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476 ¿El fin del mundo romano?
Tradicionalmente, se considera que la destitución del joven emperador Rómulo Augústulo en el año 476 de nuestra era señala el final del Imperio Romano de Occidente y, de esta manera, también el final de la Antigüedad y el comienzo de la Edad Media. Los historiadores construyeron a partir de este acontecimiento un punto de ruptura, pero el mismo no fue percibido por sus contemporáneos de la misma manera. De hecho, las fuentes de la época prácticamente no hacen referencia al acontecimiento, lo que parece indicar que no le adjudicaron mucha importancia. Como señaló el gran historiador italiano Arnaldo Momigliano, la caída del Imperio Romano fue una “caduta sensa rumore”, una caída sin ruido.
Al contrario de lo afirmado tradicionalmente, el estudio del período post-caída indica el importante nivel de continuidad con la época precedente. Uno de los ámbitos en los que esa continuidad es particularmente clara, es el numismático. En efecto, no puede apreciarse en el mismo ningún quiebre significativo. Por el contrario, el sistema monetario romano siguió en vigor en todo el Occidente Europeo y el norte de África por más de un siglo tras la caída del Imperio. Los reyes germánicos siguieron afianzando sus espacios de poder y, por supuesto, acuñaron sus propias monedas, pero éstas eran una continuación de las romanas, a tal punto que, salvo algunas excepciones, seguían llevando el nombre y retrato de los emperadores que gobernaban en Constantinopla.
Las acuñaciones de Odoacro
La continuidad puede observarse muy claramente en Italia. Cuando Odoacro depuso a Rómulo Augústulo, la novedad fue que, en lugar de colocar a un nuevo emperador títere en el trono, se decidió a dejar éste vacante, enviando en su lugar las insignias imperiales a Constantinopla, esperando que el emperador oriental Zenón estuviera dispuesto a asumir la soberanía nominal sobre los territorios occidentales. Zenón rechazó las insignias argumentando que en Occidente existía todavía un emperador legítimo, Julio Nepote, que había sido el soberano depuesto al momento de ascender Rómulo Augústulo al trono. Odoacro asumió el título de rey y gobernó Italia de manera completamente independiente, reconociendo de manera sólo simbólica la soberanía de Nepote y Zenón.
Anverso de moneda de plata de Odoacro con su retrato
Las primeras monedas de Odoacro fueron copias idénticas de las de Rómulo Augústulo en las que su nombre fue remplazado por el del emperador oriental Zenón (como puede reconocerse claramente en las imágenes que encabezan esta entrada).
Durante todo el reinado de Odoacro, las monedas de oro acuñadas en Ravena y Roma siguieron llevando los nombres de Zenón y Julio Nepote (hasta la muerte de éste en el 480). Mientras reservaba el oro a los emperadores, Odoacro acuñó, sin embargo, monedas de plata y bronce con su propio nombre y retrato, en las que aparece representado sin ornamentos y, según la tradición germánica, con bigote (imagen sobre este párrafo). La gran rareza de estas piezas indica que fueron producidas en cantidades poco significativas.
Durante todo el reinado de Odoacro, las monedas de oro acuñadas en Ravena y Roma siguieron llevando los nombres de Zenón y Julio Nepote (hasta la muerte de éste en el 480). Mientras reservaba el oro a los emperadores, Odoacro acuñó, sin embargo, monedas de plata y bronce con su propio nombre y retrato, en las que aparece representado sin ornamentos y, según la tradición germánica, con bigote (imagen sobre este párrafo). La gran rareza de estas piezas indica que fueron producidas en cantidades poco significativas.
El reino ostrogodo bajo Teodorico y sus monedas
En un intento por recuperar el control sobre Italia, el emperador Zenón le ordenó a Teodorico, en el año 488 marchar con sus tropas y su pueblo a Italia y deponer a Odoacro. Teodorico era un godo amalo que había pasado gran parte de su infancia y adolescencia en Constantinopla como rehén en la corte del emperador León. Posteriormente, como líder de su pueblo, se había desempeñado como comandante militar al servicio de los romanos.
Teodorico llegó a Occidente en el 489. La guerra contra Odoacro duró cuatro años y trajo gran destrucción y sufrimiento. Para el 493, toda Italia, incluyendo Sicilia, estaba bajo el control de Teodorico, y la influencia de Odoacro se había reducido a la sitiada ciudad de Ravenna. Odoacro negoció un acuerdo de gobierno conjunto y abrió la ciudad a los ostrogodos. Diez días después, Teodorico organizó un banquete, en el que Odoacro fue capturado y asesinado. El magnicidio fue seguido de la ejecución de la esposa e hijo del rey depuesto y también del exterminio de un gran número de personas de su tribu.
Teodorico llegó a Occidente en el 489. La guerra contra Odoacro duró cuatro años y trajo gran destrucción y sufrimiento. Para el 493, toda Italia, incluyendo Sicilia, estaba bajo el control de Teodorico, y la influencia de Odoacro se había reducido a la sitiada ciudad de Ravenna. Odoacro negoció un acuerdo de gobierno conjunto y abrió la ciudad a los ostrogodos. Diez días después, Teodorico organizó un banquete, en el que Odoacro fue capturado y asesinado. El magnicidio fue seguido de la ejecución de la esposa e hijo del rey depuesto y también del exterminio de un gran número de personas de su tribu.
El medallón de Senigallia
Teodorico era ahora el rey de los ostrogodos y de los romanos en Italia. A pesar de que su poder era en realidad independiente, Teodorico no reclamó las tradicionales atribuciones imperiales, respetando, por lo menos en las formas, la ficción de que gobernaba por encargo del emperador en Constantinopla. Esa actitud es claramente visible en sus monedas, acuñadas en las cecas de Ravena, Milán y Roma. Las de oro conservan un aspecto netamente romano, con los bustos de los emperadores Anastasio y Justino. Las piezas de plata, por su parte, tienen el busto del emperador oriental en el anverso y el monograma de Teodorico en el reverso. El rey ostrogodo fue, entonces, más conservador que Odoacro, no atreviéndose a colocar su propio rostro en ninguna de sus acuñaciones.
La única pieza conocida en la que aparece el busto de Teodorico es un medallón de tres sólidos, evidentemente acuñado por algún motivo en particular. Se conserva un solo ejemplar, por lo que es claro que se trató sólo de una pieza excepcional. Se ha supuesto que el busto, que es casi una figura de medio cuerpo, fue copiado de una estatua o una imagen en un mosaico de Teodorico.
El único ejemplar conocido de este medallón fue descubierto en la ciudad Italiana de Senigallia en el año 1894 y desde 1923 se conserva en el Museo Nacional Romano en el Palacio Massimo alle Terme. En el 1900 se hizo una copia para el rey Vittorio Emanuele III y algunos museos importantes del mundo poseen sus propias copias hechas con posterioridad a partir de esta copia.
El retrato de Teodorico en el anverso es fascinante, tanto por la gran calidad del grabado del cuño, como por la extraña combinación de elementos góticos y romanos. La primera impresión es que Teodorico ha elegido presentarse de un modo muy romano: identificado por una inscripción en latín y títulos romanos, llevando una coraza y una capa (a la manera de los retratos de las monedas contemporáneas de los emperadores romanos de Oriente), y sosteniendo una esfera coronada por una victoria, que es el motivo que se repite en el reverso. La leyenda del anverso (REX THEODERICVS PIVS PRINCIS) lo declara rey y la del reverso (REX THEODERICVS VICTOR GENTIVM) añade su condición de conquistador de pueblos. En suma, una representación en la más plena tradición de los emperadores romanos.
Pero si miramos con un poco de más atención, veremos que hay elementos que no coinciden con ese marco romano. En primer lugar, Teodorico se muestra con largos cabellos que cubren sus orejas, y, sobre todo, -lo que era impensable para un romano- con un delgado bigote, como ya vimos que también lo había hecho Odoacro en sus monedas. No hay representación conocida de ningún siglo, que muestre a un romano o, incluso, a un griego, con un bigote, a menos que sea acompañado por una barba. De hecho, el bigote era tan ajeno a las costumbres de los romanos que en latín ni siquiera existe la palabra “bigote”. El bigote era la marca distintiva de los godos y otros pueblos germánicos.
Aparentemente, Teodorico quiere demostrar que por debajo de la parafernalia romana que simboliza su poder, él sigue conservando su identidad como godo. Un mensaje adecuado para el pequeño círculo de funcionarios y altos oficiales en su entorno que habrían recibido copias de estos valiosos medallones.
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