Continuando las entradas sobre la historia monetaria de Roma de Augusto a Nerón y sobre la reforma monetaria de Nerón, os presento ahora esta breve discusión del mismo tema en el período comprendido en el período de los Antoninos.
El triunfo de Trajano en la guerra contra Dacia
significó una enorme afluencia de botín al tesoro romano que permitió emprender
magníficos proyectos de obras públicas e, incluso un ambicioso programa de
reacuñación de antiguas monedas ya muy desgastadas. Como un gesto simbólico, se
acuñaron entonces los famosos “tipos restaurados” de monedas de la época
republicana y del principado, sólo que los nuevos ejemplares respetaban el
nuevo estándar neroniano.
Como señala Kenneth Harl, es probable que uno de los
objetivos de esta reproducción de monedas históricas fuera mantener la confianza
del público en el nuevo circulante, presentándoselo en la forma de los
heterogéneos diseños tradicionales a los que ya estaba acostumbrado (dos imágenes de estos denarios acompañan el texto). Sin embargo, poco tiempo después de puesto
en marcha este programa, los crecientes gastos forzaron a Trajano a realizar
una nueva devaluación del denario reduciendo su contenido de plata al 89%. Ello
era el resultado del extremadamente ambicioso plan de construcciones emprendido
por este emperador y de la introducción de los alimenta, un esquema de asistencia a
niños huérfanos. A pesar del deterioro del denario, la tasa de cambio entre éste
y el áureo se mantuvo inmóvil, probablemente porque la gran abundancia de oro
resultante de la victoria en Dacia había hecho que el valor de este metal
descendiera en forma considerable respecto de la plata.
Las finanzas del tesoro romano parecen haberse
recuperado lo suficiente como para que en el 118 d.C. el emperador Adriano
pudiera perdonar a ciudadanos romanos 225 millones de denarios en impuestos
atrasados. No se realizaron, sin embargo, más esfuerzos por mejorar la calidad
del denario. El estándar fijado por Trajano se mantendría inalterado por unos
cuarenta años hasta que en el 148 d.C. Antonino Pío volviera a reducir el
contenido de plata del denario a tan sólo un 83%, probablemente como
consecuencia del gran costo de las fastuosas celebraciones de los 900 años de
las fundación de Roma. Al finalizar su pacífico reinado en el año 161 d.C.,
Antonino dejó a sus sucesores, Lucio Vero y Marco Aurelio, una reserva de 675
millones de denarios acumulada en el tesoro romano. La misma fue liquidada
rápidamente en un cuantioso donativo a las tropas (20.000 sestercios para cada
soldado) y en una guerra contra los partos.
La falta de recursos obligó a
llevar a cabo una nueva reducción del contenido de plata del denario a menos
del 80%. La victoria contra los partos en el año 166 d.C. no trajo un alivio
significativo porque poco después el imperio se encontraba inmerso en un conflicto
todavía más oneroso en la frontera norte para detener las incursiones de
pueblos germánicos: las guerras marcománicas. Controlada la crisis, Marco
Aurelio restauró entre los años 168 y 170 el denario al estándar del 83%
vigente durante el reinado de Antonino Pio, pero se vería forzado a alterarlo
en los años siguientes de acuerdo con los costos de las operaciones militares y
los recursos del tesoro, cayendo hasta el 79% al final de su reinado.
Evolución del contenido de plata del denario durante el Imperio Romano
Los años en que Marco Aurelio ocupa el trono
señalan la aparición de nuevas tendencias que marcan un punto de ruptura con la
situación vigente durante el principado. Sobre todo, se produce un cambio en la
naturaleza de las operaciones militares, en las que Roma se ve enfrentada a
amenazas cada vez más intensas y que hacen necesarias operaciones defensivas
cada vez más complejas y costosas e, incluso, el pago de cuantiosos subsidios
como medio para garantizar la paz. Esta última novedad es particularmente
gravosa para el sistema monetario romano pues -a diferencia de los gastos
militares que ponen en circulación moneda que luego el Estado romano puede
recuperar por la vía fiscal-, disminuyen en forma definitiva el stock de metal
disponible. A todo ello se agrega, por esos mismos años, el agotamiento y
abandono definitivo de algunos de los complejos mineros más ricos de Hispania y
la disrupción de la extracción metalífera en Dacia por la invasión de los
marcomanos.
La inflación ocasionada por la aceleración en
el deterioro del denario en la segunda mitad del siglo II d.C. llevó a que el
quadrante y el semis se volvieran obsoletos y dejarán de producirse, mientras
que el sestercio y el dupondio pasaron a acuñarse en una aleación de bronce más
económica con un importante componente de plomo. El nuevo denario devaluado fue
perdiendo en este contexto sus funciones tradicionales para transformarse en el
principal medio de pago de los intercambios cotidianos. Hasta la muerte de
Marco Aurelio en el 180 d.C., sin embargo, la devaluación fue moderada. La
cantidad de plata contenida en un denario se redujo sólo en aproximadamente un
35%. El porcentaje es pequeño si tenemos en cuenta que el sistema de denominaciones
creado por Augusto llevaba ya 200 años de vigencia.
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