La inflación y la crisis del siglo III
El Imperio Romano se vio sometido durante el siglo III a una profunda crisis que sacudió sus fundamentos políticos, militares y económicos. En este último plano, una de las señales más visibles de la crisis fue una fuerte inflación producto del continuado deterioro en la calidad de la moneda, es decir, en su contenido metálico. Las permanentes guerras significaban una carga enorme para el fisco, en una época en la que no existían mecanismos de financiamiento para cubrir el déficit del Estado. La única alternativa era disminuir el contenido en metal precioso o el tamaño de cada pieza para poder producir más monedas con la misma cantidad de metal.
Todas las denominaciones del sistema monetario romano se vieron afectadas por este proceso y, entre ellas, también el sestercio, cuyo tamaño y calidad se deterioró fuertemente durante el siglo III. Una respuesta frecuente a este problema por parte de los emperadores fue introducir nuevos tipos de moneda con un valor nominal más alto que las precedentes.
El doble sestercio de Trajano Decio
Uno de los diversos experimentos monetarios para responder a la inflación fue el “doble-sestercio” introducido por Trajano Decio durante su breve reinado (249-251). Era una moneda de gran tamaño (aproximadamente unos 38 gr. de peso) hecha de oricalco (la aleación también conocida con el nombre de latón). En realidad, la nueva moneda era poco más grande que los sestercios tradicionales del Alto Imperio, pero no fue un éxito.
Los sestercios dobles de Trajano son monedas impresionantes y si bien no convencieron a los contemporáneos son muy codiciados por los coleccionistas modernos. Ejemplares bien conservados alcanzan valores muy altos. Las imágenes que acompañan esta entrada ilustran a la perfección la gran calidad técnica con que Decio hizo producir la nueva moneda, se trata de verdaderas obras maestras. Su gran superficie permite a los grabadores explayarse en los detalles de los majestuosos retratos del emperador y su esposa, que reproducen un estilo clásico y de gran calidad. Lo mismo sucede con los motivos de reverso, con representaciones de, entre otras divinidades, Victoria, Felicitas y Pudicitia. Las leyendas apuntan a exaltar los tradicionales valores y la confianza en la invulnerabilidad de Roma.
Un fracaso similar al de esta moneda acompañaría, de hecho, a todas las iniciativas políticas relevantes de Decio, como su intento de erradicar el cada vez más difundido cristianismo con una dura persecución o el de expulsar las bandas de godos que habían penetrado en el territorio del imperio. Decio moriría, junto con su hijo, luchando contra los godos en la batalla de Abrito. Sería el primer emperador en perder la vida de esa forma, pero no el último.
El sestercio doble cayó pronto en desuso, pero fue revivido por el emperador gálico Póstumo (259-268). Póstumo hizo acuñar su propia versión del doble-sestercio, a menudo tomando sestercios antiguos y sobre-acuñándolos, probablemente debido a la escasez de metal. Los sestercios dobles desaparecerían junto con el imperio gálico y el mismo sestercio sería pronto suprimido del sistema monetario romano, siendo los últimos acuñados en nombre de Aureliano.
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