de rústicos lingotes metálicos primero y de lingotes estampados con motivos garantizando sus características.

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