El asesinato de Calígula y el ascenso de Claudio al trono imperial
Los testimonios
antiguos presentan de manera unánime una imagen muy negativa de Calígula. Con
el paso del tiempo su conducta como emperador parece haberse vuelto cada vez
más violenta e impredecible. Numerosos senadores y caballeros fueron acusados
en procesos de lesa majestad, condenados por las razones más triviales y
ejecutados de las maneras más crueles imaginables. Según Suetonio, Calígula
afirmaba “no importa que me odien siempre y cuando me teman” (oderint, dum
metuant, Suet. Cal. 30.1). No sorprende en consecuencia que se formaran
diversas conspiraciones para eliminar a quien por lo menos la gran mayoría de
las elites consideraban un tirano. En el año 41 d.C. Calígula fue finalmente
asesinado por integrantes de la propia guardia pretoriana. Su esposa y pequeña
hija también fueron eliminadas.
Según la historia transmitida
por los autores antiguos, en la confusión que siguió al asesinato, Claudio, el
tío de Calígula, fue descubierto escondido tras una cortina en el palacio por
un pretoriano, quien lo aclamó como emperador. El soldado lo trasladó
inmediatamente al campamento de la guardia, donde fue reconocido por el resto
de la unidad. Cuando el senado fue informado de estos acontecimientos, se
apresuró a reconocer a Claudio como nuevo soberano.
A pesar de
pertenecer a la familia imperial, hasta ese momento Claudio había representado
un papel insignificante en el vida política romana. Era el hijo de Claudio
Druso Nerón y de Antonia, el nieto de Marco Antonio y de Livia, el hermano del
popular Germánico y, sin embargo, una serie de enfermedades y defectos físicos
durante su temprana niñez (aparentemente era cojo y tartamudo) convencieron a
sus padres de que no se encontraba capacitado para llevar adelante una carrera
pública y de que debía permanecer recluido en palacio llevando la vida de un
simple particular. Claudio se concentraría entonces en el único campo de acción
que le quedaba disponible, el de los estudios históricos y literarios. Con el
tiempo, la decisión de su familia se revelaría como una ventaja, pues sin duda
fue lo que le permitió sobrevivir cuando tantos de sus parientes caían víctimas
de las intrigas y luchas por el poder. Nadie lo consideró un verdadero rival
por el trono y por ello nadie sintió la necesidad de quitarlo del camino.
Las monedas de Claudio para la guardia pretoriana
Claudio fue el
primer emperador romano en deber su ascenso al trono exclusivamente a la
guardia pretoriana. Consciente de su deuda, Claudio acuñaría dos interesantes
tipos de reverso de áureos y denarios en honor de estos soldados.
Uno de ellos
muestra una de las primeras representaciones artísticas de un campamento
romano. Vemos allí una imponente muralla con almenas, torres, puertas en forma
de arco, y un par de columnas que sostienen un frontón. En el centro de la
escena puede reconocerse a un pretoriano monta guardia, y sobre la muralla
puede leerse la inscripción IMPERator RECEPTus, que hace referencia al hecho de
que Claudio fue recibido en el campamento en el momento de su elevación.
El acontecimiento
es también reflejado por un segundo reverso en el que puede verse al emperador
vistiendo la toga y estrechando la diestra de un pretoriano, que porta en su
otra mano el estandarte del águila. La escena está enmarcada por la leyenda
PRAETORianus RECEPTus (in fidem), que hace referencia al juramento de fidelidad
de las tropas.
Es muy probable que
estas monedas hayan sido acuñadas específicamente para pagar el donativo sin
precedentes de 15,000 sestercios que Claudio les había prometido a los
pretorianos en el momento de su elevación; se nos dice que continuó dando a
cada soldado un pago de 100 sestercios anuales durante todo su reinado. El
posicionamiento de los pretorianos como los verdaderos electores del emperador
sentaría un precedente de enorme importancia histórica.
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