Medallón de Justiniano robado y fundido en 1831
En una entrada sobre las
colecciones numismáticas más importantes del mundo mencionaba la del Gabinete
de Medallas (Cabinet des Médailles) de la Biblioteca Nacional de Francia, una
de las más importantes del mundo con más de 520.000 piezas, de las que unas
225.000 son monedas de la Antigüedad. Esta colección sería hoy día todavía
mucho más importante si no hubiera sido víctima, el 5 de noviembre de 1831, de
uno de los mayores y más trágicos robos padecidos por un museo en la historia.
En esta entrada quiero contaros sobre ese terrible acontecimiento.
Es un hecho conocido que los
museos “odian las colecciones de monedas”, pues son objetos de pequeño tamaño
que no atraen demasiado la atención de los visitantes y son particularmente
difíciles de proteger de los ladrones. En el 2007, el museo de la American
Numismatic Society sufrió el robo de unas 300 monedas con un valor aproximado
de un millón de dólares, mientras que en 2010, 44 monedasfueron robadas del museo de
la Universidad de Tübingen (Alemania) por mencionar sólo un par de ejemplos
recientes. Pero el robo más importante de monedas antiguas sufrido por un museo
ocurrió en el siglo XIX
El robo
Dos ladrones aprovecharon la oscuridad de una fría noche de noviembre del año 1831 para introducirse en la sede del gabinete de medallas en París. Sin ser detectados, lograron llevarse un enorme botín de 80 kilos de objetos de metales preciosos que incluía, entre otras cosas, cajas repletas de las monedas más valiosas de la colección, más de 2.000 en total. El valor de esas piezas ya era incalculable por aquel entonces, pero el objetivo de los delincuentes no era vender las piezas robadas como antigüedades, sino fundirlas y desprenderse del oro en forma de lingotes. Las ganancias a obtener de esa forma eran muchísimo menores, pero el oro fundido tenía la ventaja de no revelar su procedencia.
La policía actuó con gran rapidez
y logró apresar a los ladrones en poco tiempo. Sin embargo, para cuando fueron
descubiertos, habían logrado llevar a cabo la mayor parte de su plan y ya habían
fundido aproximadamente un 90 % de su botín. En lugar de las monedas, los
agentes del orden pudieron, en consecuencia, recuperar sólo los lingotes
todavía calientes en los moldes en los que habían sido vertidos.
Las abejas de Childerico
Las pérdidas
Las pérdidas fueron terribles, porque los ladrones destruyeron muchas piezas únicas, especialmente medallones romanos. Los mayores tesoros de la colección se perdieron así para siempre. Entre los objetos no monetarios, la pérdida más valiosa fue la de los objetos de oro del tesoro hallado al descubrirse la tumba del rey franco Childerico en 1653. El tesoro incluía un precioso manto decorado con 300 abejas de oro. Dos de estas abejas fueron de los pocos objetos que la policía pudo recuperar del tesoro.
Muchas de las monedas perdidas
eran ejemplares únicos. Una de las piezas más valiosas entonces destruidas fue
un enorme medallón del emperador Justiniano del que, por fortuna, además de
diversas ilustraciones como la que encabeza esta entrada, todavía existe una
copia hecha mediante electrotipo que nos permite apreciar con precisión cuál
era su aspecto. El medallón en cuestión era un
múltiplo de 36 solidi (164gr. de oro), que había sido descubierto en 1751.
En el anverso presentaba un busto de Justiniano como general, armado con una lanza y una coraza y coronado con una diadema. La leyenda alrededor del retrato rezaba Dominus Noster Iustinianus Perpetuus Augustus (Nuestro Señor Justiniano, Perpetuo Augusto).
El reverso mostraba nuevamente a Justiniano, esta vez montando a caballoFrente a él marchaba una victoria sosteniendo una palma y un trofeo bajo el brazo izquierdo. La inscripción del exergue indicaba a Constantinopla como la ceca donde había sido acuñada la pieza. La leyenda del anverso era: Salus et Gloria Romanorum (Seguridad y gloria de los romanos). Siempre se ha considerado que semejante pieza habría sido acuñada para marcar las particularmente suntuosas celebraciones del triunfo sobre los vándalos y la reconquista de Cartago por Belisario en el año 534 d.C. El valor de esta moneda sería hoy incalculable.
En el anverso presentaba un busto de Justiniano como general, armado con una lanza y una coraza y coronado con una diadema. La leyenda alrededor del retrato rezaba Dominus Noster Iustinianus Perpetuus Augustus (Nuestro Señor Justiniano, Perpetuo Augusto).
El reverso mostraba nuevamente a Justiniano, esta vez montando a caballoFrente a él marchaba una victoria sosteniendo una palma y un trofeo bajo el brazo izquierdo. La inscripción del exergue indicaba a Constantinopla como la ceca donde había sido acuñada la pieza. La leyenda del anverso era: Salus et Gloria Romanorum (Seguridad y gloria de los romanos). Siempre se ha considerado que semejante pieza habría sido acuñada para marcar las particularmente suntuosas celebraciones del triunfo sobre los vándalos y la reconquista de Cartago por Belisario en el año 534 d.C. El valor de esta moneda sería hoy incalculable.
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