Istros fue probablemente la primera colonia griega en el Mar Negro. La ciudad fue fundada alrededor del 656 a.C. por colonos procedentes de Mileto en un promontorio rocoso de posición estratégica cerca del Delta del Danubio. Los comienzos de Istros fueron bastante modestos, como lo prueban sus primeras emisiones monetarias, sin duda, bastante rústicas. Se trataba de simples cabezas de flecha fundidas, que con el tiempo fueron marcadas con una rueda o inscritas con las iniciales del nombre de la ciudad: ΙΣΤ.
Las ventajas de su excelente posición permitieron, sin embargo, que Istros se transformara en un próspero centro comercial y durante el siglo V a.C. esa riqueza se reflejó en una producción de monedas de gran calidad, que se encuentran –por lo menos en mi opinión- entre las más logradas artísticamente del mundo griego.
La moneda cuya imagen acompaña esta entrada constituye un ejemplo destacado. Es una pieza de plata de aprox. 6 gr. que es denominada tanto como estater o como dracma por los especialistas. Sus motivos son muy originales y su interpretación dudosa.
El anverso nos muestra dos bellos rostros masculinos que se oponen invertidos. Se ha visto en ellos tanto una alusión a los dos brazos del Danubio, como una imagen de los Dioscuros. La tesis que me parece más convincente, sin embargo, es la que los identifica con la imagen de la salida y puesta del sol. El reverso es todavía menos claro. En él podemos ver a un imponente águila que sostiene entre sus garras a un grácil delfín, acompañados ambos por una leyenda con el nombre de la ciudad. Es posible que se trate de una alusión al poder marítimo de la ciudad.
El anverso nos muestra dos bellos rostros masculinos que se oponen invertidos. Se ha visto en ellos tanto una alusión a los dos brazos del Danubio, como una imagen de los Dioscuros. La tesis que me parece más convincente, sin embargo, es la que los identifica con la imagen de la salida y puesta del sol. El reverso es todavía menos claro. En él podemos ver a un imponente águila que sostiene entre sus garras a un grácil delfín, acompañados ambos por una leyenda con el nombre de la ciudad. Es posible que se trate de una alusión al poder marítimo de la ciudad.
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