Uno de los primeros denarios acuñado en 211 a.C. Crawford 44/5
La reconstrucción de la historia monetaria del primer período del
denario es sumamente compleja y muy debatida entre los especialistas. Nuestra
principal fuente de información son las monedas mismas y algunas alusiones
pasajeras en autores muy posteriores sobre los montos obtenidos como botín o
repartidos como donativos o pagos de diversos gastos del Estado. Los estudios
fundamentales siguen siendo los de Michael Crawford, que han determinado, por
lo menos a grandes rasgos, la cronología de las diferentes emisiones del período.
La exitosa expansión romana en la
primera mitad del siglo II a.C. puso a disposición del Estado romano ingentes
recursos económicos producto del botín obtenido en las guerras de conquista, de
la explotación de las minas de plata en Hispania y de la tributación impuesta
sobre los nuevos dominios. La información disponible indica que en este período
el tesoro romano recibió plata por valor de unos 620 millones de denarios y oro
por unos 20 millones. A pesar de este enorme flujo de metales preciosos, el
Estado romano produjo en estas décadas moneda de forma muy irregular, de
acuerdo a las necesidades de financiamiento de cada año.
AE As 189-180 a.C. Crawford 141/2
La creciente riqueza permitió concentrar la producción de monedas de plata casi exclusivamente en el denario. Ya a fines del siglo III a.C. dejaron de acuñarse, salvo raras excepciones, sus fracciones. Los victoriatos, a su vez, fueron discontinuados aproximadamente en el 170 a.C. En los primeros años tras su introducción, el denario fue acuñado con un peso teórico de 1/72 de la libra romana (4,5 gr.). Sin embargo, perdió peso rápidamente y a principios del siglo II a.C. se lo acuñó en pesos variables entre 1/76 y 1/80 de la libra romana. Finalmente, en el año 187 a.C. se fijó un nuevo estándar más liviano de 1/84 (poco más de 3,9 gr.), que se mantendría inalterado hasta el reinado de Nerón en el siglo I d.C.
Para acompañar a los denarios se
acuñaron asses de bronce y sus fracciones en enormes cantidades. El estándar sextanal
(1/6 de la libra romana) se fue relajando paulatinamente y se los acuñó con
pesos por debajo del mismo. Las monedas de bronce eran presumiblemente muy demandadas
para permitir la realización de los intercambios cotidianos en una economía cada
vez más monetarizada y con una población creciente. Además de ello, los grandes
volúmenes de emisión hacen pensar que por lo menos hasta pasada la mitad del
siglo II a.C. se siguió pagando a las tropas con piezas de bronce.
AR Denario de P. Maenius Antiacus M.f. 132 a.C. (19mm, 3.90 g, 3h). Busto de Roma con Yelmo y marca de valor detrás / Victoria conduciendo una cuadriga. Crawford 249/1 - cngcoins
Las monedas de bronce circulaban
por mucho tiempo y sufrían el consecuente desgaste. El valor de cada ejemplar
se descontaba según el peso perdido. A partir del 141 a.C. se dejó de acuñar
asses y se retarifó el denario, pasando de 10 a valer 16 asses, pero sin
alterar su peso o características. La medida no hacía, seguramente, más que
reconocer la tasa de cambio vigente en ese momento en el mercado como
consecuencia de la sobreabundancia de asses, la mayoría de ellos muy gastados
por su largo uso.
A partir de este momento, el pago
a los legionarios pasó a realizarse exclusivamente en denarios, que comenzaron
a acuñarse en volúmenes enormes para hacer frente a los gastos militares y a
los proyectos de construcciones del Estado romano. De esta manera, el denario
llegó en poco tiempo a convertirse en la principal moneda del mundo
mediterráneo desplazando a las pocas competidoras restantes.
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