martes, 22 de marzo de 2011

Magnífico medallón de Majencio


Una pieza excepcional


La pieza más llamativa de la próxima subasta de la casa Ars classica que comentaba en la entrada anterior de este blog es, sin duda, el espectacular medallón de Majencio cuya imagen acompaña esta entrada. Es un múltiplo de 8 áureos (42,76g.), es decir que se encuentra entre los más grandes conservados del período. En el reverso podemos observar un magnífico busto del emperador en el estilo habitual de la tetrarquía, es decir, de perfil y con barba. En el anverso, Roma, vestida con toga, portando una lanza y sentada sobre un escudo, le entrega a Majencio el globo que representa el poder sobre el orbe. El ejemplar a ser subastado es uno de los sólo dos que se conservan, por lo que no sorprende que se estime su valor en unos 850.000 francos suizos, es decir, poco más de 940.000 dólares(!).

Pero, ¿quién fue Majencio?


Majencio (278-312 d.C.) es hoy día una figura prácticamente olvidada. Su nombre sólo se asocia con su derrota a manos de Constantino el grande en la famosa batalla del puente Milvio, tras la cual éste iniciaría su política de protección y promoción del Cristianismo. Majencio no fue, es cierto, más que un usurpador que tuvo un trágico final, pero su tragedia ilustra claramente las tendencias de desarrollo del Imperio Romano tardío. Es uno de los últimos representantes de una tradición cultural que a partir del siglo IV se fue debilitando cada vez más rápidamente: la que veía en Roma a la capital efectiva y centro cultural del imperio, cuyas tradiciones y, sobre todo, religión, habían permitido que alcanzara la grandeza.

 Majencio no fue el último emperador en residir en Roma, algunos de los monarcas romanos del siglo V d.C. permanecieron en los palacios del Palatino por algún tiempo, pero su residencia permanente se encontraba en Ravenna. Majencio fue, sin embargo, el último emperador que permaneció en la urbe por muchos años y que vio en ella el centro de su programa político. Recordemos que en el siglo IV Roma se encuentra alejada de los espacios de acción en que se deciden los destinos del imperio y que los emperadores pasan la mayor parte del tiempo cerca de las fronteras, donde se encuentran estacionados los ejércitos que constituyen la fuente de su poder.

Majencio llevó a cabo en Roma un intenso programa de construcciones, del que su célebre basílica nos ha dejado un claro testimonio. También en el plano numismático fue Majencio un tradicionalista y un continuador de los estilos diseñados durante la tetrarquía. Roma y los dioses paganos desempeñan, como motivos, un papel central. El triunfo de Constantino iniciaría una clara ruptura con esta tradición.

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