Sicilia, Etna, Tetradracma, 485-470 a.C.
Leo Mildenberg fue sin duda uno
de los comerciantes y especialistas numismáticos más importantes del siglo XX.
Al frente de la división numismática del, ya desaparecido, Banco Leu de Zürich,
tuvo a su cargo la organización de espectaculares subastas (como la de la ya
mítica colección Kunstfreund de monedas griegas en el año 1974), que marcaron
hitos y atrajeron a coleccionistas de todo el mundo, batiendo records de valor.
Mildenberg fue también un investigador de primer rango, realizando valiosos
aportes en diversos terrenos, pero particularmente en el de las acuñaciones del
antiguo Israel.
Leo Mildenberg nació en Kassel,
Alemania, en 1913. Por su origen judío debió interrumpir sus estudios de historia
antigua y lenguas semíticas en la universidad de Frankfurt y huir a Estonia. Allí,
en la Universidad de Dorpat, encontró una nueva base para culminar su formación.
Mildenberg se doctoró y enseñó en Estonia hasta que las tropas soviéticas
ocuparon el país. Curiosamente, a pesar de ser judío, los rusos lo deportaron a
Kazajstán desconfiando de él por su origen alemán.
Sicilia, Siracusa, Tetradracma, 410 a.C.
Mildenberg logró sobrevivir y,
tras el fin de la Segunda guerra Mundial, acompañó a su esposa, Elsi Brunner, a
su ciudad natal, Zurich. Durante la guerra, Suiza había reemplazado a Frankfurt
como centro del comercio de monedas antiguas y el talento de Mildenberg no
tardó en ser descubierto en este terreno fértil. Pronto se encontró al frente
de la división numismática del Banco Leu, que bajo su dirección se fue
transformando gradualmente en uno de los líderes mundiales en el plano de las
subastas de monedas antiguas.
Desde 1971, el Banco Leu publicó
sus propios catálogos de subastas. Mildenberg pondría especial cuidado en hacer
de cada uno de ellos una pequeña obra de arte, tanto en el plano estético como
en el académico, iniciando la práctica de imprimirlos en gran formato y de
introducir fotografías de la gran mayoría de los lotes y detalladas
descripciones de cada pieza que eran pequeños ensayos científicos. Hoy en día, sus
catálogos se han convertido ellos mismos en codiciados objetos de colección.
Sicilia, Naxos, Tetradracma, 460 a.C.
Con el impulso y el asesoramiento
de Mildenberg, decenas de coleccionistas se internaron en el campo de la moneda
antigua, llegando a formar algunas de las colecciones más importantes de la
segunda mitad del siglo XX. Él mismo fue, también, un importante coleccionista
tanto de monedas como de obras de arte antiguo, interesándose especialmente por
las representaciones de animales.
Mildenberg sabía que toda
colección es una reunión temporal de un conjunto de piezas que tarde o temprano
volverán a separarse. Él mismo, tras su muerte, dejó instrucciones para que su
colección fuera subastada. Es esta conciencia de transitoriedad lo que lo
llevaba a colocar tanta atención en la producción de sus catálogos, que debían
constituir un registro para la posteridad de aquello que ya se había dispersado.
De la misma forma, durante más de 50 años, Mildenberg recolectó fotografías de
las más bellas monedas griegas que había encontrado durante su carrera,
formando una “colección soñada” que sería la que habría reunido de contar con
los recursos para ello. Imágenes de algunas de ellas acompañan esta entrada.
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