domingo, 10 de octubre de 2010

Las monedas de Cornelio Sila (Curso: "Las monedas como fuentes para la historia de Roma" 12° parte)

El ascenso de Sila y el camino hacia las guerras civiles
Las reformas militares introducidas por Mario tuvieron importantes consecuencias políticas. Profundizaron una tendencia ya reconocible en el período anterior hacia un mayor protagonismo político de los miembros de la aristocracia que se destacaban en la dirección de campañas militares. El desplazamiento de la lealtad de las tropas, del Estado hacia su comandante, facilitó la concentración del poder político en las manos de los grandes generales e impidió que los límites constitucionales funcionaran en la forma prevista.

Mario inició el camino, pero pronto encontraría imitadores. Su mejor discípulo sería su más encarnizado enemigo, Lucio Cornelio Sila (138-78 a.C.). Sila pertenecía a una familia de la aristocrática gens Cornelia, pero era la menos distinguida de las siete que la componían y hacía ya algunas generaciones que la misma se mantenía distanciada de los máximos honores. El padre de Sila murió cuando éste era todavía joven y le dejó una magra herencia que no le permitía llevar una vida acorde a su estatus. Con sus modestas rentas, Sila no pudo iniciar la carrera política que pretendía, dedicándose a una vida artística con amistades en el ambiente del teatro. Una serie de herencias afortunadas lo sacarían de esa situación y le permitirían ser electo cuestor recién en el 107 a.C.
Sila actuaría como subordinado de Mario en la larga guerra contra el rey númida Yugurta. A pesar de su falta de experiencia militar, Sila mostraría rápidamente sus dotes de mando y su valor, lo que generaría rápidamente tensiones con su comandante. Las diferencias se acentuarían tras la campaña de Mario contra los invasores germánicos cimbrios y teutones en el 103 a.C., al reclamar Sila una parte mayor de los méritos por la victoria de los que su comandante estaba dispuesto a reconocerle.
Áureo de Sila - Crawford 359

La carrera política de Sila avanzaría paulatinamente en los próximos años, signada por algunos éxitos militares y por el creciente conflicto con Mario y sus partidarios. En el 94 a.C. alcanzaría la pretura, pero tras una serie de brillantes victorias en la guerra social sería elegido cónsul en el 88 a.C. Sería en ese año que el conflicto entre optimates y populares escalaría a la lucha abierta, aspirando Mario a quitar a Sila el importante comando militar para marchar a Asia a combatir al rey del Ponto Mitrídates. Mario contó para ello con el apoyo del tribuno Sulpicio Rufo. Este es un período histórico complejo, que vio a Sila en la cima de su poder militar pero fuera de Roma, mientras que la ciudad estaba gobernada por un débil y envejecido Mario y por su aliado Cinna, ambos destinados a morir ocupando el consulado.

La guerra civil entre optimates y populares

La reacción de Sila  a la amenaza política planteada por sus rivales tendría consecuencias que afectarían toda la historia de Roma. En una acción sin precedentes dirigió a las legiones reunidas para luchar en Asia contra la urbe para adueñarse del control del Estado y para acabar con sus enemigos políticos por la fuerza. El ejército de la república se había transformado en una fuerza privada, en una herramienta dócil de su comandante, y esto no dudó en usarla para conseguir sus objetivos. Sila llevaba así a sus últimas consecuencias el cambio iniciado por las reformas militares de Mario.
Sila tomó la ciudad e inició la cacería violenta de sus rivales de los que publicó una lista una lista de “enemigos del Estado”, poniendo precio a sus cabezas. Se trató de un verdadero golpe de Estado que señaló la fragilidad de la constitución romana. Los mecanismos legales se habían vuelto claramente incapaces de contener el conflicto político entre las facciones enfrentadas.
Denario de Sila - Crawford 359

Sila partiría finalmente en el 87 a.C. a Asia para enfrentar a Mitridates, pero su ausencia sería aprovechada por los populares para una insurrección que les permitiría recuperar el control del Estado. Ello significaría el retorno de la lucha facciosa violenta en la ciudad. Al triunfo de los populares seguiría una sangrienta venganza contra los partidarios de Sila. Mario regresó en el 87 a.C. con su seguidor Cinna y fue elegido cónsul para el año 86 a.C., pero murió dos semanas después de ganar su séptimo consulado, dejando a Cinna en el control de Roma. Cinna gobernó Roma como cónsul hasta su muerte en el 84 a.C. Carbo le sucedió y en el 82 a.C. se se le unió en el consulado el hijo de Mario.
Sila pasaría esos años combatiendo en Grecia, logrando algunas victorias importantes, pero no decisivas. Su situación sería siempre difícil al carecer de recursos económicos por estar Roma bajo el control de sus rivales. Sila regresaría a Italia en el 83 a.C. para enfrentar a sus enemigos en una cruenta guerra civil. Su pequeño pero experimentado ejército logró la victoria, a la que seguiría una incansable persecución de sus rivales políticos. Sila sería entonces proclamado dictador y utilizaría sus plenos poderes para reformar la constitución reforzando sus contenidos oligárquicos.

Áureo de Sila - Crawford 367

Las monedas de Sila

Sila no sólo seguiría el camino iniciado por Mario al introducir al ejército como herramienta de combate en las luchas por el poder político en la república, sino que también imitaría su uso de las monedas como medio para exaltar su figura. También en este ámbito superaría a su maestro. Mientras se encontraba combatiendo en el este contra las fuerzas de Mitrídates, Sila hizo acuñar sus propias monedas con el botín de sus victorias para contar con los recursos para pagar a sus tropas. Se trataba, en todo sentido, de emisiones ilegales, pues no habían sido acuñadas por las autoridades correspondientes de la república. Representaban, de hecho, una usurpación del poder público por parte del general.
A fines del 84 o principios del 83 a.C., Sila hizo acuñar en una ceca móvil que se trasladaba con su ejército sus primeros áureos y denarios (Crawford 359). Las imágenes acompañan esta entrada. Los motivos son idénticos, en el anverso puede observarse el busto de Venus con Cupido parado delante sosteniendo una palma. Estas figuras son acompañadas del nombre del general. Sila consideraba a Venus su protectora personal y a su favor le adjudicaba sus victorias. El reverso es claramente una alusión a las mismas, representa a dos trofeos militares y entre ellos una jarra y el lituus, los símbolos de los augures. Se trata de una combinación de motivos que Sila utilizaba como imagen personal decorando incluso, según parece, su anillo.
Con sus enemigos y rivales totalmente vencidos, el retorno de Sila al poder marcó el comienzo de la primera dictadura imperial. Sila emitió sólo un tipo como dictador, tanto en plata y oro. Se trata de una serie de monedas exaltando todavía más la posición del comandante (Crawford 367). Denarios y áureos comparten una vez más los mismos motivos. En el anverso, vemos el busto de Roma con un yelmo alado acompañado de una leyenda que señala al procuestor L. Manlio. El reverso nos presenta a un general celebrando un triunfo en una cuadriga coronado por una victoria que vuela sobre su cabeza. La leyenda aclara quién es ese triunfador, Sila. Se trata de una copia de un célebre denario acuñado por Mario en el 101 a.C. (Crawford 326).


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