lunes, 29 de febrero de 2016

El billete más valioso del mundo - el "titán" de 100 millones de libras esterlinas (£100.000.000)


Es un hecho poco conocido que el Banco de Inglaterra emite regularmente billetes de un millón de libras esterlinas (£1.000.000) y de cien millones (£100.000.000). Los primeros son apodados "gigantes" y los segundos "titanes". Este último es, hasta donde sé, la nota de curso legal más valiosa que existe.

Por supuesto, estos billetes no están pensados para ser usados por el público. Su existencia es consecuencia de la peculiar organización financiera del Reino Unido, que permite a algunos bancos de Escocia e Irlanda del Norte (por ejemplo, el Royal Bank of Scotland) emitir sus propios billetes como medios de pago de circulación local. Como garantía de las notas que entregan al público, esos bancos escoceses e irlandeses deben contar, por ley, con depósitos equivalentes de libras esterlinas en el banco de Inglaterra. Como los depósitos de garantía alcanzan cifras de varios miles de millones de libras, el banco de Inglaterra emite especialmente para ellos estos súper-billetes, pues sería muy incómodo usar los billetes normales para ese fin ya que ello implicaría tener decenas de bóvedas permanentemente repletas de efectivo, con los consecuentes costos de seguridad y pérdida de espacio. Los súper billetes nunca abandonan, en consecuencia, el banco de Inglaterra.


La apariencia de estos billetes gigantes fue un misterio por mucho tiempo, dado que el banco quería evitar todo riesgo de una falsificación. Sin embargo, en medio de la disputa por la votación por la independencia de Escocia el año pasado, el Banco de Inglaterra rompió ese secreto permitiendo que los billetes fueran filmados como un medio para atraer la atención y alertar a los escoceses sobre el riesgo que la independencia significaría para sus bancos. En efecto, éstos ya no podrían seguir emitiendo billetes respaldados por la libra inglesa.

Quizás fue uno de los factores que contribuyó a la derrota de los independentistas.

lunes, 22 de febrero de 2016

Los "dólares continentales" - La primera moneda de los EE.UU.

1/3 de dólar continental, emisión de febrero de 1776

Durante la guerra de independencia norteamericana, el “congreso continental” que reunía a los representantes de las 13 colonias emitió desde 1775 su propio papel moneda para financiar el esfuerzo militar contra Inglaterra. Se imprimieron denominaciones que iban de 1/6 de dólar a 80 dólares.

El nombre de la unidad de valor provenía de los dólares españoles, forma en que los norteamericanos designaban a los célebres “reales de a 8”. El fiable peso de plata y la pureza de estas monedas las había transformado en una divisa global y su circulación era habitual en las colonias norteamericanas. La opción por el dólar  era una ruptura consciente con la denominación inglesa, la libra, que había sido utilizada en los billetes emitidos por las colonias americanas hasta entonces.

Anverso de billete de 5 dólares continentales - emisión de sepiembre de 1778

Los nuevos billetes pasaron a ser conocidos como “continentales”. Para facilitar su diferenciación, los de cada valor portaban motivos diferentes. El diseño se adjudica a Benjamin Franklin, un decidido partidario del uso de papel moneda que ya en 1736 había producido notas para Nueva Jersey en su imprenta.

El diseño del billete cuya imagen encabeza esta entrada es uno de los más famosos. En el anverso vemos un pequeño círculo con la expresión latina "Fugio" (huyo) escrita en torno de un reloj de sol. Debajo de este aparece una segunda leyenda en inglés: "Mind your business". El reverso mostraba, a su vez, 13 anillos unidos -cada uno con el nombre de uno de los nuevos estados-, en torno a un sol que contiene las leyendas "Congreso Americano" y "SOMOS UNO".

Anverso de billete de 30 dólares continentales - emisión de noviembre de 1776

Ante las necesidades de la guerra y sus escasos recursos, el congreso imprimió billetes en cantidades cada vez mayores. A ello se sumó la falsificación en gran escala llevada adelante por los ingleses con el objetivo de desestabilizar la economía de las 13 colonias. Como consecuencia, el mercado fue inundado de billetes lo que generó una espiral inflacionaria. Para 1781, los continentales se habían depreciado de tal manera que las personas simplemente se rehusaban a aceptarlos, dejando así de circular de manera efectiva.

En remplazo de los desacreditados continentales, la economía norteamericana funcionó recurriendo a las diversas monedas producidas por cada uno de los Estados de la unión y también a piezas extranjeras de buena calidad, sobre todo, monedas de plata acuñadas en la América española, los ya mencionados “reales de a 8”.

Anverso de billete de 80 dólares continentales - emisión de enero de 1779

Después del colapso de los continentales, el congreso nombró a Robert Morris para que fuera Superintendente de Finanzas de los Estados Unidos. Morris defendió la creación de la primera institución financiera autorizada por los Estados Unidos, el Banco de América del Norte, en 1782. El capital del banco fue reunido en parte gracias a préstamos de Francia y Holanda. El banco ayudó a financiar las etapas finales de la guerra de independencia mediante la emisión de notas en su nombre, respaldadas por su capital. El Banco de América del Norte también emitió notas convertibles en especie. Las notas del banco fueron aceptadas por el gobierno federal y por los Estados como medio para cancelar impuestos.

El fracaso de los continentales dejaría un profundo legado de desconfianza respecto del papel moneda en la población de EE.UU., hasta el punto de que el gobierno federal no volvería a imprimir sus propios billetes hasta la guerra civil, más de 80 años más tarde.

miércoles, 17 de febrero de 2016

El sólido romano - bizantino: una de las monedas más exitosas de la historia

Anverso de sólido del emperador romano Constantino I
Sólido de Constantino I - Tréveris - 310-313 d.C.

La introducción del sólido


En el 309 d.C., Constantino reinició, tras una interrupción casi total por un período de dos años, la acuñación de monedas de oro. Para las nuevas piezas se dejó de lado el estándar del áureo de Diocleciano de 1/60 de la libra romana para pasar a uno reducido de 1/72, es decir, un peso teórico de unos 4,54 gr. Para distinguirla de su predecesora, la nueva moneda es designada convencionalmente como sólido, un término contemporáneo que, sin embargo, ya se utilizaba con anterioridad a esta reforma para designar a las piezas de oro.

La reducción en el estándar fue, sin duda, un resultado de las dificultades económicas experimentadas por Constantino, que lo forzaron a intentar sacar el mayor rédito posible de la escasa cantidad de oro disponible. La reforma implicaba que ahora podía acuñarse un 20% más de monedas con la misma cantidad de oro, lo que ciertamente representaba una ventaja a la hora de distribuir una cantidad reducida de ese metal en donativos entre cuantiosos contingentes militares. Algo muy importante en una época en que Constantino era sólo uno de muchos emperadores que pugnaban entre sí y controlaba un territorio limitado en el Occidente del imperio.

La introducción del sólido vino lógicamente acompañada de nuevas piezas fraccionarias en ese metal adecuadas al nuevo estándar. La más importante y acuñada con mayor frecuencia fue el sémisis, o medio sólido.

Un estilo propio


Durante el Bajo Imperio romano el sólido fue adquiriendo características estilísticas propias que lo diferenciarían claramente de su predecesor, el áureo. Uno de los rasgos más característicos de los retratos imperiales en las monedas romanas era el retrato de perfil. Este formato es especialmente adecuado para presentar un retrato individualizado en bajo relieve, ya que permite reflejar la silueta distintiva de un individuo. En el siglo IV el formato de perfil comenzó a ser reemplazado por un busto frontal que con el tiempo se transformaría en el nuevo estándar.

Sólido del emperador romano Constancio II
Sólido de Constancio II - Antioquía - 355-361 d.C.

El retrato casi frontal con atuendo militar aparece por primera vez en sólidos de Constancio II (337-361 dC) en la mitad del siglo IV y seguiría siendo popular hasta el siglo VI. En este tipo de busto, el emperador está representado con la cabeza girada ligeramente hacia la derecha, pero mirando directamente al espectador. Durante el transcurso del siglo VI, se impuso en forma casi exclusiva el retrato plenamente frontal que sería la marca distintiva del sólido bizantino. La representación del emperador se volvería, al mismo tiempo, cada vez más esquemática, abandonándose la intención de presentar el retrato de un individuo específico para reflejar en su lugar la apariencia simbólica de un soberano.

El "dólar de la Edad Media"


Tras el triunfo final de Constantino en las guerras civiles en el 324 d.C., la nueva moneda se impondría en todo el imperio y se transformaría en la principal acuñación romana en oro hasta la caída misma de Roma. Después del fin del Imperio Romano de Occidente, las monedas de oro se seguirían acuñando en el Imperio Bizantino, en el que el sólido sería simplemente designado como "nomisma" (νόμισμα), es decir, "moneda" o "dinero".

sólido bizantino de Constantino VI e Irene

Sólido de Constantino VI e Irene - c797-802 d.C.

El sólido se siguió acuñando en Bizancio con el mismo estándar hasta el siglo X, cuando fue remplazado por una moneda un poco más pequeña, el tetarteron.  Conservó entonces un peso y calidad estable por más de 700 años, lo que le dio una excelente reputación, siendo utilizado como medio de pago y de atesoramiento de riquezas mucho más allá de las fronteras del imperio.

En efecto, como el califato árabe no acuñaba normalmente monedas de oro, se limitaba a usar las producidas por los bizantinos. Algo semejante sucedía en Occidente, donde el sólido era percibido como una garantía de valor. De hecho, se han encontrado tesoros de monedas bizantinas tan lejos como en Escandinavia. Debido a este éxito, el historiador Robert S. Lopez designó al sólido como el verdadero "dólar de la Edad Media".

jueves, 4 de febrero de 2016

La moneda de Vellón al inicio del reinado de Constantino

Constantino I como César, nummus de vellón bajo, 6,9 gr. Tréveris

El sistema monetario introducido por Diocleciano en el 293 d.C. se conservó, por lo menos en lo que a peso y calidad de las monedas se refiere, sin cambios significativos por más de 20 años. Sin embargo, tras su retirada del poder, en el conflictivo clima político generado por la disolución de la segunda tetrarquía, se iniciaría un camino de deterioro de las denominaciones de vellón bajo que trastocaría las bases del sistema monetario y sería el modelo de un proceso de crisis recurrente que se repetiría durante todo el siglo IV.

Constantino desempeñaría un papel central en la desestructuración del sistema monetario de la tetrarquía, tanto en lo que se refiere a los estándares de las denominaciones vigentes como al lenguaje iconográfico de sus representaciones. Este cambio no sería, sin embargo, el resultado una política planificada o de una reforma general, sino la consecuencia de una serie de medidas parciales y de emergencia que, en su efecto acumulativo, generarían un nuevo paradigma, que los sucesivos triunfos de Constantino sobre todos sus rivales harían extensivo a la totalidad del imperio.

Parece probable que Constantino acuñó las primeras monedas en su nombre sólo después de que Galerio hubiera confirmado su posición en el trono como nuevo César de Occidente, pues en las mismas asume ese título y no el de Augusto que le había sido conferido por las tropas de su padre en York. Los retratos de Constantino en sus primeras acuñaciones en Tréveris (entre 306 y 307 d.C.) marcan ya una clara ruptura con el estilo de representación habitual de los soberanos de la tetrarquía y se diferencian claramente del retrato que será incluido en las monedas producidas en su nombre por sus colegas (véase la imagen que encabeza esta entrada). A pesar de que este primer retrato monetario de Constantino mantiene el pelo corto típico de los Tetrarcas, presenta un rostro completamente diferente con un aire sereno y juvenil, y sin la barba y el ceño fruncido que eran típicos del estilo anterior.
Constantino I como César, nummus de vellón bajo, 7,4 gr. Tréveris

Otro punto de ruptura significativo con las acuñaciones tetrárquicas es la producción en el 307 de algunos nummi con una representación de marte en el reverso. Estas monedas parecen evocar a Marte como nuevo patrón divino de Constantino y marcan un claro distanciamiento respecto de las asociaciones religiosas estandarizadas establecidas por Diocleciano con las figuras de Júpiter y Hércules.

El cambio de estilo sería rápidamente acompañado de un cambio en el estándar monetario. El proceso fue iniciado ya a comienzos del año 307 d.C., por Constantino en las cecas bajo su control –Londres, Tréveris y Lugdunum- y consistió en una brusca reducción tanto del peso como del contenido de plata del nummus, que pasa de los 10,3 a los 6,5 gr. de peso teórico, es decir, de un estándar de 1/30 de la libra romana a otro de 1/48 o 1/50. Al mismo tiempo, la proporción de plata en la composición de la aleación metálica se reduce aproximadamente a la mitad, bajando de alrededor de un 4% a un 2%. Es decir que el contenido real de ese metal por cada pieza se reduce a casi un tercio del previo a esta reforma, pasando de aproximadamente unos 0,4 a unos 0,13 gr.
Constantino I como Augusto Nummus de vellón bajo 7,6 gr. Lugdunum

Tras la reducción en el estándar, se acuñaron en la ceca de Lyon algunas monedas en los años 308-9, que llevan en el reverso las letras: CI HS. la interpretación más convincente es que se trata de una marca de valor que incluye la tradicional abreviatura para el sestercio (HS) y que fija para el nummus depreciado un valor de 100, es decir, de 25 denarios (véase la imagen sobre este párrafo. Es claro que la reducción del peso no vino acompañada de un cambio en el valor nominal de la pieza, pues de lo contrario la depreciación no habría reportado ningún beneficio al Estado.

¿Qué impulsó a Constantino a tomar una medida de este tipo? Se trató sin duda de una solución de emergencia ante la falta de recursos para atender los pagos del Estado. Tal como había sucedido reiteradamente durante el siglo III d.C., el deterioro del estándar monetario era una manera de resolver, por lo menos en el corto plazo, los problemas financieros del Estado dado que permitía incrementar la capacidad de pago nominal del fisco con la misma cantidad de metal disponible. En lugar de recurrir al expediente utilizado por Diocleciano y sus colegas en el 301 d.C. -una revaluación de las monedas sin alterar las características físicas de las mismas-, Constantino prefirió volver a la práctica tradicional de deteriorar la composición metálica de la moneda pero mantener inalterado su valor nominal. El efecto final era el mismo pero sin duda la forma elegida por Constantino era mucho más eficaz dado que la percepción del cambio por parte de los actores económicos era gradual mientras que en una revaluación nominal por decreto la reacción de los mismos sería más rápida.

Mapa ilustrando la expansión gradual de los territorios del Imperio Romano controlados directamente por Constantino

Esta medida iniciaría un ciclo e reiteradas devaluaciones de la moneda de vellón bajo que sería una característica recurrente del sistema monetario bajoimperial. Los estándares se modifican tan rápidamente que la clasificación de las monedas mismas se hace compleja, particularmente porque no conocemos los nombres de las diferentes piezas que circularon durante el período, por ello se ha impuesto en la numismática la convención de clasificarlas a partir de sus diferentes módulos, según el siguiente sencillo esquema:

Clasificación por diámetro de las monedas de vellón del Bajo Imperio Romano

AE1 desde 25 milímetros
AE2 desde 21 milímetros
AE3 desde 17 milímetros
AE4 menos de 17 milímetros

El ciclo de depreciaciones que se inicia con la devaluación de Constantino es relacionado habitualmente con los costos de las guerras civiles producidas por la disolución del sistema tetrárquico. Sin embargo, esa puede ser difícilmente la causa de la primera depreciación llevada a cabo por Constantino, que todavía no se había visto involucrado en conflictos militares internos. Es necesario considerar que los territorios controlados por el hijo de Constancio incluían una de las fronteras más problemáticas, cuya defensa representaba, sin duda, una parte importante del costo militar total del imperio y que sólo contaba con los recursos fiscales de Hispania, Britannia y la Galia para cubrir esos gastos. Los primeros años de reinado de Constantino estuvieron signados, además, por una intensa actividad militar en la frontera contra alamanes y francos y por ambiciosos proyectos de construcciones públicas. Por otra parte, el destino trágico de Severo demostraba claramente los riesgos que implicaba una política fiscal demasiado estricta, particularmente para un soberano novel. Por ello, no puede sorprender que, una vez separada esta región del resto del imperio, Constantino tuviera que recurrir, tras tan sólo pocos meses en el poder, a un relajamiento de los estándares monetarios ante la imposibilidad de financiar de otra forma su déficit presupuestario.