El emperador Juliano II es más conocido hoy con el nombre de Juliano el Apóstata, que hace referencia a su intento de restaurar el paganismo grecorromano como religión oficial. El cristianismo había sido reconocido por Constantino el grande, tío de Juliano, como fe imperial y se había expandido en forma considerable. El intento fracasaría, y Juliano sería el último emperador en rendir homenaje a los dioses tradicionales.
Poco después de su ascensión al trono, Juliano comenzó a promover públicamente los cultos antiguos, y a participar personalmente en sus rituales y sacrificios. Esta política religiosa se reflejaba, por supuesto, en sus acuñaciones. Uno de los ejemplos más conocidos es el As cuya imagen encabeza esta entrada. En el anverso, el emperador aparece representado -como en todas sus monedas- con una tupida barba, siguiendo la tradición de la filosofía neoplatónica. El toro en el reverso está relacionado, entre otros significados, con los sacrificios, tan importantes en el ritual pagano.
Los asses de Juliano alcanzaron una amplia difusión y fueron profusamente imitados por los pueblos germánicos más allá de las fronteras del imperio. Incluyo en esta entrada las imágenes de una copia especialmente interesante. La factura es rústica, pero no está exenta de habilidad artística, el busto del emperador parece, de hecho, casi un retrato impresionista. El artista bárbaro no podía, sin embargo, comprender el latín, por lo que la leyenda del original se transforma, bajo sus manos, en una ininteligible serie de trazos.
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