Juliano II. AV solidus (4,44 g). Antioquía. Anverso: DN IVLANV-S NOB CAES, busto drapeado con coraza hacia a la derecha con la cabeza descubierta. Sin barba. Reverso: GLORIA REI PVBLICAE, Roma y Constantinopla entronizadas, sosteniendo entre ellas escudo adornado con estrellas. Constantinopla tiene su pie sobre los restos de un barco hundido. SMANZ en exergo. RIC 167. |
Pocas figuras del mundo
antiguo nos siguen fascinando de la manera que lo hace el emperador Juliano. En
el centro de la perenne atracción que ejerce su persona se encuentran, sin
duda, su renuncia a la fe cristiana y su intento de restaurar la antigua
religión politeísta del Imperio romano. Su fracaso en este objetivo haría de
él, en el juicio de la posteridad, una figura entre trágica y romántica, capaz
de suscitar las pasiones más encontradas: diabólico apóstata para unos, heroico
defensor del helenismo para otros. La producción monetaria de Juliano es
particularmente interesante porque refleja las diferentes etapas de la historia
de su reinado. Ello es claramente visible en la transformación de sus retratos.
Juliano II.
AV solidus. 4.46 gr. Constantinopla. Anverso: FL CL IVLIA_NVS PP AVG busto
drapeado hacia la derecha con diadema de perlas y coraza. Barba incipiente. Reverso: VIRTVS EXERC-ITUS
ROMANORVM Soldado con casco que sostiene un trofeo en la mano izquierda y coloca
la mano derecha sobre la cabeza de un cautivo arrodillado. En exergo: CONS. RIC
VIII 156.
El increíble camino de Juliano al trono imperial
Juliano era hijo de Constancio Galo, un medio hermano del emperador Constantino. Tras la muerte de éste, toda su familia fue asesinada por los soldados que querían eliminar a posibles competidores de los hijos del emperador. Juliano y un medio hermano salvaron su vida milagrosamente porque su tierna edad inspiró compasión en los asesinos. Tras una vida marcada por la inseguridad, Juliano fue designado César por su primo –quien era probablemente uno de los responsables de la eliminación de su familia-, Constancio II.
Juliano ascendió al trono como César de su primo Constancio II en el año
355 d.C. Hasta ese momento su principal interés había sido el estudio de la
literatura y la filosofía, que debió dejar de lado para asumir su nueva
posición. También tuvo que desprenderse de su larga barba, que en el mundo
romano era un símbolo de la dedicación a los estudios filosóficos porque desde
el reinado de su tío Constantino se había consolidado la imagen del soberano
cristiano perfectamente afeitado.
Constancio le asignó como tarea la defensa de la Galia, y el joven César
la cumplió con gran éxito, obteniendo resonantes victorias sobre los diferentes
pueblos germánicos que la amenazaban desde el norte. Fueron sus propios soldados
los que le confirieron entonces el ascenso al rango de Augusto, haciendo
inevitable la guerra civil. Ésta no llegó a materializarse porque Constancio
falleció de causas naturales mientras dirigía sus ejércitos en contra de su
primo, quedando Juliano como único soberano del imperio.
La barba de Juliano y su significado
No sabemos exactamente cuándo pero,
en algún momento de la campaña que Juliano emprendió hacia Oriente para
enfrentar a su primo, Juliano comenzaría a dejar nuevamente crecer su barba.
Era un claro símbolo de su ruptura definitiva con su primo y con el cristianismo.
Su barba era un elemento central de su identidad y, como tal, fue reflejada con
precisión en los retratos numismáticos producidos a lo largo de su reinado. En
sus monedas vemos a Juliano primero como un joven lampiño y luego podemos ver
como su barba crece hasta transformarse en una tupida masa que se extiende
hasta su cuello.
Juliano
II. AV solidus. 4.48 gr. Constantinopla. Anverso: FL CL IVLIA_NVS P F AVG busto
drapeado hacia la derecha con diadema de perlas y coraza. Con barba tupida. Reverso: VIRTVS EXERCI-TUS
ROMANORVM Soldado con casco que sostiene un trofeo en la mano izquierda y coloca
la mano derecha sobre la cabeza de un cautivo arrodillado. En exergo: CONSP. RIC
VIII 158.
Muchos contemporáneos reaccionaron
con rechazo frente al “nuevo” aspecto del emperador. Mientras Juliano residía
en Antioquía entre los años 362 y 363 para preparar la fatídica campaña en
Persia en la que perdería la vida, la mayoritariamente cristiana población de
la ciudad hizo de la barba de Juliano objeto privilegiado de sus burlas y
desprecio. Los antioquenos se burlaban especialmente del retrato en sus
monedas, al que comparaban con un chivo (!). Juliano respondió escribiendo un
pequeño tratado satírico, el misopogon, es decir el “odiabarbas”, en el quedescargaría
toda su ironía sobre los antioquenos.
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