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martes, 24 de septiembre de 2013

¿Por qué acuñó Decio la “serie de los divi? Una hipótesis

Antoniniano del emperador romano Decio - serie de los divi

Como vimos en la última entrada, a pesar de su propaganda conservadora y su homenaje a las virtudes del pasado, el reinado de Decio no implicó ninguna ruptura en el proceso de deterioro de la moneda romana. Mientras se rendía homenaje a los emperadores del pasado, los denarios del pasado que seguían circulando eran simplemente reacuñados como antoninianos. De esta manera, se duplicaba su valor nominal sin modificar su contenido metálico.

El proceso de reacuñación significó la desaparición efectiva de prácticamente todos los denarios que todavía se encontraban en circulación y también de muchos antoninianos de mejor calidad acuñados antes del 250 d.C. Los que no fueron fundidos en las cecas del imperio fueron escondidos por sus poseedores, como lo demuestra el gran tesoro escondido por estos años en Reka Devnia –el mayor tesoro de denarios conocido- producto sin duda de la inseguridad generada en la zona del Danubio por la invasión de los godos bajo el mando del rey Cniva, pero también de la política monetaria de Decio.
Antoniniano del emperador romano Decio - serie de los divi

Para Kenneth Harl, el proceso de reacuñación tiene que haber sido acompañado de una revaluación del áureo, que a partir de este momento debe haber pasado a valer 25 antoninianos, para preservar entre estas monedas una taza de cambio razonable con el valor relativo de la plata y el oro.

El público romano estaba acostumbrado a utilizar un circulante heterogéneo en el que convivían las acuñaciones de diversos emperadores. El proceso de reacuñación cambió radicalmente esta realidad generando un importante nivel de homogeneización. Es posible, en consecuencia, que la emisión de la serie de antoninianos dedicados a emperadores divinizados del pasado buscara no sólo rendir homenaje a estos soberanos, sino también reintroducir sus familiares rostros que estaban desapareciendo por la reacuñación y restablecer artificialmente, de esta forma, la heterogeneidad del circulante que el público romano estaba habituado a tener en sus manos. El objetivo era, sin duda, facilitar la aceptación de las nuevas monedas y generar confianza en el valor de las mismas. Recordemos que el emperador Trajano había recurrido a una medida semejante a principios del siglo II d.C. acuñando denarios que imitaban tipos históricos cuando un proceso de reacuñación los hacía desaparecer del circulante romano.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Trajano Decio y la serie de los “divi” honrando a emperadores divinizados

Antoniniano de Trajano Decio en homenaje a Alejandro Severo - serie de los divi
Antoniniano de Trajano Decio en homenaje  a Alejandro Severo

Decio y su llegada al trono


Decio nació en Budalia, cerca de Sirmio (hoy en Serbia). Sería, en consecuencia, el primero de una larga serie de emperadores que la región de Iliria daría al mundo romano. Sin embargo, a diferencia de los emperadores-soldados del último tercio del siglo III d.C., antes de llegar al trono, Decio había alcanzado los más altos niveles de la sociedad imperial, habiendo sido cónsul y prefecto de la ciudad de Roma y habiéndose unido por matrimonio con la tradicional aristocracia senatorial.

Las versiones que han llegado hasta nosotros sobre su ascenso al trono contienen, sin duda, algunas elaboraciones posteriores que intentan exculpar a Decio de su responsabilidad en la usurpación contra Filipo. Habiendo sido enviado, como vimos, por éste a Iliria para sofocar la revuelta de Pacatiano, terminó, en mayo o junio del 249, siendo proclamado emperador por sus tropas, supuestamente en contra de su voluntad. Decio contaba para ese entonces con unos 60 años de edad.

Antoniniano de Trajano Decio en homenaje a Nerva - serie de los divi
Antoniniano e Trajano Decio en homenaje  a Nerva


La serie de los divi


En líneas generales, la política de Decio fue claramente conservadora y respondía, aparentemente, a un diagnóstico que adjudicaba los problemas del imperio a un distanciamiento de sus valores tradicionales. Ello fue especialmente claro en el ámbito de la religión. Decio promulgó un edicto requiriendo que todos los habitantes del Imperio tomaran parte en sacrificios a los dioses tradicionales por la seguridad del imperio. Las autoridades emitirían a cada persona un certificado una vez que hubiera cumplido con la orden. La negativa de los cristianos a participar dio inició a la primera gran persecución sistemática de la iglesia.

La reverencia por el pasado de Roma y la insistencia en la necesidad de recuperar las viejas virtudes que la habían llevado a la grandeza como único remedio para los problemas de la época es, también, uno de los ejes temáticos de las monedas de Decio. Ello es particularmente claro en la famosa serie de antoninianos acuñada en Roma por Decio en honor de los “divi”, once emperadores del pasado que habían sido divinizados tras su muerte, aunque, enigmáticamente, se incluye a Alejandro Severo, que nunca había sido oficialmente elevado al rango de Dios. Los otros diez emperadores conmemorados son Augusto, Vespasiano, Tito, Nerva, Trajano, Adriano, Marco Aurelio, Cómodo y Septimio Severo.

Antoniniano de Trajano Decio en homenaje a Nerva - serie de los divi

Antoniniano e Trajano Decio en homenaje a Cómodo

Los retratos reproducen los de las monedas acuñadas por cada uno de estos emperadores pero llevan, por supuesto, siempre la corona de rayos que indica que se trata de Antoninianos. Sólo se acuñan dos reversos dentro de esta serie, un altar desde el que se eleva una llama y un águila con las alas abiertas. La leyenda del anverso siempre contiene alguna versión del nombre de cada emperador acompañado del epíteto “divo”, mientras que en el reverso sólo figura el término CONSECRATIO, que hace referencia al proceso de divinización oficial llevado a cabo por el senado.

Es muy interesante que los emperadores homenajeados en esta serie no son los que cabría esperar de acuerdo con la visión que del pasado imperial presenta la historiografía senatorial. Particularmente, la inclusión de una figura como Cómodo (del que las fuentes literarias transmiten una imagen unánimemente negativa) es particularmente elocuente en ese sentido. En mi opinión, ello se explica porque los antoninianos estaban dirigidos a un público amplio y se incluyeron aquellos soberanos divinizados de los que la tradición oral de la población del imperio conservaba una imagen positiva. De allí la presencia del hijo de Marco Aurelio, quien era recordado por el pueblo romano como un organizador de magníficos espectáculos. Por otra parte, también es llamativa la lista de aquellos emperadores divinizados que Decio omitió de la serie: Julio César, Claudio, Lucio Vero, Pertinax y Caracalla. Considero probable que el primero fuera dejado de lado porque no se lo consideraba un emperador, mientras que los otros cuatro por no eran juzgados como figuras suficientemente relevantes.

Antoniniano de Trajano Decio en homenaje a Augusto - serie de los divi
Antoniniano e Trajano Decio en homenaje  a Augusto

A pesar de su propaganda conservadora y su homenaje a las virtudes del pasado, el reinado de Decio no implicó ninguna ruptura en el proceso de deterioro de la moneda romana. Mientras se rendía homenaje a los emperadores del pasado, los pocos denarios imperiales que seguían circulando eran simplemente reacuñados como antoninianos. Es decir, se duplicaba su valor nominal sin modificar su contenido metálico. La introducción de un “doble sestercio” por Decio parece indicar que las subas de precios habían alcanzado un nivel que había vuelto obsoleto al sestercio, una moneda que por algo más de dos siglos y medio había sido una de las piezas centrales del sistema monetario romano. 

martes, 20 de noviembre de 2012

Un nuevo estudio sobre las monedas del siglo III d.C.


Hace unos días ha llegado a mis manos el interesante libro de Erika Manders, Coining Images of Power: Patterns in the Representation of Roman Emperors on Imperial Coinage, A.D. 193-284 , aparecido en enero de este año en la serie Impact of Empire de la editorial Brill. Es un estudio de la representación de los emperadores del siglo III en sus monedas basado en el análisis cuantitativo y cualitativo de los 8227 tipos numismáticos que hoy se conocen acuñados entre los años 193 y 284 d.C.

En la primera parte del libro, Manders estudia los diferentes motivos de reverso, a los que clasifica en trece grandes grupos. Un detallado estudio cuantitativo le permite identificar los cuatro grupos más importantes, a los que analiza en profundidad dedicándole un capítulo a cada uno. Son los siguientes: 1 - Representación militar: incluye todas las formas de representación que enfatizan las fuerzas armadas, victorias, o el papel del emperador como general. 2 - Asociación divina: son las representaciones que conectan el emperador y a su reinado con los dioses o lo divino. 3 – Virtudes: son las representaciones que promueven las virtudes del emperador, el ejército, o el pueblo (de Roma o de otras regiones) 4 - Siglo de Oro: Todas las formas de representación centradas en la prosperidad que el emperador traerá o ha traído.

En la segunda parte, Manders focaliza la atención en las acuñaciones de tres emperadores del período, Caracalla, Decio y Galieno. La autora identifica las tendencias generales de cambio en las representaciones numismáticas de cada reinado y las explica de manera convincente a partir de su conexión con sucesos contemporáneos y otros factores.

El libro de Manders se enrola en toda una serie de estudios recientes que hacen hincapié en el papel de las monedas como medios de comunicación en el mundo romano. Como ejemplo basta solamente mencionar sólo los trabajos de Carlos Noreña y Olivier Hekster, entre otros. Este libro se destaca, sin embargo, por su gran horizonte temporal y por la gran cantidad de monedas analizadas.

El volumen tiene una excelente calidad, está ricamente ilustrado y a todo color. Sin duda, es un aporte de primer nivel para el estudio histórico y numismático del siglo III d.C.

viernes, 1 de julio de 2011

El doble sestercio de Decio – Un experimento fracasado en la lucha contra la inflación





La inflación y la crisis del siglo III


El Imperio Romano se vio sometido durante el siglo III a una profunda crisis que sacudió sus fundamentos políticos, militares y económicos. En este último plano, una de las señales más visibles de la crisis fue una fuerte inflación producto del continuado deterioro en la calidad de la moneda, es decir, en su contenido metálico. Las permanentes guerras significaban una carga enorme para el fisco, en una época en la que no existían mecanismos de financiamiento para cubrir el déficit del Estado. La única alternativa era disminuir el contenido en metal precioso o el tamaño de cada pieza para poder producir más monedas con la misma cantidad de metal.

Todas las denominaciones del sistema monetario romano se vieron afectadas por este proceso y, entre ellas, también el sestercio, cuyo tamaño y calidad se deterioró fuertemente durante el siglo III. Una respuesta frecuente a este problema por parte de los emperadores fue introducir nuevos tipos de moneda con un valor nominal más alto que las precedentes.




El doble sestercio de Trajano Decio


Uno de los diversos experimentos monetarios para responder a la inflación fue el “doble-sestercio” introducido por Trajano Decio durante su breve reinado (249-251). Era una moneda de gran tamaño (aproximadamente unos 38 gr. de peso) hecha de oricalco (la aleación también conocida con el nombre de latón). En realidad, la nueva moneda era poco más grande que los sestercios tradicionales del Alto Imperio, pero no fue un éxito.

Los sestercios dobles de Trajano son monedas impresionantes y si bien no convencieron a los contemporáneos son muy codiciados por los coleccionistas modernos. Ejemplares bien conservados alcanzan valores muy altos. Las imágenes que acompañan esta entrada ilustran a la perfección la gran calidad técnica con que Decio hizo producir la nueva moneda, se trata de verdaderas obras maestras. Su gran superficie permite a los grabadores explayarse en los detalles de los majestuosos retratos del emperador y su esposa, que reproducen un estilo clásico y de gran calidad. Lo mismo sucede con los motivos de reverso, con representaciones de, entre otras divinidades, Victoria, Felicitas y Pudicitia. Las leyendas apuntan a exaltar los tradicionales valores y la confianza en la invulnerabilidad de Roma.


Un fracaso similar al de esta moneda acompañaría, de hecho, a todas las iniciativas políticas relevantes de Decio, como su intento de erradicar el cada vez más difundido cristianismo con una dura persecución o el de expulsar las bandas de godos que habían penetrado en el territorio del imperio. Decio moriría, junto con su hijo, luchando contra los godos en la batalla de Abrito. Sería el primer emperador en perder la vida de esa forma, pero no el último.

El sestercio doble cayó pronto en desuso, pero fue revivido por el emperador gálico Póstumo (259-268). Póstumo hizo acuñar su propia versión del doble-sestercio, a menudo tomando sestercios antiguos y sobre-acuñándolos, probablemente debido a la escasez de metal. Los sestercios dobles desaparecerían junto con el imperio gálico y el mismo sestercio sería pronto suprimido del sistema monetario romano, siendo los últimos acuñados en nombre de Aureliano.