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sábado, 9 de diciembre de 2017

Un áureo de Quinto Cornificio, una de las más bellas monedas de la historia de Roma

áureo de Q. Cornificio anverso

El personaje Quinto Cornificio


Quinto Cornificio (o Cornuficio) era un senador romano de una familia noble pero de segunda línea. Se destacó gracias a sus dotes literarias y a su talento para los discursos, alcanzando gran fama como orador y poeta. No debe sorprendernos entonces su amistad con Catulo y Cicerón.

En la convulsionada época final de la República Romana, Cornificio tomó partido por el bando de César en la guerra civil contra Pompeyo (49-45 a.C.) y obtuvo algunos éxitos significativos combatiendo en la región de Iliria y, luego, en Oriente, en Cilicia y Siria. Como recompensa, César le concedió la posición sacerdotal de augur y lo designó pretor para el año 45 a.C.

Tras haberse desempeñado en la pretura, Cornificio fue designado por el senado para asumir la gobernación de África. A pesar de haber apoyado a César, tras su asesinato, Cornificio se mantuvo en el bando senatorial. En el 43 a.C., el Segundo Triunvirato, que incluía a Marco Antonio, lo proscribió y le dio su provincia a Tito Sexto. Cornuficio, se opuso, sin embargo, a los triunviros y fue derrotado en una batalla cerca de Utica en el 42 a.C. Murió abandonado por sus soldados, a los que en sus últimas palabras increpó afirmando que eran "liebres con casco".




El áureo del 43 a.C.


Para pagar a las tropas que había reunido para resistir a los triunviros, Cornificio hizo acuñar áureos y denarios de excepcional calidad artística, que sin duda se encuentran entre lo mejor del arte numismático romano.

El anverso porta la cabeza de Júpiter Amón. El retrato tiene un excelente acabado artístico que se evidencia en la cuidada representación de los más mínimos detalles de su barba. El gesto es serio y expresivo y tiene un aire realista poco habitual en las representaciones numismáticas.

En el reverso vemos, a su vez al mismo Q. Cornuficio parado a la izquierda, usando velo y sosteniendo el lituus en la mano derecha. Se trataba de los emblemas de su posición como augur. A su derecha, se encuentra la diosa Juno Sospita, con cuervo posado en el hombro izquierdo, sosteniendo lanza y escudo en la mano izquierda y coronando a Q. Cornuficio con la mano derecha con una corona de laureles. La leyenda Q.CORNVFICI.AVGVR.IMP puede traducirse como Quino Cornificio augur y general.

De un poeta como Cornificio no podía esperarse otra cosa que una moneda de gran belleza. En mi humilde opinión, una de las más hermosas de la historia de Roma.

sábado, 4 de marzo de 2017

Las monedas del último republicano: Quinto Labieno




Las monedas de Quinto Atio Labieno se encuentran entre las más raras del período que siguió a la muerte de César. Son especialmente interesantes pues nos acercan a la historia de una lucha desesperada. El plan de los asesinos de César de restablecer la república se reveló pronto imposible. Tras la muerte de Bruto y Casio en la batalla de Filipos en el año 42 a.C., no existían fuerzas importantes capaces de amenazar seriamente el poder de los cesarianos. Algunos opositores mantuvieron, sin embargo, todavía por varios años una enconada lucha contra los herederos de César en nombre de la república.

La enemistad con César, una herencia familiar


Uno de ellos fue Quinto Labieno. La oposición a los cesarianos era para él una herencia familiar. Su padre, Tito Labieno, había servido por muchos años con distinción bajo el mando de César. Labieno padre fue, de hecho, uno de los comandantes más capaces del ejército romano en las guerras que culminaron con la anexión de la Galia. Sus brillantes victorias le habrían seguramente proporcionado el honor de un triunfo, si él hubiera sido un gobernador y no sólo un subordinado. 

Labieno se volvió enormemente rico gracias a César, pero éste era mucho más generoso a la hora de compartir su dinero que cuando se trataba de su gloria o de su poder. Es probable que Labieno sintiera que no se reconocía su mérito en forma adecuada y que ello haya afectado su relación con César. Finalmente, en el año 49 a.C., Labieno se unió al bando pompeyano cuando lo guerra civil se hacia inminente. Desde ese momento, se convirtió en uno de los enemigos más acérrimos de su antiguo líder. Fue uno de los comandantes que sobrevivieron la debacle pompeyana en Farsalia y prefirieron huir para seguir la lucha antes que entregarse a César. Finalmente, Labieno encontró la muerte en España, peleando contra su enemigo en la batalla de Munda (45 a.C.).


denario de Quinto Labieno
Denario de Quinto Labieno


¿Republicano o traidor?


Quinto Labieno se decidió a continuar la lucha a la que su padre había dedicado su vida. Tras el asesinato de César se unió al bando republicano y fue enviado en misión diplomática a la corte del rey parto Orodes, con el fin de obtener su apoyo para las tropas republicanas. Tras la derrota en Filipos, Labieno permaneció en la corte del rey parto como un valioso consejero, pues sabía que el regreso a Roma hubiera significado una muerte segura. Labieno convenció a Orodes de intentar promover un levantamiento de las provincias orientales contra Marco Antonio. El rey parto envió a su hijo Pacoro y a Labieno al frente de un importante ejército a invadir Siria. Su avance alcanzó con rapidez éxitos espectaculares, sobre todo, porque numerosas unidades que habían peleado bajo el mando de Bruto y Casio se sublevaron para unirse a los invasores. Labieno asumió entonces el rimbombante título de “imperator parthicus”, parodiando los honores de los triunfadores romanos, e hizo acuñar sus propias monedas.


Busto de Quinto Labieno
Busto de Quinto Labieno

En una importante batalla, Labieno y Pacoro derrotaron a las tropas del gobernador Saxa en Asia menor. Tras la victoria, numerosas ciudades de la región se les entregaron abiertamente. La casi totalidad del Oriente romano había caído, con poco esfuerzo, en sus manos. Pero estos éxitos fueron sólo pasajeros. En el año 39 a.C., un contraataque bajo el mando de Publio Ventidio Basso le infligió a la fuerza parto-romana una derrota decisiva y Labieno fue ejecutado.

Durnte su breve control del oriente romano, Labieno acuñó diversas monedas de oro y plata. Las mismas fueron utilizadas, con seguridad, para pagar a sus tropas romanas y garantizarse así su lealtad. Tras la derrota, las monedas de Labieno fueron fundidas por los vencedores, lo que explica su extrema rareza hoy en día.

En el anverso, Labieno hizo representar su propio rostro. En el reverso encontramos un caballo sin jinete, probablemente una alusión a la caballería parta que integraba sus fuerzas. Las interpretaciones sobre la carrera de Labieno son diversas. ¿Qué piensa el lector? ¿Fue el último de los republicanos o sólo un traidor dispuesto a entregar su patria a un poder extranjero?

miércoles, 5 de junio de 2013

Las monedas de Sexto Pompeyo

monedas de Sexto Pompeyo


El breve período entre el asesinato de Julio César y el inicio del principado de Augusto (44 – 27 a.C.) es uno de los más interesantes de la historia de Roma, particularmente desde el punto de vista numismático. El destino de la república ya estaba, para ese entonces, definitivamente sellado. Sólo restaba dirimir quien se transformaría en el sucesor de César como nueva cabeza del mundo romano. Tras la derrota y muerte de Bruto y Casio, Marco Antonio y Octaviano se dividieron el mundo romano. Entre los pocos que les siguieron ofreciendo resistencia se encontraba Sexto Pompeyo, quien acuñaría algunas de las monedas más atractivas de esta convulsionada época.

Una herencia familiar


Para Sexto Pompeyo, la oposición a los cesarianos era una herencia de familia. El hijo de Pompeyo Magno había sobrevivido la derrota definitiva de las últimas fuerzas pompeyanas en Hispania en la batalla de Munda del 46 a.C. y continuado con unos pocos seguidores la resistencia contra César. Una serie de éxitos contra los lugartenientes harían crecer su fama y sus seguidores, de modo que en un par de años había reunido en ejército de seis legiones.

El asesinato de César cambió radicalmente la situación de Sexto Pompeyo. El senado le permitió recibir parte de su herencia y le confirió el estratégico mando sobre la flota como praefectus classis et orae maritimae. Pompeyo estableció su base en Marsella y utilizaría los nuevos recursos para hacerse del control de Sicilia y transformarla en su base de operaciones. Tras el establecimiento del triunvirato utilizaría la flota para hostigar el tráfico marítimo hacia Roma generando problemas de desabastecimiento y hambrunas en la ciudad que minaban la popularidad de Octaviano con la plebe romana.

denario de Sexto Pompeyo

En el 42 a. C. Octaviano envió a la isla a su legado Quinto Salvidieno Rufo con una flota pero éste fue derrotado de manera decisiva en el estrecho de Sicilia. Tras esta batalla, Octaviano tuvo que interrumpir las operaciones para concentrar la atención en la campaña contra Bruto y Casio en Oriente.

Dueño de los mares


Sexto Pompeyo se encontraba en la cima de su poder. Es de este período que proceden sus acuñaciones, notables por la originalidad y nivel artístico de sus motivos. Su atractivo diseño y su rareza las hacen muy codiciadas por los coleccionistas y pueden alcanzar valores elevados.

A diferencia de Bruto y Labieno, Sexto prefirió colocar el rostro de su padre en el anverso de sus monedas, apareciendo el suyo junto con el de aquél sólo en algunos reversos, como el del exquisito áureo cuya imagen encabeza esta entrada.

denario de Sexto Pompeyo


Especialmente atractivos son los diseños de los denarios acuñados para conmemorar el triunfo sobre la flota de Salvidieno Rufo, cuyas imágenes acompañan este texto. En uno de ellos vemos una galera adornada con el aquila, el cetro y el tridente delante del Faro de Mesina decorado con una estatua de Neptuno y en el reverso al monstruo Escila. En la otra a Neptuno y un trofeo marítimo.


El fin


En el año 39 a.C., Pompeyo llegó a un pacto con los triunviros que le permitió afianzar su base de poder autónoma en la isla de Sicilia. El acuerdo sería, sin embargo, breve. Octaviano dedicaría un par de años a reunir una flota y contingentes de tropa adecuados para enfrentar a Pompeyo. Las operaciones iniciaron en el verano del año 36 a.C. bajo el comando de M. Vipsanio Agripa, el brillante lugarteniente de Augusto, que obtendría la victoria definitiva en la batalla de Nauloco en septiembre de ese mismo año. Pompeyo lograría todavía huir a Oriente donde sería finalmente apresado y ejecutado por lugartenientes de Marco Antonio.