Como señalábamos en la última entrada listada en la entrega anterior del curso, a partir, aproximadamente, de la década del 140 al 130 a.C., se produce una ruptura clara con la tradición en la tipología de los denarios romanos. Los motivos cívicos y colectivos comienzan a ser desplazados por motivos aristocráticos netamente privados, es decir, referidos a la historia de un linaje específico y a los logros de los antepasados destacados del mismo y no a referentes colectivos o públicos. Las causas del cambio son muy debatidas entre los especialistas, pero es indudable que el mismo está asociado a una intensificación en la competencia inter-aristocrática por acceder a las magistraturas. Ello se vuelve especialmente intenso a partir del año 139 a.C. con la sanción de la lex Gabinia tabellaria que instituía el voto secreto en las elecciones de magistrados públicos. A ella le seguirían otra serie de “leges tabellarias” que impondrían el voto secreto para todas las instancias públicas importantes desde la selección de jurados a las asambleas para aprobar o rechazar nueva legislación.
El establecimiento del voto secreto fue una conquista de los sectores “populares” de la elite, duramente resistida por la mayoría del senado y por la nobilitas, es decir, por el pequeño pero enormemente influyente círculo de las familias aristocráticas más distinguidas y poderosas. Hasta ese momento, el voto había sido cantado, lo que permitía a la aristocracia ejercer un importante nivel de presión sobre sus dependientes y relaciones en el proceso electoral. El voto secreto diluía ese poder, haciendo necesario recurrir a todos los medios propagandísticos disponibles para cortejar el favor de los votantes. No debe sorprender que en este contexto los funcionarios encargados de la acuñación de monedas, los tresviri monetales, comenzaran a aprovechar la oportunidad que esa magistratura les otorgaba de recordar los méritos propios y de su linaje a sus conciudadanos. En una época sin medios de comunicación y sin imprenta, la moneda era una de las pocas formas de transmitir un mensaje a vastos sectores de la ciudadanía. Un ejemplo claro es el denario Crawford 269 del año 125 a.C. que exalta a la familia de los Caecilii Metelli.
El cargo de monetalis adquiere, en este contexto, una relevancia estratégica en el plano político que modifica radicalmente su estatus. Considerado tradicionalmente como un puesto irrelevante, pasa ahora a ser monopolizado por los miembros de la nobilitas. Entre los años 124 y 115 a.C. se produce una reacción contra el dominio de la propaganda aristocrática en las monedas, visible en un regreso de los símbolos públicos. Un ejemplo particularmente claro es el denario Crawford 287 del año 115 a.C., que presenta en su anverso y reverso dos representaciones de la diosa Roma. La ausencia del nombre del monetalis responsable acentúa el carácter público de la acuñación. Se trata, sin embargo, de una reacción pasajera, y a partir de ese mismo año se produce un retorno claro a los tipos aristocráticos como puede verse en el denario Crawford 291 en que un miembro de la familia de los emilios lépidos hace representar la estatua ecuestre dedicada a uno de sus antepasados.
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david.