Constantino I, AR Miliarense, 24 mm, 4,19 gr.
330-335, Constantinopla. Anverso: CONSTANTINVS MAX AVG, busto con diadema y
coraza a la derecha. Reverso: CONSTANTINVS AVG, cuatro estandartes. CONS.
El triunfo sobre Licinio en el 324 d.C.
Tras derrotar a
Licinio en las batallas de Adrianópolis y Crisópolis, Constantino se transformó
en el dueño único de todo el mundo romano, una situación que no se producía en
el imperio desde que Diocleciano derrotara a Carino en el 285, es decir, 40 años
antes.
El triunfo sobre
Licinio le significó, sin duda, a Constantino el acceso a los vastos recursos
económicos del Oriente romano, pero también el hacerse cargo de una extensa
región con sus propios problemas y desafíos, cuyo aparato administrativo y militar
debía en muchos aspectos ser reorganizado e integrado a los nuevos principios
aplicados por el emperador en Occidente.
Constantino I. 307-337 AD. Siliqua, 3,23 gr.
Tesalónica. Anverso: Sin leyenda. Busto mirando hacia arriba con diadema a la
derecha. Reverso: CONSTAN - TINVS AVG Victoria concorona y palma; en exergo
TSE.
El plan de
Constantino para reorganizar el Oriente culminaba en su propósito de fundar una
nueva capital, una nueva Roma -o, por lo menos, una ciudad pensada en una
escala semejante-, en el sitio de la antigua ciudad griega de Bizancio. La
considerable mejora de la situación financiera de la administración
constantiniana es claramente visible en los esfuerzos emprendidos en ese
momento por restablecer la producción regular de denominaciones monetarias en
plata para llenar el vacío entre las piezas de vellón bajo y las de oro
generado desde la discontinuación del argenteus de la tetrarquía.
Nuevas monedas de plata
Constantino
reintrodujo una moneda de plata del mismo estándar que esta última, es decir,
con un peso teórico de 1/96 de la libra romana (3,4 gr.). A pesar de ello, por convención,
esta pieza es designada en la numismática como siliqua. El término proviene de
siliqua graeca, la semilla del algarrobo, que se utilizaba como patrón para una
medida de peso romana equivalente a 0,19 gramos. Este término se utiliza para
la moneda que nos ocupa porque se estima que su valor metálico habría
equivalido al de una siliqua de oro, o lo que es lo mismo a la 1/24 parte de un
sólido constantiniano. No existe, sin embargo, ninguna evidencia firme de que
este término haya sido usado en la Antigüedad para designar a esta pieza. Por
otra parte, dada la relación habitual de valor entre el oro y la plata de 1/14,
el valor de la nueva moneda de plata en oro habría probablemente sido mayor.
Constantino I. AD 307/310-337. Medallón de 6
siliquae (plata, 19,08 gr.), Constantinopla. Anverso: Busto de Constantino a la
derecha con diadema Reverso: DN CONSTANTINVS / MAX TRIVMF AVG / M CONSZ
Constantinopla sentada en el trono sosteniendo cornucopia y flor, y con el pie
derecho en la proa de una galera.
A pesar de que el
argenteus de la tetrarquía y la siliqua constantiniana comparten -como se
mencionó- un mismo estándar, el uso de dos designaciones diferentes para las
mismas se justifica en que estas piezas tienen un aspecto marcadamente
diferente. En efecto, la siliqua es generalmente acuñada en cospeles mucho más
delgados y anchos que los de su predecesora.
También se
introdujo una segunda moneda de plata de mayor peso, acuñada en un estándar de
1/72 de la libra romana (4,55 gr.), que hoy se designa como miliarense (o
miliarensis). El nombre está atestiguado a fines del siglo IV y haría
referencia a que esta pieza tendría un valor equivalente 1/1000 de la libra de
oro, es decir unos 0,324 gr., o 1/14 de un sólido constantiniano. También se
acuñó, en menor cantidad, una moneda de plata de un estándar un poco mayor,
1/60 de la libra romana (5,4 gr.), que se conoce numismáticamente como
miliarense pesada. También se produjeron, en ocasiones específicas, diversos
múltiplos de la miliarense, sobre todo una triple miliarense, que habrían
cumplido una función semejante a aquellos del sólido.
Las denominaciones
de plata mencionadas no se acuñarían en las décadas siguientes en cantidades
significativas. Antes que constituir un componente autónomo del sistema
monetario, estas piezas funcionaban más bien como un complemento para las de
oro. Su finalidad era probablemente contar con piezas de menor valor que
pudieran complementar el espectro de las fracciones más pequeñas del sólido.
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