La producción numismática durante
el reinado solitario de Galieno ofrece un fiel reflejo de las extremas
dificultades experimentadas por el imperio en esos años críticos del siglo III,
en los que la supervivencia misma del Imperio parecía amenazada. El reducido
territorio bajo el control del emperador no se encontraba, evidentemente, en
condiciones de generar recursos fiscales suficientes como para hacer frente a
los crecientes gastos militares. El Estado debió recurrir al expediente
habitual y el resultado de ello fue un abrupto y radical deterioro en la
calidad de las acuñaciones.
El deterioro de las monedas
Al igual de lo que había sucedido
durante los reinados de sus inmediatos antecesores, el antoniniano fue la
moneda más afectada por esta situación. Su contenido de plata cayó
permanentemente en los años en que Galieno ocupó el trono para llegar a tan sólo
un irrisorio 2,5% en el 268 d.C. Al transformarse la principal denominación de
plata del imperio de esta forma en una pequeña moneda de bronce, se dejó
totalmente de lado la producción de las viejas monedas en ese metal, como el
sestercio, que pasó a transformarse en una moneda de cuenta. Galieno acuñó sus últimos
sestercios en el 262 d.C. Al igual de lo que sucedía con los denarios, algunos emperadores
posteriores producirían todavía algunas series muy limitadas de monedas de
bronce, (normalmente asses) para fines exclusivamente ceremoniales.
El impacto de la crisis fiscal
también se hizo sentir en las monedas de oro. En efecto, el tamaño de los áureos
se redujo considerablemente en este período y se los acuñó con pesos muy variables,
llegando a salir de las cecas algunos ejemplares minúsculos de alrededor de un
gramo de peso. Es probable que esto sea una señal de la generalización de la práctica
del pesado de las monedas de oro. El valor de cada pieza habría sido
determinado puntualmente mediante una balanza para cada transacción. Las
monedas de oro habían dejado, de esta forma, de representar denominaciones con
un valor garantizado por el Estado para transformarse en simples lingotes cuyo
valor dependía exclusivamente de su contenido metálico.
La iconografía
El aspecto más notable de las
acuñaciones de Galieno es, sin duda, su iconografía que incluye muchos tipos
novedosos y muy originales, como la extraña serie de áureos con la leyenda del
emperador en femenino (GALLIENAE AVGVSTAE), que ha intrigado a los numismáticos
desde el Renacimiento (un ejemplo en la imagen sobre este párrafo).
También es muy llamativa una serie
de antoninianos con representaciones de animales que conmemoran a varias divinidades
(Apolo, Diana, Júpiter Líber-o Baco, Neptuno y Sol.) con la leyenda CONS AVG. Los
motivos de estas monedas han sido interpretados como una propiciación
ceremonial en período de crisis.
Más inusual todavía es una serie
de monedas de bronce del final de su reinado que, en lugar de llevar el retrato
del emperador en el reverso, tienen una representación del genio del pueblo
romano, mientras que el reverso contiene sólo las letras es SC dentro de una
corona de laurel y –sólo en algunos ejemplares- también la leyenda INT[roitus]
VRB[is] "la entrada a Roma”. Estas acuñaciones han sido convincentemente
relacionadas con el regreso de Galieno a Roma tras su visita a Atenas en el 266
d.C. (un ejemplo en la imagen sobre este párrafo).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario