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sábado, 10 de agosto de 2013

Historia Monetaria romana de Caracalla a Alejandro Severo

Antoniniano de Caracalla
Antoniniano de Caracalla

Continuando con la serie sobre la historia monetaria del Imperio Romano, discuto brevemente en esta entrada el período final de la dinastía de los severos.

De acuerdo a Dión Casio, Septimio Severo, desde su lecho de muerte, aconsejó a sus hijos: “manteneos unidos, enriqueced a los soldados y despreciad al resto”. Sus sucesores conservarían el axioma central de su política: conceder reiteradas subas de salarios al ejército, financiadas mediante la devaluación del denario. También se redujo el peso del áureo pero ambas monedas conservaron en líneas generales su aspecto tradicional, firmemente establecido por la costumbre de un par de siglos entre sus usuarios. A pesar de la intensa manipulación de estas monedas, la tasa de cambio entre ambas no se modificó.

Esta tendencia de deterioro monetario continuaría durante el reinado de Caracalla, que llevó el contenido de plata del denario a tan sólo 50% y redujo el estándar del áureo de 45 a 50 por libra romana. En el 215 d.C., este emperador experimentaría con otra modalidad, la introducción de una nueva denominación, el antoniniano, con un retrato radiado del emperador y un valor nominal de 2 denarios a pesar de que sólo contenía el 80% de la plata de dos de estas monedas. Esta medida ocasionó una desaparición de los denarios de circulación, afectando fuertemente los intercambios económicos.

Su sucesor, Heliogábalo, reaccionó retirando el antoniniano pero conservando el estándar reducido del áureo y llevando el contenido de plata del denario a un nuevo piso de aproximadamente el 46%.

sestercio de Alejandro Severo
Sestercio de Alejandro Severo

La reiteración permanente del expediente devaluatorio para solventar los gastos del Estado tiene que haber sido cada vez menos eficaz en cuanto que la experiencia enseñaría a los actores de la economía a reaccionar con mayor rapidez ajustando el valor de bienes y servicios a la nueva situación. Es probable, incluso, que los fijadores de precios los incrementaran para protegerse frente a futuras devaluaciones antes de que las mismas se hubieran efectivamente llevado a cabo. De esta forma, el Estado quedaba preso de la trampa inflacionaria que su misma política había generado. Sin embargo, el cambio de rumbo no era sencillo. Los emperadores que, como Macrino, Alejandro Severo o los Gordianos, dejaron de lado esta política e intentaron mejorar la calidad de la moneda caerían rápidamente víctimas del descontento militar tal como había sucedido con Pértinax.

Alejandro Severo intentó restablecer la reputación de las monedas imperiales mejorando levemente la calidad del denario y acuñando, por primera vez en muchos años, un número significativo de sestercios de bronce y asses de cobre. Si bien estaban lejos de los estándares de diseño y producción de la primera mitad del siglo II d.C., eran piezas bien producidas y que alcanzaban el peso tradicional. La política de ahorro sería una vez más fatal. Esta política de ahorro sólo podía llevarse adelante reduciendo los donativos acostumbrados a las tropas. Una vez más, eso significaría también para este emperador la muerte a manos de sus propios soldados.

martes, 20 de noviembre de 2012

Un nuevo estudio sobre las monedas del siglo III d.C.


Hace unos días ha llegado a mis manos el interesante libro de Erika Manders, Coining Images of Power: Patterns in the Representation of Roman Emperors on Imperial Coinage, A.D. 193-284 , aparecido en enero de este año en la serie Impact of Empire de la editorial Brill. Es un estudio de la representación de los emperadores del siglo III en sus monedas basado en el análisis cuantitativo y cualitativo de los 8227 tipos numismáticos que hoy se conocen acuñados entre los años 193 y 284 d.C.

En la primera parte del libro, Manders estudia los diferentes motivos de reverso, a los que clasifica en trece grandes grupos. Un detallado estudio cuantitativo le permite identificar los cuatro grupos más importantes, a los que analiza en profundidad dedicándole un capítulo a cada uno. Son los siguientes: 1 - Representación militar: incluye todas las formas de representación que enfatizan las fuerzas armadas, victorias, o el papel del emperador como general. 2 - Asociación divina: son las representaciones que conectan el emperador y a su reinado con los dioses o lo divino. 3 – Virtudes: son las representaciones que promueven las virtudes del emperador, el ejército, o el pueblo (de Roma o de otras regiones) 4 - Siglo de Oro: Todas las formas de representación centradas en la prosperidad que el emperador traerá o ha traído.

En la segunda parte, Manders focaliza la atención en las acuñaciones de tres emperadores del período, Caracalla, Decio y Galieno. La autora identifica las tendencias generales de cambio en las representaciones numismáticas de cada reinado y las explica de manera convincente a partir de su conexión con sucesos contemporáneos y otros factores.

El libro de Manders se enrola en toda una serie de estudios recientes que hacen hincapié en el papel de las monedas como medios de comunicación en el mundo romano. Como ejemplo basta solamente mencionar sólo los trabajos de Carlos Noreña y Olivier Hekster, entre otros. Este libro se destaca, sin embargo, por su gran horizonte temporal y por la gran cantidad de monedas analizadas.

El volumen tiene una excelente calidad, está ricamente ilustrado y a todo color. Sin duda, es un aporte de primer nivel para el estudio histórico y numismático del siglo III d.C.

sábado, 23 de octubre de 2010

Un áureo y un denario de Caracalla

El verdadero nombre de Caracalla era Lucio Septimio Bassiano, pero cuando su padre, el emperador Septimio Severo, ascendió al trono, lo hizo cambiar por el de Marco Aurelio Antonino, en un intento de conectar con el prestigio de la dinastía anterior. El joven César sería, sin embargo, reconocido por el apodo con el que ha pasado a la posteridad y que le fuera adjudicado por su costumbre de llevar un manto galo de ese nombre. 
Caracalla fue el hijo mayor de Septimio Severo y tenía un hermano, Geta, a quien odiaba profundamente. Tras la muerte de su padre, ambos recibirían el trono en conjunto, pero Caracalla haría rápidamente asesinar a Geta y sería emperador en soledad. Por este crimen y otras razones, el reinado de Caracalla estaría signado por una evidente impopularidad, por lo menos entre las elites del imperio. Uno de los ejes de su política sería, en consecuencia, obtener el favor del pueblo mediante grandes construcciones y espectáculos.
Las dos monedas cuyas imágenes acompañan esta entrada son un claro testimonio del esfuerzo de Caracalla por captar el favor popular. Se trata de un áureo y un denario que comparten idénticos motivos (RIC IV 133 y 157):
Anverso: ANTONINVS PIVS AVG (Antonino Pío Augusto), busto del emperador con corona de laureles

Reverso: LAETITIA TEMPORVM (La felicidad de los tiempos), un barco con mástil,  accesorios y las velas desplegadas. Arriba de la nave pueden verse cuatro cuadrigas, por debajo, aves, un león, una cebra, un oso, un ciervo y un toro.

El diseño del reverso conmemora la celebración de los juegos que se realizaron con ocasión del regreso del emperador a Roma en el 202 d.C., una ocasión memorable. Para las fiestas que siguieron, un gran buque con laterales plegables fue colocado en la arena del Coliseo. Una verdadera obra maestra de la ingeniería romana. Durante el espectáculo, los lados de la nave fueron abiertos y los asombrados espectadores pudieron observar un gran número de animales raros e interesantes salir de las entrañas del barco solo para ser masacrados por los gladiadores. Por si esto fuera poco, el público romano también se deleitó con numerosas carreras de carros en el Circo Máximo.