Un cazador de tesoros encontró en
una zona boscosa del sur de Renania en Alemania un tesoro enterrado, cuyo valor
se estima en más de 1 millón de euros. El hallazgo fue realizado de forma
ilegal con un detector de metales.
Los objetos proceden
probablemente del siglo V d.C. El cazador de tesoros mantuvo inicialmente su
descubrimiento en secreto y se cree que llegó incluso a vender parte de lo
encontrado en el mercado negro. El buscador ya era investigado por las
autoridades alemanas por la práctica ilegal de la arqueología y su intervención
permitió que los objetos hallados fueran recuperados.
El tesoro incluye una serie de
broches de oro macizo en forma de hoja que se cree que formaron parte de la
decoración de la vestimenta de un funcionario romano de alto rango. También incluye
un cuenco de plata sólido y otros objetos y joyas de alto valor.
Particularmente interesante es un par de estatuillas de plata que habrían
formado parte de la silla portátil de un comandante militar romano. La misma
habría sido destruida por el autor del hallazgo al realizar la excavación.
Los expertos consideran que el
hallazgo representaría la más grande y magnífica colección de piezas de finales
de la antigüedad que se ha encontrado en Alemania.
Lamentablemente, como sucede en
estos casos, la actividad ilegal del cazador de tesoros destruyó el contexto
arqueológico original, lo que privará a los investigadores de valiosa
información adicional sobre el tesoro. En Alemania son miles los cazadores de
tesoros aficionados armados con detectores de metales. Su actividad supone un
grave peligro para los artefactos históricos, pues destruyen relevante
información y muchas veces venden objetos históricos en el mercado negro.
No se ha reportado la presencia de monedas. Su ausencia es significativa pues indica un período en el que la economía monetaria perdía importancia. Lo más probable es que el tesoro represente el botín de un jefe germánico.
Una opinión personal: la
legislación inglesa parece superior en este punto a la alemana pues, en lugar
de criminalizar a los aficionados al deteccionismo canaliza su actividad hacia
un plano positivo.
Su opinión personal al respecto de la detección metálica, es la compartida por muchos aficionados a la historia y sus museos. Lástima que una gran parte de nuestra herencia, acabe en manos privadas si pasar por una correcta documentación que nos ayude a comprender lo que pasó, cuando, donde y porqué. Un saludo y gracias por su blog.
ResponderBorrarHola César! Gracias por el comentario. Condeno completamente el tráfico negro de antigüedades y la destrucción que genera. Sin embargo, creo que mejor que prohibir la práctica de la detección de metales, es mejor recompensar generosamente a quienes reporten hallazgos. De esa forma, como sucede en Inglaterra, se llevan a cabo muchos descubrimientos que los arqueólogos profesionales seguramente jamás harían.
ResponderBorrarSaludos!