Las monedas introducidas en el 293 d.C. De izquierda a derecha: Nummus (follis), radiado post-reforma, laureado post-reforma y argenteus.
En la primera parte de esta serie vimos las medidas adoptadas por Diocleciano antes de la reforma completa del sistema monetario, es decir, su mejora en el estándar y calidad de las monedas de oro. En esta segunda parte, se analiza las nuevas denominaciones introducidas en el año 293 d.C.
La introducción del nuevo sistema en el 293 d.C.
En el año 293 d.C., con el
nombramiento de Galerio y Constancio como césares, el sistema político de la
tetrarquía quedaba definitivamente establecido y la velocidad de las reformas
administrativas y fiscales comenzó a acelerarse. En este contexto, se emprendió
una de las reformas monetarias más ambiciosas de la historia premoderna, que
implicaba una ruptura radical con el sistema vigente. Desconocemos el momento
exacto de su implementación, pero se llevó a cabo, sin duda, entre los años 293 y 294
d.C., prefiriendo los autores más recientes (como Keneth Harl o Richard Abdy)
la fecha más temprana.
El objetivo general de la reforma
era regresar a un sistema semejante al introducido durante el Alto Imperio por
Nerón, es decir, una nostálgica vuelta a un pasado dorado.
A los áureos reformados se sumó
ahora una nueva moneda de plata acuñada con un peso de 1/96 de la libra romana
(el número XCVI aparece en el reverso de algunas emisiones), es decir, unos 3,4
gramos, aunque la mayoría eran acuñados por debajo de su peso teórico. Era la
primera pieza de plata pura en salir de las cecas romanas en un siglo y
reproducía, de hecho, el estándar del denario de Nerón y también su ley del 95%
de pureza. Parece que esta pieza era designada argenteus.
Las monedas de oro y plata fueron
acompañadas por una serie de nuevas denominaciones de vellón. La más importante
de todas era una pieza completamente original, acuñada a 1/30 de la libra
romana, es decir unos 10,8 gramos y con un baño de plata que representaba entre
un 5 y 4 % del peso total. Esta nueva pieza es normalmente designada como follis (por asimilación de la gran
moneda de bronce introducida por la reforma monetaria del emperador bizantino Anastasio),
pero probablemente era conocida simplemente como nummus, el término latino para moneda. El vocablo follis se refería, de hecho, en esta
época a bolsas estándar de monedas, que contenían 125 piezas de plata y
llevaban un sello certificando su contenido. Algo muy conveniente a la hora de
intercambiar cifras elevadas.
El nummus sería producido en cantidades prodigiosas para convertirse
en la columna vertebral del nuevo sistema. También se produjeron, aunque en
mucho menor cantidad y calidad, dos piezas fraccionarias, que serían rápidamente discontinuadas: a) Una pequeña moneda
acuñada a 1/100 de la libra romana (3,2 gramos) con busto radiado hecha de bronce
pero con una delgada cobertura de plata del 1 al 1,25% de su peso, y b) una
moneda de bronce con busto laureado acuñada en 1/200 de la libra romana (1,6
gramos). El valor de esta última pieza equivalía a un denarius communis (d.c.), la denominación tradicional del sistema
romano que, por la inflación durante el siglo III, se había transformado en una
moneda de cuenta sin un equivalente monetario concreto. El d.c. seguía siendo
utilizado para expresar el valor de los bienes, como vemos claramente en el
célebre edicto de precios máximos de Diocleciano, del que trataremos más
adelante.
Es claro que todas las piezas del
nuevo sistema monetario tenían tasas de cambio fijas estipuladas en d.c. (Sigo
aquí a Kenneth Harl, Coinage in the Roman
Economy, pág. 151)
Áureo = 600 d.c.
Quinario = 300 d.c.
Argenteus = 25 d.c.
Nummus = 5 d.c.
Radiado de vellón = 2 d.c.
Laureado de bronce = 1 d.c.
Que el nummus estaba tarifado en 5 d.c. es demostrado por piezas de Siscia
y Alejandría que llevan la marca de valor XX y XXI, indicando que equivalían a
20 sestercios, es decir, 5 denarios. Algunos ejemplares de Antioquía llevan,
además, las letras K y V indicando 20 sestercios y 5 denarios.












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