Áureo de Julio César, acuñado en ceca móvil que acompaña a su ejército circa 48-47 a.C. |
Tras su triunfo sobre Pompeyo en la guerra civil entre
los años 49 -46 a.C., Julio César se transformó en el dueño único del destino
político de la república romana. Fiel a su estilo, César aprovechó su poder
para introducir reformas en los más diversos planos de la ley, la sociedad y
las costumbres, llegando incluso a modificar el tradicional calendario romano.
Uno de los ámbitos en los que se desplegó el celo
reformista de César fue el monetario. César reformó el colegio de los monetales elevando su número de tres a
cuatro por razones que no están del todo claras, pero que, posiblemente, se
relacionan con las crecientes necesidades burocráticas de los grandes volúmenes
de monedas que comenzaron a emitirse en esos años. En efecto, los enormes botines
obtenidos en las campañas de las guerras civiles le permitieron a César acuñar
monedas en cantidades nunca vistas. En su triunfo, por ejemplo, César hizo
desfilar un tesoro de oro y plata equivalente a 20.000.000 de áureos y
436.800.000 denarios, repartiéndose dos tercios de estas sumas a sus tropas como
donativos y a los habitantes de Roma.
La introducción del áureo
Una novedad particularmente importante de la política
monetaria cesariana, fue el uso sistemático del áureo, una política que
prefigura a la de Augusto. César fijó el estándar para esta moneda en 1/40 de
la libra romana (unos 8 gr.) y fijó la tasa de cambio en 25 denarios por áureo.
Probablemente, el áureo cesariano tuvo éxito porque reproducía las
características generales de las estateras macedónicas que habían circulado
como divisa internacional por mucho tiempo en el mundo mediterráneo. Por un
siglo, tanto los herederos de César, Marco Antonio y Octaviano, como sus
asesinos, Bruto y Casio, y los emperadores de la dinastía Julio-claudia
acuñarían áureos siguiendo el estándar cesariano.
Denario de Julio César, acuñado en ceca móvil que acompaña a su ejército circa 48-47 a.C |
La designación áureo (aureus) es utilizada tanto en las fuentes antiguas como por los
numismáticos modernos. Su nombre oficial completo no era nummus aureus, como con frecuencia se supone, sino curiosamente, denarius aureus, ya que las monedas de
oro parecían "denarios hechos de oro" debido a su tamaño.
Inicialmente, César siguió el modelo de L. Cornelio Sila
bastante de cerca. Una primera emisión de áureos denarios y quinarios (Crawford
452) fue acuñada por la ceca móvil que acompañaba a sus fuerzas entre los años
48-47 a.C. Los áureos se acuñaron en escasa cantidad y solo unos pocos
especímenes han llegado hasta nosotros. Parece haberse utilizado un estándar
más pesado del que se aplicaría a las emisiones posteriores. Los denarios y
quinarios son mucho más comunes y llevan los mismos diseños de los áureos.
Áureo de Julio César, acuñado en ceca móvil que acompaña a su ejército circa 47 a.C |
En el anverso de estas monedas vemos una figura
femenina hacia la derecha con diadema y corona de roble que porta además
pendientes y un collar de perlas. Las interpretaciones más probables son que se
trata de Venus, de Pietas o de Clementia. Tras la cabeza puede verse una marca
de control LII. En el reverso se encuentra representado un trofeo militar con
un escudo galo y un carnyx. A la derecha se encuentra un hacha. El reverso
lleva, además, la leyenda CAESAR. Ambas caras tienen una grafila de puntos.
Si bien el anverso es más difícil de interpretar, el
reverso es una clara alusión a las victorias de César en la Galia. Ello era
importante en el contexto de las guerras civiles porque uno de los puntos
centrales de las críticas de sus enemigos era que César había actuado sin
autorización y en su propio beneficio al atacar a los galos. El general les
recordaba con estas piezas a sus soldados que el triunfo había sido en
beneficio de Roma y de ellos mismos, que habían compartido con él los honores
de la victoria.
En el año 47 a.C. se llevó a cabo una segunda emisión
(Crawford 456), ahora exclusivamente de áureos, también en una escala reducida.
Se adoptaron para ésta diseños completamente nuevos. En el anverso vemos el
hacha y el culullus (un pequeño
recipiente con forma de cuerno), mientras que en el reverso vemos la jarra y el
lituus dentro de una corona de
laurel. Todos estos objetos eran emblemas de la posición de pontífice máximo.
La gran innovación en estos áureos se encuentra en las leyendas. CAESAR – DICT en
el anverso e ITER en el reverso, que indican que César ya había asumido la
dictadura por segunda vez.
La gran emisión de áureos del 46 a.C.
En el 46 a.C. César hizo acuñar una tercera emisión de
áureos (Crawford 466), mucho más numerosa que las precedentes. Estas monedas,
producidas en Roma, están firmadas por el pretor Aulus Hirtius y portan en el
anverso la leyenda CAESAR COS TER que permiten datarlas con seguridad en ese
año. Estas monedas fueron producidas en el año que vio, en septiembre, la
celebración fastuosa de los cuatro triunfos de César sobre Galia, Egipto,
Farnaces y África.
La tradición literaria romana conserva los relatos
bastante detallados de los aspectos financieros de las festividades: según Apiano
(civ 2.102.421ss.), 65,000 talentos en moneda y 2,822 coronas de oro que
pesaban 20,414 libras se expusieron al público en las procesiones. En esta
ocasión, César pagó enormes sumas de dinero a su ejército y al pueblo: 400
sestercios a cada ciudadano y 20,000 a cada soldado raso; los rangos superiores
por supuesto recibieron sumas mucho mayores. Dadas las enormes sumas
necesitadas para estos festejos era mucho más eficiente acuñar áureos que
denarios.
En el anverso de estos áureos vemos la cabeza de una
figura femenina velada, probablemente Vesta, mientras que el reverso nos
muestra el hacha, la jarra y el lituus, los símbolos del pontífice máximo. La
leyenda de anverso C·CAESAR COS·TER identifica el tercer consulado de César y
la de reverso A·HIRTIVS·PR que designa al magistrado que tuvo a su cargo la
acuñación.
La acuñación de nuevas emisiones de áureos (más
reducidas) en los años siguientes deja en claro que las monedas de oro no habían
sido producidas sólo por una conveniencia del momento, sino que las autoridades
cesarianas tenían el objetivo de alterar el sistema monetario tradicional,
promoviendo al oro al rango de una moneda estándar.
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