Con frecuencia escribo en este blog sobre la casa suiza Ars Classica, una
de las líderes mundiales en el ámbito de la numismática antigua. Cada una de
sus subastas ofrece conjuntos exquisitos de monedas de la mayor calidad y
produce catálogos que son verdaderas obras maestras de precisión y buen gusto.
La subasta nr. 66 que se llevará a cabo en Zúrich el próximo 17 de octubre no
será la excepción, pues, entre otros tesoros, contiene una selección de piezas
de la ya mítica colección de Nelson Bunker Hunt entre las que se destaca el espectacular
decadracma de Agrigento (lote nr. 6) cuyas imágenes acompañan este texto.
Hace un tiempo escribí una breve
entrada con la extraordinaria historia del magnate petrolero Nelson Bunker Hunty su fabulosa colección de monedas antigua, considerada una de las mejores
jamás reunidas, fruto de recursos casi ilimitados y un gusto exquisito.
El presente decadracma de
Agrigento era sin duda uno de los grandes hitos de su magnífica colección (junto con el estater de Panticapaea de la colección Próspero que es actualmente la moneda antigua más valiosa del mundo). Esta decadracma es una pieza notable por
ser uno de los mejores ejemplares conocidos de esta rara acuñación que marcó
uno de los puntos más altos del arte numismático helenístico.
El consenso de los especialistas
señala que los decadracmas de Agrigento fueron producidos en una época de
crisis justo antes de la invasión cartaginesa que prácticamente destruiría la
ciudad en el año 406 a.C. Por el gran tamaño de la pieza y el escaso número de
ejemplares acuñados, es poco probable que fueran producidos para cumplir una
función monetaria. Se trataba, más bien, de grandes monedas conmemorativas, mediante
las cuales la comunidad ciudadana se celebraba a si misma como muestra de
confianza frente a los desafíos del presente.
En el anverso, podemos ver una
cuadriga que avanza hacia la izquierda a toda velocidad. Todo el talento del
artista responsable del grabado del cuño se despliega en la representación de
los caballos que ofrecen casi un catálogo de posiciones con sus cabezas todas
en direcciones diferentes. Los dirige un poderoso auriga que sujeta las riendas
con ambas manos. La rueda del carro casi desaparece en la parte inferior
derecha del campo, acentuando la ilusión de movimiento. Debajo de los caballos
se reconoce un pequeño cangrejo. Arriba, un águila vuela cargando a una
serpiente en sus garras.
En el reverso, vemos dos águilas
encaramándose sobre una liebre muerta que yace en una roca. Una de ellas, con
la cabeza levantada, parece justo en ese momento devorar parte de sus entrañas.
En la parte derecha del campo puede verse un saltamontes.
El lujo de detalles y la maestría
artística con que los motivos representados señala el trabajo de algunos de los
grabadores de cuños más distinguidos de todo el mundo antiguo y hacen de esta
pieza una verdadera obra cumbre del arte griego.
Las predicciones en el mercado
numismático son arriesgadas, pero creo más que probable que el valor de esta
pieza marque un nuevo record. Cuando fue subastada por Sotheby’s en 1991
alcanzó 572.000 dólares, marcando un record para una moneda griega de plata que
no sería superado por más de diez años. La estimación actual supera los
1.900.000 dólares.
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