martes, 2 de abril de 2013

El origen del dinero y la moneda - 2°parte: La teoría de Carl Menger


Carl Menger

Continuando con la serie de entradas sobre el origen del dinero y la moneda, presento en esta segunda parte la versión de la teoría clásica elaborada por el economista austríaco Carl Menger (1840-1921) a fines del siglo XIX. 

La liquidez de las mercancías y el origen del dinero

Carl Menger es considerado uno de los economistas más relevantes de la historia, el padre de la escuela austriaca y famoso, sobre todo, por sus contribuciones al desarrollo de la teoría de la utilidad marginal. Entre sus numerosos escritos, Menger dedicó también un breve pero profundo análisis al origen del dinero, publicado originalmente en el año 1892.

Menger toma como punto de partida de su teoría el marco general de la argumentación de Adam Smith y supone que, cuando se generó la división del trabajo dentro de las comunidades humanas, necesariamente tienen que haberse desarrollado mercados de intercambio mediante trueque. Este tipo de mercados se enfrentan, sin embargo, al problema de la “doble coincidencia de demandas” que ya mencionamos en la primera entrada de esta serie. Para Menger, al igual que para Smith, es la experiencia de las dificultades del trueque lo que gradualmente lleva al uso de los metales como primera forma de dinero y, luego, a la aparición de la moneda.

El eje de la explicación de Menger se centra en la idea de que las mercancías tienen diferentes “capacidades de venta” (en alemán Absatzfähigkeit)", lo que podríamos traducir como “diferentes grados de liquidez”. Esos diferentes grados se reconocen en el margen entre el “precio ofrecido” y el “precio solicitado” de ese producto en el mercado. Según Menger, aun la observación más superficial de los fenómenos del mercado nos enseña que no tenemos la posibilidad, cuando hemos comprado un artículo por un precio determinado, de volver a venderlo inmediatamente por el mismo precio. El precio al cual podemos comprar voluntariamente una mercancía en un mercado determinado y en un momento dado y el precio al cual podemos venderla son diferentes.


Lingotes de plata romanos

Por lo tanto, quien trae al mercado productos de escasa liquidez, se encuentra con que frecuentemente no puede intercambiarlos directamente por aquellos bienes que necesita. Se ve, de esta manera, en la necesidad de intercambiarlos por otros productos que, aunque no tenga necesidad de ellos, son más líquidos que los suyos. Al hacerlo, no logra inmediatamente su objetivo pero se va acercando a él al contar ahora con bienes que tienen una mayor probabilidad de ser demandados por quienes poseen lo que a él le interesa.

De mercancía líquida a dinero: ¿por qué adquieren los metales preciosos una función monetaria?

Es la experiencia regular de esta situación la que lleva, según Menger, a que los productos más líquidos en cada mercado vayan adquiriendo gradualmente las funciones del dinero. En los pueblos que alcanzaron estructuras económicas más complejas, esa función fue recayendo en los metales, por su liquidez altamente superior en relación con la de todos los otros productos y, al mismo tiempo, porque se los ha considerado especialmente aptos para las otras funciones que tiene el dinero además de ser un medio de intercambio: las de permitir atesorar valor y servir como unidad de cuenta.

De entre los metales, esa función se va, con el tiempo, concentrando en los metales preciosos. Para Menger, ello se debe a que en todos los pueblos ha existido una demanda natural por el oro y la plata por su utilidad y belleza. Además, a pesar de su escasez, están geográficamente bien distribuidos y su extracción no es compleja. Esa demanda natural fue la fuente primera de la mayor liquidez de estos metales, que se acrecentó todavía más en la medida en que comenzaron a cumplir la función de dinero, ya que todos los buscaban para luego intercambiarlos por los productos que necesitaban.

Un punto especialmente importante para Menger es que, según su explicación demuestra, el dinero surge sin intervención del Estado, sólo como un resultado de la combinación de los intereses individuales de quienes operan en el mercado. En sus palabras: “El dinero no ha sido generado por la ley. En sus orígenes es una institución social y no estatal”. El Estado interviene sólo para certificar la calidad del dinero creado por el mercado y asegurar la confianza en la autenticidad, peso y pureza de cada pieza de metal con una marca aplicada a tal fin. De esta manera se da origen, finalmente, a la moneda.

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