Stauraton de Constantino XI Paleólogo - Constantinopla 1453 |
Los últimos días del imperio
En 1449, cuando Constantino XI
Paleólogo ascendió al trono tras la muerte de su hermano Juan VIII, el imperio
bizantino conservaba muy poco de su antiguo esplendor y había quedado reducido
prácticamente al recinto amurallado de Constantinopla y a unas pocas islas y
fortalezas dispersas. Las nuevas potencias mercantiles italianas, Venecia y
Génova, dominaban su comercio, y los turcos otomanos controlaban la mayoría de
sus antiguos territorios. A pesar de su escasa importancia material, la
importancia simbólica del diminuto imperio era enorme. Los ocupantes de su
trono podían vanagloriarse de ser los sucesores directos de Constantino el
grande, de Augusto y hasta de Rómulo!
Los sólidos de oro ya no se
acuñaban en Constantinopla desde hacía largo tiempo y los florines de oro de
Florencia y los ducados de Venecia se habían convertido en las principales divisas
internacionales de la época, reflejando el éxito económico de los italianos y
el colapso de los griegos. En la otrora poderosa capital bizantina sólo se
acuñaban ahora pequeñas y crudas monedas de plata destinadas al uso local. La
principal denominación era el stauraton,
una moneda de 6,5 gramos de plata, de la que también circulaban fracciones más
pequeñas.
Cuando en 1451 ascendió al trono
otomano el ambicioso Mehmed II, se fijó como un objetivo prioritario la
conquista de Constantinopla. Mehmed llevó adelante una campaña cuidadosamente
planificada, mediante la que fue cerrando de manera cada vez más efectiva el
cerco sobre la capital hasta finalmente sitiarla por mar y tierra en 1453. A
pesar de que el sultán contaba con un ejército de más de 100.000 hombres, con
una poderosa flota y destructivos cañones, el asedio se prolongó por varios
meses debido a la solidez de las antiguas murallas y al coraje y habilidad de
los apenas 7.000 defensores. Finalmente, la ciudad fue tomada el 29 de mayo de
1453 y Constantino XI murió en la refriega.
Asedio de Constantinopla - 1453 |
La última moneda bizantina
Tradicionalmente se creía que Constantino
XI no había tenido ocasión de acuñar monedas durante su breve y convulsionado
reinado, pues no se conocía ninguna con su nombre.
En 1974, una primera moneda
del último emperador bizantino fue descubierta por el numismático Simon Bendall.
Unos años más tarde, en la década de 1980, un tesoro de alrededor de 80 piezas de
Constantino XI apareció en Estambul. Éstas eran evidentemente monedas de
emergencia acuñadas durante asedio con la plata obtenida mediante la fundición
de los cálices de las iglesias de la ciudad para pagar a los soldados. El
tesoro representa probablemente los ahorros de uno de esos soldados que no
vivió para recuperarlos.
En el anverso, vemos una imagen
incompleta de Cristo. En el reverso, un crudo retrato del emperador, acompañado
de una inscripción de muy difícil lectura: KWNCTANTINOC ΔΕCΠΟΤΗC Ο ΠΑΛΕΟΛΟΓ en
el círculo exterior. ΘV ΧΑΡΙΤΗ ΒΑCΙΛΕΩC ΡΟΜΕΟΝ en el círculo interior. La misma
puede traducirse como “Déspota Constantino Paleólogo, emperador de los romanos
por la gracia de dios”.
A pesar de su crudeza, estas
monedas son muy deseadas por los coleccionistas dada su gran importancia
histórica. El ejemplar cuya imagen encabeza esta entrada fue subastado en 2011
por 80.000 dólares.
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