En una interesante entrada de su estupendo blog numismático, Adolfo discute la idea de coleccionar monedas para obtener en el largo plazo un retorno que supere al de la inflación y que pueda servir como “plan de pensiones”. Os recomiendo que leáis su entrada y, también, la interesante discusión en los comentarios. Creo que veo el tema de manera algo diferente a la de Adolfo y ello me impulsó a escribir este texto con mis propias ideas al respecto y enfocando el tema de manera más específica en el ámbito de las monedas antiguas grecorromanas, que es del que se ocupa este blog.
El objetivo
En primer lugar, creo que para
ser interesante como inversión, una colección de monedas debería, en el plazo
de tiempo considerado (tomemos 30 años como hipótesis), obtener una suba de
valor no sólo mayor que la inflación, sino también mayor que el de otro tipo de
inversiones conservadoras de bajo riesgo, como bonos de deuda soberana de
Estados con excelente calificación crediticia. Ese debería ser el objetivo. En
caso contrario no se justificaría el mayor tiempo y esfuerzo que es necesario
para conformar una colección de monedas respecto del que se necesita para
obtener una renta semejante con esos otros instrumentos de inversión.
Requisitos iniciales
Coincido plenamente con el primer
punto señalado por Adolfo: solo un coleccionista experimentado estaría en
condiciones de llevar a cabo un plan de inversiones numismático con mínimas
chances de éxito, es decir, con posibilidades de obtener en el largo plazo un
resultado positivo superior al del índice de inflación y al de otras
inversiones conservadoras. Yo añadiría un segundo requisito -que quizás
desaliente de entrada a muchos- igual de importante: nuestro hipotético
coleccionista debería contar a lo largo de muchos años con cifras de dinero siempre
disponibles para pujar en subastas por monedas de calidad. De hecho, podría
argumentarse que este requisito es el más importante e, incluso, afirmarse que,
si se cuenta con el dinero necesario, puede adquirirse el asesoramiento
numismático para conformar una excelente colección. Algo que, de hecho, ha
sucedido con frecuencia. Un tercer requisito sería la disponibilidad de tiempo
para estudiar los catálogos de todas las subastas importantes y para pujar en
los casos en que se identifiquen piezas que coinciden con los criterios
seleccionados para la colección.
El mercado numismático y las predicciones de valor
Adolfo señala que “es
absolutamente imposible poder predecir qué monedas van a subir de precio en el
largo plazo”. Esto es absolutamente correcto. Es imposible garantizar que una
moneda adquirida hoy podrá venderse dentro de 30 años con un incremento de
valor que permita alcanzar el objetivo que hemos plantado. Sin embargo, el
riesgo no es el mismo si hemos comprado una única moneda que si hemos
conformado una colección. Las monedas de calidad tienden a incrementar su valor
en el mediano y largo plazo. Por supuesto, en el corto plazo, su valor puede
estar sujeto a oscilaciones considerables pero en el caso de una colección, lo
más probable es que la mayoría de las monedas sigan el comportamiento esperable
y que la suba en su valor compense el de aquellas que al momento de la venta no
hayan tenido el comportamiento esperado. Por otra parte, es importante
considerar que si una colección ha sido bien conformada, lo esperable sería que
su valor de conjunto supere el de la suma del valor individual de cada una de
sus piezas si se vendieran en forma independiente. Esto sucede cuando una
colección respeta un tema o criterio general que pueda resultar atractivo para
otros coleccionistas.
Ya he escrito en este blog sobre
los factores que determinan el valor de una moneda antigua. En líneas
generales, puede considerarse la calidad de una moneda será mayor mientras más
se distinga en estos criterios generales:
·
Conservación
·
Importancia histórica
·
Calidad estética
·
Interés histórico
·
Rareza
·
Pedigrí
Adolfo señala que “Como es
absolutamente imposible predecir los gustos que tendrán los coleccionistas de
dentro de unas décadas, es igualmente imposible predecir qué moneda es una
buena o una mala inversión.” Pero esto no se aplica de forma tan tajante a las
monedas antiguas. A diferencia de lo que puede suceder en otros ámbitos del
coleccionismo numismático, el mercado de monedas grecorromanas no está sujeto a
grandes oscilaciones por cambios de gustos o modas, por lo que una moneda de
alta calidad que es codiciada hoy lo seguirá siendo, por lo general, una vez
transcurridos los 30 años que hemos tomado como plazo hipotético de inversión.
Hay que tener en cuenta que el coleccionismo de monedas griegas y romanas se
practica desde el Renacimiento y que a lo largo de los siglos el interés
siempre ha crecido. Sería difícil pensar que eso pudiera cambiar, incluso en el
mediano y largo plazo. Por el contrario, la tendencia de las últimas décadas
señala que el coleccionismo de monedas antiguas crece en todo el mundo como
consecuencia del mayor acceso a la información y las mayores posibilidades de
compra de las que provee internet. De allí que los valores de las monedas
antiguas experimenten ya desde hace varios años subas continuadas. Una
tendencia que nada indica que se vaya a interrumpir en el futuro cercano.
Desventajas de las monedas antiguas como inversión
En síntesis, puede decirse que es
factible realizar una colección de monedas antiguas cuyo valor suba con el
tiempo. De todos modos, también es necesario considerar que las monedas
antiguas presentan, como objeto de inversión, algunas desventajas importantes.
La más importante, en mi opinión, es su falta de liquidez. Una colección de
monedas antiguas no puede venderse de la noche a la mañana como sí puede
hacerse con bonos, acciones y otras inversiones más convencionales. La única
forma de vender con ganancia una colección importante es consignándola a una
casa de subastas, y hacerse del efectivo demandará, en el mejor de los casos,
algunos cuantos meses. A ello se suma que el valor final a obtener en la
subasta es incierto y que no existen índices de precios que puedan ayudar a
tomar la decisión de cuándo vender. Por otra parte, difícilmente pueda
obtenerse una ganancia vendiendo una colección a un comerciante (excepto que la acepte en consignación), dado que, por
regla general, éstos pagaran solamente alrededor del 50% de lo que esperan a su vez obtener.
Por otra parte, las monedas deben
ser almacenadas adecuadamente y es necesario considerar un seguro y medidas de protección
frente a robos que representan un costo que deberá deducirse del precio de
venta final a la hora de determinar el rendimiento de la inversión.
Conclusión
Creo que todo lo expuesto
justifica la idea de que las monedas como inversión sólo serás adecuadas en
casos muy específicos y, por lo general, para quienes disponen de medios
económicos importantes, que recurrirán a ellas para complementar una cartera de
inversiones que ya cuenta con otros activos más tradicionales. Es difícil que
el coleccionista promedio pueda obtener de sus monedas un rendimiento que supere
el de otras inversiones más tradicionales en un porcentaje que justifique el
tiempo y el riesgo involucrados. Claro que si uno considera el placer que uno
deriva de su colección como una ganancia, entonces el cálculo cierra y creo que
eso es lo que termina inclinando la balanza en la mayoría de los casos.
En síntesis, para asegurarse un
retiro hay otras opciones mucho más seguras que una colección de monedas. Claro
que la idea del “plan de inversiones” puede ser un buen argumento a la hora de
justificar frente a la familia las sumas destinadas a ampliar nuestra
colección.
Las imágenes que acompañan esta entrada son de algunas de las 5 monedas antiguas más valiosas del mundo
Darío, me vas a sacar los colores :)
ResponderBorrarEstoy muy de acuerdo contigo en lo que dices, pero te has adelantado a algunos de mis argumentos (date cuenta de que mi entrada es la primera de una serie). En las últimas décadas ha sido clarísima la tendencia de que cada vez se valoran más las monedas de alta calidad y es de esperar que esta tendencia siga su curso en las próximas décadas. Por otro lado, hay series que siempre han tenido una alta demanda, como pueden ser los denarios republicanos o los duros de plata, por lo que se puede esperar que se siga así en los próximos años. También hay series con una demanda más pequeña en la actualidad pero que pueden ponerse de moda dentro de unas décadas (o no, ¿quién sabe?); tal sería el caso de la moneda medieval y, me da la sensación, de los tetradragmas de Alejandría.
Yo dedicaré algunas entradas más al respecto sin tardar.
Saludos,
Adolfo
Hola Adolfo! Antes que nada gracias por el comentario. No fue mi intención adelantarme a lo que tu ibas a publicar sino considerar el tema en forma más específica en lo que se refiere estrictamente al ámbito de las monedas grecorromanas, para el que la situación es algo particular comparada con la de otros ámbitos del coleccionismo numismático.
BorrarTe felicito nuevamente por tu blog!
Saludos,
Darío