Hace unas semanas escribía aquí sobre el nuevo récord de valor para lasubasta de una moneda alcanzado por un dólar de plata “flowing-hair” de 1794, 10 millones de dólares. Hace unos días leía un excelente artículo de Donn Pearlman en Numimaster que revela la historia de esta moneda y todo el trabajo de investigación numismático y de marketing que hizo posible que su valor alcanzara esa cifra excepcional. El punto de vista de Pearlman es especialmente interesante al haber él desempeñado un papel central como asesor experto para distintos dueños de la moneda. Las lecciones del caso se aplican también a las monedas antiguas y por ello quería compartir con vosotros los detalles del caso y algunas reflexiones generales.
De récord a récord
Este ejemplar de dólar de plata
es considerado desde hace muchas décadas uno de los mejores en existencia y
tienen un espectacular pedigrí de notables dueños y subastas. En las primeras
décadas del siglo XX, formó parte de la mítica colección numismática de Edward
“Colonel” Green. En 1947, fue subastada como parte de la colección de Will W.
Neil, cuando alcanzó 1250 dólares. En 1984, fue nuevamente subastada por
264.000 dólares. Para 1986, su valor había bajado a 209.000. En 2002, Steven J.
Contursi de Rare Coin Wholesalers adquirió la moneda por $ 2,5 millones, en una
transacción privada. Contursi la vendió en mayo de 2010 por un récord de
7.850.000. En enero pasado superó su marca al alcanzar poco más de 10 millones.
Investigación y marketing
Ya en la descripción de la pieza
para la subasta de 1984 se afirmaba que era un gemelo del dólar de cobre (que
se encuentra ahora en la colección del Smithsonian Museum) acuñado como prueba
antes de iniciar la producción de los primeros dólares norteamericanos. El
papel de Steven Contursi fue central, pues bajo su iniciativa se emprendieron
una serie de investigaciones que reforzaron la idea de que esta moneda podría
ser el mismísimo primer dólar acuñado en los Estados Unidos.
En 2003 y 2004 hizo que la moneda
fuera retirada de su cápsula plástica para ser examinada por una docena de
expertos que ratificaron su estatus como el ejemplar mejor conservado en
existencia y, muy probablemente, una temprana acuñación de prueba. En 2003 la
moneda fue llevada al Smithsonian para ser comparada con la prueba en cobre y
no fue posible detectar ninguna diferencia en el estado de los cuños. No
conforme con ello, Contursi reclutó a algunos de los más afamados expertos
numismáticos norteamericanos para que estudiaran la pieza y certificaran que se
trataba del estado más temprano del cuño atestiguado.
Por supuesto, es imposible probar
científicamente que esta moneda fue verdaderamente la primera en salir de la
prensa. La certeza sólo llega hasta afirmar que en el momento de su producción
los cuños no parecen haber sufrido ningún desgaste. El resto es, en mi opinión,
solo una hábil estrategia de marketing que presenta los resultados de las
investigaciones realizadas de la manera en que puede atraerse más atención de
los medios y el público. Contursi hizo este trabajo de manera excepcional,
organizando exposiciones de la pieza en diversas convenciones numismáticas,
conferencias de prensa con importantes medios masivos y destacando en todas
partes el carácter de tesoro histórico de la pieza, ¡comparable –según sus
palabras- con la misma declaración de independencia norteamericana!
El éxito de esta estrategia está a la vista y, en mi opinión, prueba
claramente un punto: el enorme valor agregado que genera la investigación
numismática e histórica de una pieza.
ola disculpa yo tengo una moneda de plata carlos tercero del año 1775 española
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