De la muerte de Alejandro al ascenso de Seleuco
Cuando Alejandro Magno murió en el 323 a.C., no dejó ningún
heredero claro para su vasto imperio de recientes conquistas.
Su medio hermano
Filipo Arrideo tenía aparentemente un retraso y era considerado incapaz de
reinar. Su esposa, la princesa bactriana Roxana, esperaba un niño que todavía
no había nacido, el futuro Alejandro IV. Había, además, un segundo hijo,
Heracles, fruto de la unión con una concubina. La paternidad de Alejandro se
consideraba, además, dudosa.
Busto de Seleuco I |
El verdadero poder recaería entonces en los
grandes generales de Alejandro, que pasarían a ser conocidos como los diádocos
(del griego antiguo διάδοχοι, 'sucesores'). Éstos usarían a estos parientes
del gran conquistador como peones que serían luego sacrificados cuando fuera
conveniente. El resultado serían dos generaciones de cruentas guerras de las
que el imperio emergería fracturado en una serie de reinos.
Uno de los más exitosos entre los diádocos sería Seleuco,
quien en vida de Alejandro había sido el comandante del regimiento de
infantería de élite de los hipaspistas (ὑπασπισταὶ), con destacada
participación en muchas de las batallas clave de la conquista de Persia.
En los
caóticos años que siguieron a la muerte de Alejandro, Seleuco lograría primero
hacerse con el control de la satrapía de Babilonia (en el 312 a.C.) y la usaría
después como base para extender su dominio hacia las restantes satrapías del
este, hasta la misma frontera con los reinos de la India.
Las monedas de Seleuco y el tetradracma del caballo
Seleuco se proclamó rey en el 305 a.C. y poco después
comenzó a acuñar una importante producción monetaria en su propio nombre en
diversas cecas. Sus primeras monedas imitaron los símbolos y la apariencia de
las de Alejandro, pero las sucesivas emisiones fueron gradualmente generando un
estilo propio que llegaría a ser muy original.
La moneda cuya imagen encabeza esta entrada es una de las
más hermosas y llamativas de toda la producción monetaria de Seleuco. Se trata
de un tetradracma acuñado en la ciudad de Pérgamo hacia finales de su reinado,
en el 281 a.C. Es una pieza de gran rareza, ya que sólo se conocen hoy un
puñado de ejemplares.
En el anverso anepigráfico podemos ver la cabeza
excepcionalmente detallada de un poderoso caballo con su brida. Los cuernos que
nacen encima de sus orejas indican que no se trata de un animal común, sino de
una figura divina.
En el reverso vemos un poderoso elefante que avanza hacia la
derecha, enmarcado arriba y abajo por la leyenda BAΣIΛEΩΣ – ΣEΛEYKOY, el rey
Seleuco. En la parte superior del campo podemos ver también una pequeña abeja
arriba y un ancla debajo. Se trata de marcas de control que no aparecen en
todos los ejemplares.
En la pieza sobre estos párrafos, esas marcas están ausentes (remplazadas por un par de monogramas entre las piernas del elefante) y la bestia parece llevar una campana sobre el cuello.
La interpretación de los motivos
La rareza de estas monedas parece indicar que sólo fueron acuñadas
en cantidades relativamente reducidas y por un breve período de tiempo. Tradicionalmente
se las asocia con la victoria de Seleuco I sobre Lisímaco en la batalla de
Corupedio del 281 a.C.
Para el caballo en el anverso se han propuesto dos
interpretaciones alternativas. La más difundida es la que ve en el animal una referencia
al famoso caballo del propio Alejandro, Bucéfalo. Se trataba de un corcel de
enorme tamaño y tan fiero carácter que era considerado indomable, hasta que
Alejandro logró montarlo cuando tenía tan sólo 13 años. Desde ese momento se
convirtió en su montura insignia, que lo acompañaría en todas sus campañas.
Una interpretación alternativa (a mi juicio más convincente)
es que se trata de un caballo del propio Seleuco. El cronista tardoantiguo sirio
antiguo Juan Malalas nos cuenta que en su época (finales del siglo V y
principios del VI d. C.) todavía era posible ver en Antioquía una estatua que
representaba la cabeza de un caballo con cuernos erigida por Seleuco para honrar
a su propio corcel, que lo había salvado de la destrucción a manos de Antígono
Monoftalmo en el 315 a. C.
Elefante de guerra del período helenístico |
El elefante que aparece en el reverso era, por su parte, un
símbolo genérico del poder militar seléucida. Seleuco había emprendido una
importante campaña militar en la India en los años 304-303 a. C. El conflicto
terminó con la firma de un tratado de paz con el emperador indio Chandragupta.
Una de las cláusulas más importantes era la entrega a Seleuco de un contingente
de 500 elefantes de guerra, que desde ese momento formarían el núcleo de su
ejército. Constituían una enorme ventaja frente al resto de los diádocos y
serían repreentados con gran frecuencia en sus monedas.
Su gran rareza y la belleza de sus motivos hacen que estas
monedas sean muy codiciadas y alcances valores siderales. El ejemplar en el que el elefante tiene una campana que cuelga de su cuello fue subastado en mayo de 2019 por 375.000 francos suizos.
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