Aquí os dejo la tercera y última entrega de la serie sobre la reforma
del sistema monetario durante el principado de Augusto, en la que se trata de
las características de las monedas de metales bajos y sobre las razones que
explican su éxito. Podéis encontrar aquí la primera y la segunda entregas.
Una característica peculiar de las nuevas
monedas de metales bajos introducidas por Augusto es la presencia de las letras
S(enatus) C(onsulto) en el reverso. Tradicionalmente, se las interpretó como
una referencia a una competencia legal especial del senado en la producción de
estas monedas. Para Theodor Mommsen, las mismas eran una importante evidencia a
favor de su teoría del establecimiento por parte de Augusto de una “diarquía”
en la que el poder del Estado era compartido entre el senado y el emperador.
Esta interpretación ha sido, sin embargo, cuestionada con frecuencia y no
tiene, en la actualidad, muchos seguidores.
Otra interpretación posible es que se tratara
de una referencia a honores rendidos a Augusto. Sin embargo, parece más
plausible que hagan referencia a un decreto del senado cuyo objetivo era
conferir autoridad tradicional a las nuevas monedas introducidas por Augusto
para asegurar que fueran aceptadas por el público. Además de ello, las letras
SC permitían diferencias a las monedas de metal bajo acuñadas en Roma de
aquellas producidas en las provincias y es probable que esa haya sido la causa
por la que las conservó como motivo característico hasta bien entrado el siglo
III d.C.
A diferencia de las acuñaciones en oro y plata
que eran respaldadas por su contenido metálico, las monedas de bronce eran
completamente fiduciarias. Con un valor nominal superior al de su metal, la
única garantía con que contaban era el respaldo del Estado y su aceptación como
medio para la cancelación de impuestos. El sestercio y el dupondio eran las
piezas más sobrevaluadas, la primera contenía poco más del doble de cobre que
un as pero equivalía a cuatro.
El éxito de las nuevas acuñaciones dependía,
entonces, de su capacidad de obtener la aceptación de los consumidores y en el
grado de confianza que generase la garantía pública de su valor. Esto se
lograría ampliamente porque la calidad de sus diseños y su conveniencia para
los intercambios cotidianos hacían a estas piezas tanto atractivas como útiles.
El factor determinante para su éxito fue, sin embargo, que el Estado romano
resistió la tentación de obtener beneficios acuñando sestercios y dupondios en
números demasiado elevados.
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