Antoniniano de Caracalla
Continuando con la serie sobre la historia monetaria del Imperio
Romano, discuto brevemente en esta entrada el período final de la dinastía de
los severos.
De acuerdo a Dión Casio, Septimio
Severo, desde su lecho de muerte, aconsejó a sus hijos: “manteneos unidos,
enriqueced a los soldados y despreciad al resto”. Sus sucesores conservarían el
axioma central de su política: conceder reiteradas subas de salarios al
ejército, financiadas mediante la devaluación del denario. También se redujo el
peso del áureo pero ambas monedas conservaron en líneas generales su aspecto
tradicional, firmemente establecido por la costumbre de un par de siglos entre
sus usuarios. A pesar de la intensa manipulación de estas monedas, la tasa de
cambio entre ambas no se modificó.
Esta tendencia de deterioro
monetario continuaría durante el reinado de Caracalla, que llevó el contenido de
plata del denario a tan sólo 50% y redujo el estándar del áureo de 45 a 50 por
libra romana. En el 215 d.C., este emperador experimentaría con otra modalidad,
la introducción de una nueva denominación, el antoniniano, con un retrato
radiado del emperador y un valor nominal de 2 denarios a pesar de que sólo
contenía el 80% de la plata de dos de estas monedas. Esta medida ocasionó una
desaparición de los denarios de circulación, afectando fuertemente los
intercambios económicos.
Su sucesor, Heliogábalo, reaccionó retirando el antoniniano pero conservando el estándar reducido del áureo y llevando el contenido de plata del denario a un nuevo piso de aproximadamente el 46%.
Su sucesor, Heliogábalo, reaccionó retirando el antoniniano pero conservando el estándar reducido del áureo y llevando el contenido de plata del denario a un nuevo piso de aproximadamente el 46%.
Sestercio de Alejandro Severo
La reiteración permanente del
expediente devaluatorio para solventar los gastos del Estado tiene que haber
sido cada vez menos eficaz en cuanto que la experiencia enseñaría a los actores
de la economía a reaccionar con mayor rapidez ajustando el valor de bienes y
servicios a la nueva situación. Es probable, incluso, que los fijadores de
precios los incrementaran para protegerse frente a futuras devaluaciones antes
de que las mismas se hubieran efectivamente llevado a cabo. De esta forma, el
Estado quedaba preso de la trampa inflacionaria que su misma política había
generado. Sin embargo, el cambio de rumbo no era sencillo. Los emperadores que,
como Macrino, Alejandro Severo o los Gordianos, dejaron de lado esta política e
intentaron mejorar la calidad de la moneda caerían rápidamente víctimas del
descontento militar tal como había sucedido con Pértinax.
Alejandro Severo intentó
restablecer la reputación de las monedas imperiales mejorando levemente la
calidad del denario y acuñando, por primera vez en muchos años, un número
significativo de sestercios de bronce y asses de cobre. Si bien estaban lejos
de los estándares de diseño y producción de la primera mitad del siglo II d.C.,
eran piezas bien producidas y que alcanzaban el peso tradicional. La política
de ahorro sería una vez más fatal. Esta política de ahorro sólo podía llevarse
adelante reduciendo los donativos acostumbrados a las tropas. Una vez más, eso
significaría también para este emperador la muerte a manos de sus propios
soldados.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario