jueves, 31 de enero de 2013

La reforma monetaria de Diocleciano -2° parte

Las monedas introducidas en el 293 d.C. De izquierda a derecha: Nummus (follis), radiado post-reforma, laureado post-reforma y argenteus.

En la primera parte de esta serie vimos las medidas adoptadas por Diocleciano antes de la reforma completa del sistema monetario, es decir, su mejora en el estándar y calidad de las monedas de oro. En esta segunda parte, se analiza las nuevas denominaciones introducidas en el año 293 d.C.

La introducción del nuevo sistema en el 293 d.C.


En el año 293 d.C., con el nombramiento de Galerio y Constancio como césares, el sistema político de la tetrarquía quedaba definitivamente establecido y la velocidad de las reformas administrativas y fiscales comenzó a acelerarse. En este contexto, se emprendió una de las reformas monetarias más ambiciosas de la historia premoderna, que implicaba una ruptura radical con el sistema vigente. Desconocemos el momento exacto de su implementación, pero se llevó a cabo, sin duda, entre los años 293 y 294 d.C., prefiriendo los autores más recientes (como Keneth Harl o Richard Abdy) la fecha más temprana.

El objetivo general de la reforma era regresar a un sistema semejante al introducido durante el Alto Imperio por Nerón, es decir, una nostálgica vuelta a un pasado dorado.
Argenteus Diocleciano 297 - Antioquía RIC VI 37a

A los áureos reformados se sumó ahora una nueva moneda de plata acuñada con un peso de 1/96 de la libra romana (el número XCVI aparece en el reverso de algunas emisiones), es decir, unos 3,4 gramos, aunque la mayoría eran acuñados por debajo de su peso teórico. Era la primera pieza de plata pura en salir de las cecas romanas en un siglo y reproducía, de hecho, el estándar del denario de Nerón y también su ley del 95% de pureza. Parece que esta pieza era designada argenteus.

Nummus Diocleciano - Nicomedia -294 295 -RIC VI 27a

Las monedas de oro y plata fueron acompañadas por una serie de nuevas denominaciones de vellón. La más importante de todas era una pieza completamente original, acuñada a 1/30 de la libra romana, es decir unos 10,8 gramos y con un baño de plata que representaba entre un 5 y 4 % del peso total. Esta nueva pieza es normalmente designada como follis (por asimilación de la gran moneda de bronce introducida por la reforma monetaria del emperador bizantino Anastasio), pero probablemente era conocida simplemente como nummus, el término latino para moneda. El vocablo follis se refería, de hecho, en esta época a bolsas estándar de monedas, que contenían 125 piezas de plata y llevaban un sello certificando su contenido. Algo muy conveniente a la hora de intercambiar cifras elevadas.

Radiado post-reforma Diocleciano RIC VI 15a

El nummus sería producido en cantidades prodigiosas para convertirse en la columna vertebral del nuevo sistema. También se produjeron, aunque en mucho menor cantidad y calidad, dos piezas fraccionarias, que serían rápidamente discontinuadas: a) Una pequeña moneda acuñada a 1/100 de la libra romana (3,2 gramos) con busto radiado hecha de bronce pero con una delgada cobertura de plata del 1 al 1,25% de su peso, y b) una moneda de bronce con busto laureado acuñada en 1/200 de la libra romana (1,6 gramos). El valor de esta última pieza equivalía a un denarius communis (d.c.), la denominación tradicional del sistema romano que, por la inflación durante el siglo III, se había transformado en una moneda de cuenta sin un equivalente monetario concreto. El d.c. seguía siendo utilizado para expresar el valor de los bienes, como vemos claramente en el célebre edicto de precios máximos de Diocleciano, del que trataremos más adelante.

Es claro que todas las piezas del nuevo sistema monetario tenían tasas de cambio fijas estipuladas en d.c. (Sigo aquí a Kenneth Harl, Coinage in the Roman Economy, pág. 151)

Áureo = 600 d.c.
Quinario = 300 d.c.
Argenteus = 25 d.c.
Nummus = 5 d.c.
Radiado de vellón = 2 d.c.
Laureado de bronce = 1 d.c.

Que el nummus estaba tarifado en 5 d.c. es demostrado por piezas de Siscia y Alejandría que llevan la marca de valor XX y XXI, indicando que equivalían a 20 sestercios, es decir, 5 denarios. Algunos ejemplares de Antioquía llevan, además, las letras K y V indicando 20 sestercios y 5 denarios.

martes, 29 de enero de 2013

La reforma monetaria de Diocleciano -1° parte


Áureo pesado (6,56 gr.) acuñado en la ceca de Roma en el año 286d.C.

Os presentó aquí la primera parte de una serie de cuatro entradas dedicadas a analizar en profundidad la reforma monetaria introducida por Diocleciano a finales del siglo III d.C., que sería, en muchos sentidos, el punto de partida del sistema monetario característico del Bajo Imperio.

Introducción


El ascenso de Diocleciano al trono del Imperio Romano en el año 284 d.C. no se diferenció del de la mayoría de sus fugaces predecesores durante el conflictivo siglo III d.C.: el asesinato en circunstancias confusas de un emperador y la elección, por parte del ejército, de un sucesor entre sus propias filas. Pero el nuevo soberano lograría romper con el ciclo de inestabilidad vigente desde hacía décadas e iniciar un reinado duradero signado por profundas reformas en muchos de los aspectos centrales de la organización del Estado. Algunas de ellas, como el establecimiento de la tetrarquía (un gobierno de múltiples emperadores), serían sólo experimentos que carecerían de continuidad, pero otras, como la reforma fiscal y la creación de una burocracia, sentarían las bases de lo que conocemos como el Bajo Imperio Romano.

Uno de los puntos más complejos de los cambios políticos introducidos por Diocleciano y sus colegas fue su esfuerzo por dotar al mundo romano de un nuevo sistema monetario. El deterioro en la calidad de la moneda, la pérdida de confianza en la misma y la inflación eran tres problemas heredados a los que Diocleciano debía enfrentar si pretendía que sus planes fiscales y administrativos fueran viables. En el año 274 d.C., el emperador Aureliano había ya introducido una reforma monetaria para enfrentar estos desafíos pero su impacto fue limitado y sus nuevos estándares fueron rápidamente relajados. Los cambios llevados adelante por los tetrarcas tendrían, sin embargo, un impacto mucho más profundo, sobre todo porque se irían aplicando por etapas en un período prolongado de tiempo.
Anverso del medallón de los tetrarcas del tesoro de Beaurains

Preludio: las monedas de oro de Diocleciano


En el año 285 d.C., Diocleciano nombró al experimentado militar Maximiano como César, es decir, como su colega y heredero al trono. Al año siguiente, lo promovió a Augusto, estableciendo, de hecho, una diarquía. Durante estos primeros años de reinado, el afianzamiento de su poder y el restablecimiento de las fronteras mantuvieron ocupados a Diocleciano y su colega, por lo que la política monetaria no recibió demasiada atención, continuándose con la acuñación de las denominaciones vigentes.

Diocleciano y Maximiano dieron, sin embargo, un primer paso al mejorar el estándar de las monedas de oro, llevando, en el año 286 d.C., el peso teórico del áureo de 1/70 de la libra romana a 1/60, lo que equivale a unos 5,4 gramos aproximadamente. También se acuñarían, en la ceca de Roma, algunos áureos ceremoniales a 1/50 de libra y numerosos medallones o múltiplos de diversos tamaños, como los hallados en el célebre tesoro de Beaurains. El estándar de las monedas de oro se había deteriorado considerablemente a lo largo del siglo III, con piezas cada vez más pequeñas y con menor pureza. A ello se sumaba un importante grado de variabilidad de peso entre los cospeles de distintos ejemplares, lo que reflejaba la pobre manufactura de las mismas. Los nuevos áureos de Diocleciano, por el contrario, fueron acuñados con mayor control y su peso es mucho más uniforme. Ningún ejemplar conocido se desvía más del 5% respecto del estándar (véase K. Verboven, “The Demise and Fall of the Augustan Monetary System”, 248).

Las nuevas monedas de oro fueron utilizadas, sobre todo, para pagar a soldados y funcionarios. En un contexto inflacionario y con moneda de mala calidad, es seguro que, de acuerdo a la ley de Gresham, estas piezas fueron, sobre todo, atesoradas, por lo que su impacto en el sistema monetario fue menor.
 Reverso del medallón de los tetrarcas del tesoro de Beaurains

El ya mencionado tesoro de Beaurains es un claro ejemplo de este proceso. Lo recuperado incluía veintitrés joyas (collares, pulseras, pendientes, hebillas, anillos, colgantes, algunos de los cuales estaban hechos con monedas), diversas piezas de plata (un candelabro, dos cucharas, un lingote), y 472 monedas, de las cuales veinticinco eran grandes medallones de oro acuñados por los tetrarcas o por Constantino I. Las imágenes de un ejemplo acompañan esta entrada. Los medallones fueron acuñados en las cecas de Tréveris y Roma, y quien los enterró los había recibido seguramente como regalos de los emperadores entre los años 285 y el 310 d. C., por lo que es probable que se tratara de un oficial de alto rango del ejército imperial. El hecho de que monedas y medallones fueran atesoradas durante un largo período de tiempo en conjunto con otros elementos de oro y plata demuestra claramente que todo objeto de esos metales podía servir como un lingote.

martes, 22 de enero de 2013

Mi artículo para OMNI


Tras varios días de intenso trabajo, finalmente, he terminado mi artículo para la revista OMNI. Estoy contento con el resultado y quería compartir con ustedes su título y el resumen de su contenido:

Título: Los contorniatos: características, función e importancia

Resumen: Mi objetivo en el presente trabajo es, en primer lugar, ofrecer una breve introducción general a los medallones tardorromanos conocidos como contorniatos que facilite al lector de habla hispana el acceso a los aportes de la investigación especializada. En segundo lugar, esa revisión general de los aportes sobre el tema es el punto de partida para presentar una nueva hipótesis sobre las múltiples funciones que este tipo de piezas habrían desempeñado. Finalmente, pretendo esbozar, a modo de conclusión, algunas posibilidades abiertas por los contorniatos para la investigación del Bajo Imperio Romano.

Desde ya que agradezco a Carlos Alajarín Cascales, Director Adjunto de OMNI, por la invitación a participar de la revista, y también por la paciencia y buena predisposición con que esperó mi entrega. La imagen que encabeza esta entrada es una de las incluidas en el trabajo. Se ha debatido mucho sobre qué es lo que vemos en la escena del reverso, ¿qué pensáis vosotros?

Eso sí, si queréis conocer mi opinión, tendréis que esperar a poder leer el artículo.

viernes, 18 de enero de 2013

¿Qué son los contorniatos?




Los que seguís este blogs ya debéis saber que estoy terminando un trabajo sobre los contorniatos para la revista de numismática OMNI. Ya había presentado en otras entradas este tipo de piezas, pero ahora  me he percatado de ciertas deficiencias y me he decidido a ofrecer una descripción general introductoria más precisa.


Se designa habitualmente como “contorniatos” a cierto tipo de medallones pseudo-monetarios producidos en Roma durante los siglos IV y V d.C. de tamaño semejante a un sestercio. El nombre “contorniato” es una designación moderna que encontramos ya en estudios numismáticos del siglo XVI y que proviene de la palabra italiana “contorno”. Con este término, se hace referencia a la grafila, es decir, a la delgada línea hundida que marca el borde del anverso y el reverso y que es la principal característica distintiva de estas piezas.

Un segundo rasgo distintivo, es que los cospeles de casi todos los contorniatos tienen sus bordes ligeramente elevados, efecto que se obtenía martillando el canto del cospel. La grafila se encuentra, generalmente, grabada sobre la cara interna de ese borde. Es evidente que esta incisión se realizaba una vez que la pieza había sido acuñada, pues en algunos casos puede verse que la misma corta las letras de la leyendas. La factura de los contorniatos se distingue, finalmente, también por el escaso relieve de sus motivos y la delgadez de los cospeles utilizados.

Además de este peculiar formato, los contorniatos comparten muchos otros singulares atributos. Son típicamente de bronce, aunque se conservan también algunos de latón y otras aleaciones. La gran mayoría fueron acuñados de manera semejante a las monedas de la época, pero se conocen ejemplares fundidos y otros que han sido directamente grabados en el cospel. Todos los motivos representados comparten, finalmente un estilo semejante de factura algo torpe, abundando los errores ortográficos en sus leyendas. Es común también, encontrar monogramas grabados en sus caras.

Los motivos representados son muy variados y no parece haber una conexión clara entre los de anverso y reverso, por lo menos no una reconocible hoy en día. Sin embargo, el gran denominador común son representaciones ligadas a los grandes juegos romanos, sobre todo a las carreras de carros en el circo máximo y a temas teatrales.

Los especialistas han formulado las más diversas explicaciones sobre cuál era su función y en mi trabajo presentaré una revisión de todas las teorías más importantes junto con un par de humildes hipótesis propias. ¡Espero haber despertado vuestra curiosidad!

martes, 15 de enero de 2013

Francesco Gnecchi y los medallones romanos


He pasado las últimas semanas gozando de unas vacaciones, por lo que el ritmo de publicación en el blog ha sido algo menos intenso de lo habitual. Ahora estoy dando los últimos toques a mi artículo sobre los contorniatos para la revista numismática OMNI y ocupado intensivamente con las obras del gran numismático italiano –experto en medallones romanos- Francesco Gnecchi, por lo que me pareció oportuno dedicar una entrada a su vida y obra.

Empresario, pintos y coleccionista

Francesco Gnecchi nació en el año 1847 en el seno de una acaudalada familia de empresarios textiles especializados en la producción de seda. Estudió derecho en la universidad de Pavía pero, tras obtener su título, se dedicó a atender los negocios familiares, actividad que combinaba con la pintura, produciendo, sobre todo, obras de tipo paisajístico, como lo ilustra el siguiente ejemplo.


Gnecchi comenzó coleccionar monedas romanas a partir de 1870 y, en pocos años, su colección creció hasta transformarse en una base para sus primeros estudios, una serie de folletos publicados en conjunto con su hermano Ercole Gnecchi. Junto con este último y otros entusiastas, Francesco participó en 1888 de la fundación de la Rivista Italiana di Numismatica, dirigida inicialmente por Solón Ambrosoli y, más tarde, por él y su hermano. En sus páginas publicaría importantes aportes a muchos campos de la numismática romana. Esta revista sigue apareciendo en forma ininterrumpida desde ese año y es hoy una de las más prestigiosas de esta especialidad (podéis consultar sus primeros números en este sitio). En 1892, Gnecchi fue, además, uno de los socios fundadores de la Sociedad Numismática Italiana, que todavía conserva su sede en Milán y lleva adelante la edición de la revista.

La rigurosidad y calidad de los trabajos de Francesco le valieron un rápido reconocimiento internacional y en 1906 fue galardonado con la medalla de la Real Sociedad Numismática de Londres.


Su gran aporte, el estudio de los medallones romanos

Desde muy temprano, Gnecchi comenzó a interesarse particularmente por los medallones romanos, en los que concentró sus esfuerzos como coleccionista y numismático. Fruto de este interés, aparecería en el año 1912 su obra más importante, I medaglioni romani, dividida en tres volúmenes (el segundo y el tercero con dos partes cada uno). A pesar de haber cumplido ya un siglo, este trabajo sigue siendo fuente de consulta y de referencia imprescindible para este tipo de piezas. Lamentablemente, aunque se encuentra en el dominio público desde hace décadas, no se encuentra disponible online en forma completa, sólo se han digitalizado dos partes incluidas en el sitio archive.org.


Francesco falleció en el año 1919. Había seguido comprando monedas hasta sus últimos días, llegando a reunir unas 20.000 piezas en total, de todos los períodos de la historia de Roma, pero especialmente rica en medallones. Una de sus piezas más notables era el magnífico “medallón de Senigallia” (imagen sobre este párrafo) el único retrato conocido del rey ostrogodo Tedorico, que había sido descubierto en 1894 y comprado por los Gnecchi. Afortunadamente, el singular valor de su colección fue reconocido y el estado italiano la adquirió a sus herederos en el año 1923 para que formara parte del Museo Nazionale Romano en el Palazzo Massimo alle Terme, donde todavía hoy en día muchas de sus piezas forman parte de la exposición permanente.

miércoles, 9 de enero de 2013

Numismática en Youtube



Es indiscutible que el sitio de vídeo online Youtube.com está cambiando en forma irreversible el negocio del entretenimiento y desplazando de manera creciente a los medios tradicionales. Menos conocido, es el hecho de que también está transformando en forma drástica al mundo de la educación, siendo cada vez más las instituciones que aprovechan la tecnología de esta página para hacer accesibles sus  oferta formativa de todos los temas a un público mundial. La oferta en temas de numismática es reducida en comparación con otras disciplinas, sin embargo, encontramos cada vez más vídeos instructivos sobre este tema en Youtube.


Un ejemplo es la Universidad de Warwick en Inglaterra, que ha producido para su canal de Youtube una serie de breves vídeos de numismática antigua en los que el profesor Kevin Butcher analiza algunas piezas de especial importancia e interés histórico. Butcher es un reconocido especialista (podéis ver su CV en su página personal), autor, entre otros estudios de Coinage in Roman Syria, publicado por la Royal Numismatic Society. Os dejo un par de ejemplos de sus pequeños comentarios (hay muchos otros) que, por supuesto, están en inglés.

Encontramos otro ejemplo -con menos producción- en el canal de la Universidad de Richmond en los EE.UU., la exposición de una joven tesista sobre la permamnencia de motivos paganos en las monedas de los emperadores bizantinos:



Para los que no se sienten cómodos con el inglés, aquí os dejo un ejemplo en lengua castellana, la filmación de una interesante conferencia de Ana Vico Belmonte con una introducción general a la numismática antigua.

sábado, 5 de enero de 2013

Una reflexión personal sobre el destino de la colección Huntington


Monedas visigodas de la colección Huntington

En mi última entrada, trataba de uno de los eventos numismáticos del año pasado, la subasta de la colección Próspero. Sin duda, el otro gran hito del 2012 fue lo sucedido con la colección Huntington que, con tantas idas y vueltas, pareció casi una novela. Creo que lo sucedido merece, por lo menos, una reflexión crítica.

En primer lugar, fue –en mi opinión- un escándalo que la Hispanic Society se decidiera a vender esta colección en contra del expreso deseo testamentario de Archer M. Huntington de que la misma fuera preservada unida para la investigación. Cuando, finalmente, Sotheby’s realizó la subasta en bloque de la colección en marzo pasado, la misma fue adquirida por un consorcio de inversores -cuya composición exacta sigue siendo hoy desconocida- para desmembrarla en una serie de subastas en distintos países. El precio de venta no fue informado pero, de acuerdo a trascendidos, habría rondado los 25 millones de dólares, muy por debajo de una estimación conservadora del valor total de la colección que superaría los 40. En suma, un excelente negocio para los compradores y uno pésimo para la Hispanic Society, que perdió una colección única y mucho prestigio para obtener un magro resultado económico.

Es cierto que la Hispanic Society ha sido mal manejada por décadas (aquí podéis leer un elocuente artículo del New York Times al respecto) y que nunca aprovechó la colección numismática de Huntington ni la incluyó en sus exposiciones. Sin embargo, los esfuerzos de la dirección actual por financiar la remodelación y expansión de su sede liquidando a mal precio parte del legado de su fundador no representan, en mi opinión, un avance en la dirección correcta para salir de esa situación.
 Archer M. Huntington

Afortunadamente, la American Numismatic Society (ANS) logró, gracias a la ayuda de un generoso mecenas, recuperar del consorcio poco más de la mitad del total de la colección (algo más de 19.000 piezas, incluyendo las secciones de mayor interés, como las de moneda visigoda y de la España musulmana), para sumarla a su propia colección. El mecenas irá donando paulatinamente año por año la colección a la ANS para deducir el monto de sus impuestos, por lo que el costo final de la operación correrá a cuenta de los contribuyentes norteamericanos. Archer M. Huntington, quien fue un gran benefactor de la ANS, creo que aprobaría este resultado.

De las monedas que quedaron en manos del consorcio, ya se han vendido cerca de 8.000 en una decena de subastas, las más importantes, las organizadas por Jesús Vico, que incluyeron una de las piezas más atractivas, los 10 excelentes de los reyes católicos, que alcanzaron los 450.000 euros. Otra porción muy interesante fueron las monedas romanas de oro subastadas por Ars Classica. De la pieza emblema de la colección, los 50 excelentes de los reyes católicos, todavía no hay noticias.

Sé que muchos coleccionistas han visto con desagrado que la ANS recuperara las mejores partes del conjunto. No puedo compartir esa opinión, la ANS es una institución ejemplar que lleva adelante una política de investigación impecable produciendo numerosas publicaciones y proyectos tan beneficiosos como los catálogos MANTIS y OCRE. Hubiera sido deseable, por lo tanto, que toda la colección hubiera quedado en sus manos, donde su estudio hubiera sido mucho más sencillo. Quien quiera formarse una idea sobre la parte que está siendo dispersada tendrá, por el contrario, que rastrear las piezas entre decenas de catálogos de subastas de diferentes países.

Que una colección con el tiempo se disperse es lo normal y hasta lo deseable para que el mercado numismático pueda subsistir. Sin embargo, no debería aceptarse que una institución se desprenda de bienes que le han sido legados para la investigación.