Nerón es hoy un emperador famoso,
ante todo, por sus crímenes y extravagancias. El asesinato de su propia madre
Agrippina, el incendio de Roma, la primera persecución de cristianos, etc. Él,
sin embargo, se consideraba a sí mismo ante todo como un artista, deseoso de
imponer en Roma las competencias literarias y atléticas que eran comunes en el
mundo griego. De allí sus famosas últimas palabras “¡qué artista muere conmigo!”
Uno de los ámbitos en los que se
reflejó la inquietud artística del emperador fue en las monedas acuñadas
durante su reinado, por lo menos en las de la última parte del mismo. En lo que
se refiere al grabado de sus cuños éstas alcanzan un nivel que sobrepasa con
holgura a todo lo precedente. Las monedas en que esto puede reconocerse mejor
es en los sestercios, que por su mayor tamaño ofrecían amplio espacio para la
representación de escenas más detalladas.
En esta breve entrada sólo quiero
presentar un ejemplo específico que considero especialmente elocuente. El
sestercio acuñado en Roma en el año 63 d.C. que introduce por primera vez la
escena de la decursio como tipo de reverso.
La decursio era una maniobra de
entrenamiento militar que simulaba escenas de combate combinando caballería e
infantería. En estos sestercios vemos al emperador Nerón a caballo, con una
lanza en su mano derecha, como si estuviera listo para embestir a un enemigo;
un soldado a pie lo precede, con un vexillum en su hombro, y otro le sigue de
cerca. El objetivo de este tipo de reverso era mostrar la excelente relación
del emperador con los soldados de la guardia pretoriana, algo que era vital
para todo príncipe que deseaba conservar el trono, y también la vida.
El ejemplar ilustrado se
encuentra en el gabinete de monedas de Viena y es perfecto en todos los
sentidos. Una excelente conservación, una pátina suprema, una acuñación
perfectamente centrada. Sin duda, una moneda digna de un emperador artista.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario