Carl Menger
Continuando con la serie de entradas sobre el origen del dinero y la moneda, presento en esta segunda parte la versión de la teoría clásica
elaborada por el economista austríaco Carl Menger (1840-1921) a fines del siglo
XIX.
La liquidez de las mercancías y el origen del dinero
Carl Menger es considerado uno de
los economistas más relevantes de la historia, el padre de la escuela austriaca
y famoso, sobre todo, por sus contribuciones al desarrollo de la teoría de la
utilidad marginal. Entre sus numerosos escritos, Menger dedicó también un breve
pero profundo análisis al origen del dinero, publicado originalmente en el año
1892.
Menger toma como punto de partida
de su teoría el marco general de la argumentación de Adam Smith y supone que,
cuando se generó la división del trabajo dentro de las comunidades humanas,
necesariamente tienen que haberse desarrollado mercados de intercambio mediante
trueque. Este tipo de mercados se enfrentan, sin embargo, al problema de la “doble coincidencia de demandas” que ya
mencionamos en la primera entrada de esta serie. Para Menger, al igual que para
Smith, es la experiencia de las dificultades del trueque lo que gradualmente
lleva al uso de los metales como primera forma de dinero y, luego, a la
aparición de la moneda.
El eje de la explicación de
Menger se centra en la idea de que las mercancías tienen diferentes
“capacidades de venta” (en alemán Absatzfähigkeit)",
lo que podríamos traducir como “diferentes grados de liquidez”. Esos diferentes
grados se reconocen en el margen entre el “precio ofrecido” y el “precio
solicitado” de ese producto en el mercado. Según Menger, aun la observación más
superficial de los fenómenos del mercado nos enseña que no tenemos la
posibilidad, cuando hemos comprado un artículo por un precio determinado, de
volver a venderlo inmediatamente por el mismo precio. El precio al cual podemos
comprar voluntariamente una mercancía en un mercado determinado y en un momento
dado y el precio al cual podemos venderla son diferentes.
Lingotes de plata romanos
Por lo tanto, quien trae al
mercado productos de escasa liquidez, se encuentra con que frecuentemente no
puede intercambiarlos directamente por aquellos bienes que necesita. Se ve, de
esta manera, en la necesidad de intercambiarlos por otros productos que, aunque
no tenga necesidad de ellos, son más líquidos que los suyos. Al hacerlo, no
logra inmediatamente su objetivo pero se va acercando a él al contar ahora con
bienes que tienen una mayor probabilidad de ser demandados por quienes poseen
lo que a él le interesa.
De mercancía líquida a dinero: ¿por qué adquieren los metales preciosos
una función monetaria?
Es la experiencia regular de esta
situación la que lleva, según Menger, a que los productos más líquidos en cada
mercado vayan adquiriendo gradualmente las funciones del dinero. En los pueblos
que alcanzaron estructuras económicas más complejas, esa función fue recayendo
en los metales, por su liquidez altamente superior en relación con la de todos
los otros productos y, al mismo tiempo, porque se los ha considerado
especialmente aptos para las otras funciones que tiene el dinero además de ser
un medio de intercambio: las de permitir atesorar valor y servir como unidad de
cuenta.
De entre los metales, esa función
se va, con el tiempo, concentrando en los metales preciosos. Para Menger, ello
se debe a que en todos los pueblos ha existido una demanda natural por el oro y
la plata por su utilidad y belleza. Además, a pesar de su escasez, están
geográficamente bien distribuidos y su extracción no es compleja. Esa demanda
natural fue la fuente primera de la mayor liquidez de estos metales, que se
acrecentó todavía más en la medida en que comenzaron a cumplir la función de
dinero, ya que todos los buscaban para luego intercambiarlos por los productos
que necesitaban.
Un punto especialmente importante para Menger es que, según su
explicación demuestra, el dinero surge sin intervención del Estado, sólo
como un resultado de la combinación de los intereses individuales de quienes
operan en el mercado. En sus palabras: “El dinero no ha sido generado por la
ley. En sus orígenes es una institución social y no estatal”. El Estado
interviene sólo para certificar la calidad del dinero creado por el mercado y
asegurar la confianza en la autenticidad, peso y pureza de cada pieza de metal
con una marca aplicada a tal fin. De esta manera se da origen, finalmente, a la
moneda.
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