Áureo de Vitelio procedente del tesoro de Boscoreale |
El tesoro Boscoreale es el nombre con el que se conoce una
gran colección de exquisitos objetos romanos de plata y oro descubiertos en las
ruinas de una antigua villa cerca de Pompeya, que fue sepultada por la erupción
volcánica del Vesubio en el 79 d.C.
Un gran tesoro dispersado
La villa fue desenterrada durante varias campañas
arqueológicas. Fue descubierta en 1876, pero fue sólo en abril de 1895 que se
descubrieron los restos de una caja abovedada que contenía el tesoro, oculto en
la sala de prensado de vino de la villa. El tesoro se componía de más de un
centenar de piezas de una exquisita vajilla de plata (copas, bandejas, jarras y
otros recipientes, todos muy decorados), de algunas joyas y de algo más de mil
áureos. Su contenido pone claramente en evidencia la riqueza de los dueños de
la villa.
La excavación de la villa fue hecha por el dueño del
terreno, Vincenzo de Prisco, quien se dispuso a sacar provecho de su hallazgo.
En consecuencia, la mayor parte del Tesoro Boscoreale fue vendida fuera de Italia antes de que se registrara completamente su composición. Buena
parte de lo encontrado fue comprado por el famoso banquero, Barón Edmond de
Rothschild, quien lo donó al Museo del Louvre en 1896.
Otras de sus piezas
llegaron a manos del Museo Británico. Una buena parte se dispersó entre
coleccionistas de toda Europa y algunas de sus monedas se encuentran hoy por
todo el mundo y aparecen regularmente en subastas.
Los excepcionales áureos rojizos
Los áureos del tesoro del Bocoreale son excepcionales por
varios motivos. La gran mayoría de las piezas parece no haber prácticamente
circulado, por lo que el tesoro contenía algunos fantásticos ejemplares en
calidad de “flor de cuño” que se encuentran entre los mejores que se conocen
para los reinados de Nerón y Vespasiano, del que databan la mayoría de las
monedas.
Además, sepultados en lava por mil ochocientos años, el intenso
calor inicial y el contenido sulfuroso del suelo dotaron a todas las piezas de
una tonalidad rojiza muy marcada que es única para los áureos imperiales.
Es habitual que en los catálogos de subastas actuales se
relacione con este tesoro toda moneda de oro del período que muestre un tono
rojizo en su superficie. Es común también que los coleccionistas estén
dispuestos a pagar una prima de valor para poseer estas monedas respecto de
otras semejantes que carecen de ese tono. Se combinan en este caso un atractivo
estético especial y una proveniencia famosa, dos factores que tienen a hacer
subir el valor de una moneda.
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