lunes, 28 de marzo de 2016

El tesoro vikingo de Watlington


Hallazgo y composición


En octubre de 2015, un aficionado a la detección de metales descubrió en los terrenos de una granja en la localidad de Watlington, en el condado de Oxfordshire un sorprendente tesoro vikingo que arroja nueva luz sobre uno de los períodos más oscuros de la historia de Inglaterra. El tesoro fue excavado y estudiado por especialistas del Museo Británico y del Ashmolean Museum de la Universidad de Oxford.

El tesoro está compuesto por piezas plata. 186 monedas (algunas fragmentarias), 15 lingotes y 7 piezas de joyería, incluyendo algunos de los típicos brazaletes vikingos. También se halló un pequeño trozo de oro.


Acuñaciones de los reyes sajones


Las monedas son acuñaciones conjuntas del rey de Wassex Alfredo el Grande y el poco conocido rey de Mercia Ceolwulf II. La evidencia proporcionada por las mismas permite datar el momento del enterramiento hacia finales de la década del 870. Habría sido escondido después de que en 878 Alfredo el Grande derrotó al “Gran Ejército Pagano” (nombre derivado de la Crónica sajona del año 865) liderado por el jefe vikingo Guthrum. Un acontecimiento fundacional en la historia de Inglaterra, pues obligó a los Vikingos a retirarse hacia el norte y abrió el camino para la unificación política de gran parte de la isla.



Algunas de las monedas muestran a los dos reyes sajones sentados lado a lado, en un estilo conocido como los "dos emperadores", un motivo inspirado en las monedas romanas del siglo 4 de los emperadores Valentiniano y Valente. 

El objetivo de estas monedas habría sido hacer una declaración sobre la cooperación política entre los dos soberanos. Sabemos, sin embargo, que la alianza sería de corta vida y que Alfredo eliminaría poco después a Ceolwulf del camino para anexionar Mercia a sus dominios.

De acuerdo con lo estipulado por la legislación inglesa sobre descubrimientos arqueológicos,[1] el tesoro sería comprado de manera conjunta por el Museo Británico y el Ashmolean Museum para su exposición permanente al público.






[1] Se trata de una ley del año 1996 conocida como Treasure Act. Esta ley obliga legalmente a los que encuentran objetos antiguos a informar de su hallazgo a las autoridades. Una investigación dirigida por un juez de instrucción determina a continuación si el hallazgo puede considerarse un tesoro o no. Si se declara que efectivamente es un tesoro, entonces el propietario debe ofrecer el artículo a la venta a un museo a un precio fijado por un comité independiente de expertos en antigüedades. Sólo si el museo no expresa ningún interés o no es capaz de pagar el precio fijado por los expertos, entonces el descubridor puede venderlos libremente a cualquier interesado. Se trata de una ley ejemplar que hace poco atractivo el mercado negro de bienes arqueológicos no reportados. Otros países aplican una legislación punitiva que no recompensa a los descubridores y consiguen muchos menos resultados que Inglaterra.

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