Matriz para la producción de Paduanos con retratos de los doce Césares por fundición - Reproducción ampliada de anverso y reverso debajo
La semana pasada publiqué una introducción general a la vida y obra de Giovanni da Cavino, el creador de las piezas que hoy se conocen genéricamente
con el nombre de “paduanos”, geniales imitaciones de monedas antiguas a mitad
de camino entre la falsificación y la creación artística original. En esta
segunda parte de la serie quiero detenerme en los métodos de producción
utilizados en su taller y en las diferencias que permiten distinguir fácilmente
a los paduanos de sestercios originales.
¿Falsificaciones o imitaciones?
El carácter heterogéneo de la
producción del taller Cavino pone claramente de manifiesto que su objetivo no
era engañar a sus clientes. Todo ello no significa, sin embargo, que terceros
hayan intentado luego hacer pasar piezas de Cavino por monedas antiguas
auténticas, desgastándolas y repatinándolas artificialmente para darles el
aspecto de piezas acuñadas durante el Imperio romano. De hecho, hasta el siglo
XIX, no era extremadamente raro encontrar sestercios paduanos confundidos con
originales en importantes colecciones europeas.
Sus métodos de producción
El centro del arte de Cavino
radica en su maestría en el grabado de los cuños. Por fortuna, se conservan
actualmente en la Biblioteca Nacional de París 122 de los que él produjo
(grabados en acero) que permiten apreciar el nivel de su trabajo. Los mismos
llegaron a Francia en el siglo XVIII. Habían permanecido hasta esa época en
poder de una familia de Padua. Los cospeles eran producidos con gran cuidado y
eran, por lo tanto, mucho más regulares que los de los sestercios romanos.
En el taller de Cavino también se
producían ejemplares fundidos. Es muy interesante la conservación de la matriz de
una pequeña colección de sestercios con retratos de los doce césares de
Suetonio destinada a la fabricación de moldes para la producción de ejemplares
fundidos. En la matriz, como puede verse en las fotografías que acompañan este
texto, los sestercios aparecen unidos por pequeños canales de vertedera, listos
para servir de arquetipo en la fabricación de un molde en el que luego se
vertería el metal fundido. Es, en mi opinión, muy probable que los doce
sestercios se vendieran luego en conjunto como una pequeña colección
representando a los emperadores biografiados por Suetonio, como una variante
económica en comparación con los ejemplares acuñados.
Los sestercios de Cavino fueron
muy exitosos con el público y rápidamente fueron imitados por otros talleres de
la ciudad. Los productos de estos otros talleres también son conocidos como
paduanos. El propio taller de Cavino siguió produciendo, por otra parte, copias por bastante tiempo después de su muerte. Por lo tanto, que a una pieza se la designe como paduana no significa
automáticamente que proceda del mismo Cavino. En algunos casos, la atribución es
dudosa. Los únicos ejemplares que pueden adjudicársele más allá de toda duda
son aquellos producidos con los cuños que se conservan en la biblioteca de
París, junto con unos pocos que le son adjudicados expresamente en otras
fuentes o que llevan su nombre. Estas piezas son mucho más raras y valiosas,
siendo lo más común los ejemplares fundidos a partir de sus matrices o
utilizando sus acuñaciones o copias de las mismas como modelos.
Cuño original de Cavino con retrato de Marco Aurelio
Diferencias entre los paduanos y sestercios originales
Dado el nivel de conocimiento
existente hoy en día, es difícil que una pieza de Cavino pueda pasar por un
original. A pesar de que Cavino logró imitar el estilo antiguo con una
habilidad genial, sus producciones presentan una serie de diferencias
importantes con las monedas romanas. En primer lugar, los sestercios de Cavino
son producidos en cospeles mucho más delgados que los antiguos, por lo que su
peso es también sensiblemente inferior, lo que facilita su detección. Por otra
parte, los cospeles de los paduanos son mucho más regulares en su forma
circular que los originales romanos y la calidad de su grabado es mucho mejor,
con un gran cuidado del detalle. Las letras de las leyendas son también mucho
más regulares, porque en lugar de grabar cada una a mano, como hacían los
romanos, Cavino utilizaba pequeños cuños para agregarlas. Por supuesto, los
ejemplares fundidos son mucho más fáciles de detectar, presentando en su superficie las porosidades y pequeñas burbujas producidas al verter el metal líquido en los moldes.
En líneas generales, las
diferencias reflejan el hecho de que los paduanos eran cuidados objetos
artesanales producidos en pequeña escala, mientras que las monedas romanas se
fabricaban con gran velocidad y en una escala casi industrial.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario