Como vimos en la última entrada,
a pesar de su propaganda conservadora y su homenaje a las virtudes del pasado,
el reinado de Decio no implicó ninguna ruptura en el proceso de deterioro de la
moneda romana. Mientras se rendía homenaje a los emperadores del pasado, los denarios
del pasado que seguían circulando eran simplemente reacuñados como
antoninianos. De esta manera, se duplicaba su valor nominal sin modificar su
contenido metálico.
El proceso de reacuñación
significó la desaparición efectiva de prácticamente todos los denarios que
todavía se encontraban en circulación y también de muchos antoninianos de mejor
calidad acuñados antes del 250 d.C. Los que no fueron fundidos en las cecas del
imperio fueron escondidos por sus poseedores, como lo demuestra el gran tesoro escondido
por estos años en Reka Devnia –el mayor tesoro de denarios conocido- producto
sin duda de la inseguridad generada en la zona del Danubio por la invasión de
los godos bajo el mando del rey Cniva, pero también de la política monetaria de
Decio.
Para Kenneth Harl, el proceso de reacuñación
tiene que haber sido acompañado de una revaluación del áureo, que a partir de
este momento debe haber pasado a valer 25 antoninianos, para preservar entre
estas monedas una taza de cambio razonable con el valor relativo de la plata y
el oro.
El público romano estaba
acostumbrado a utilizar un circulante heterogéneo en el que convivían las
acuñaciones de diversos emperadores. El proceso de reacuñación cambió
radicalmente esta realidad generando un importante nivel de homogeneización. Es
posible, en consecuencia, que la emisión de la serie de antoninianos dedicados
a emperadores divinizados del pasado buscara no sólo rendir homenaje a estos
soberanos, sino también reintroducir sus familiares rostros que estaban desapareciendo
por la reacuñación y restablecer artificialmente, de esta forma, la
heterogeneidad del circulante que el público romano estaba habituado a tener en
sus manos. El objetivo era, sin duda, facilitar la aceptación de las nuevas
monedas y generar confianza en el valor de las mismas. Recordemos que el
emperador Trajano había recurrido a una medida semejante a principios del siglo
II d.C. acuñando denarios que imitaban tipos históricos cuando un proceso de
reacuñación los hacía desaparecer del circulante romano.
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