jueves, 28 de febrero de 2013

Los medallones romanos de César a Adriano


Acaba de llegar a mis manos la segunda edición del libro de Peter Franz Mittag, Romische Medaillons: Caesar bis Hadrian (Los medallones romanos. César a Adriano), que presenta un estudio detallado y un catálogo sistemático de todos los medallones tempranos del Imperio Romano.

Quien dice "Medallones romanos" piensa, sin duda, primero en el clásico trabajo de Francesco Gnecchi. Mittag no ofrece un estudio general tan amplio como el del gran numismático italiano. Se concentra sólo en el período clave en el que se produce el gradual desarrollo de los medallones como género numismático independiente, un proceso que se completa con Adriano, el primer emperador en acuñar este tipo de piezas con las características típicas que se mantendrán en las épocas sucesivas. El menor horizonte temporal le permite un análisis más profundo de cada una de los ejemplares incluidos, lo que es una de las características más interesantes del libro.

Mittag dedica a la descripción de los medallones de César Trajano sólo 20 páginas (23-42), dado que se trata de pocos ejemplares (ninguno de estos emperadores produjo más de 20 piezas que puedan considerarse con seguridad como medallones). Mittag identifica, por el contrario 136 medallones de Adriano y su estudio constituye el verdadero núcleo de la obra.

Las fronteras que separan a los medallones de las monedas no son siempre claras y ello es particularmente frecuente en el período analizado por Mittag en esta obra, en el que no existe todavía un género de medallones con características uniformes y el nivel de experimentación en la ceca de Roma es considerable. Mittag utiliza de forma convincente los siguientes criterios generales: 1) Gran peso y tamaño que no se corresponde con ninguna denominación vigente 2) Un estilo y un nivel de calidad poco comunes 3) Ausencia de desgaste como prueba de que la pieza no ha circulado como moneda.

En líneas generales, esta edición (producida tan sólo dos años después de la primera) salva algunos errores y omisiones de la precedente y será, con seguridad, por mucho tiempo, la obra de referencia estándar para estos medallones. Pienso en el futuro dedicar una serie de entradas a discutir en más detalle sus argumentos.

martes, 26 de febrero de 2013

La reforma monetaria de Diocleciano 5° parte


Fragmento del Edicto de precios máximos de Diocleciano. Como puede verse, es una lista de productos con sus precios estipulados en denarios comunes

Aquí os dejo la quinta y última parte de la serie sobre la reforma monetaria de Diocleciano, en la que culmino tratando las medidas adoptadas por el gobierno para controlar la inflación generada por la introducción del nuevo sistema (aquí podéis encontrar la primera, segunda, tercera y cuarta partes).

Como vimos en la última parte de esta serie, la aplicación de la reforma monetaria de Diocleciano generó un fuerte incremento de la inflación en el Imperio Romano. Es decir, produjo un efecto totalmente contrario al pretendido. El gobierno reaccionó de la única forma en que sabía hacerlo, intentando imponer por fuerza de ley una solución. En enero del 300 d.C. fueron así, según la interpretación más aceptada, retarifadas las monedas del sistema, pasando el nummus de 5 a valer 12,5 denarii communes y el argenteus de 25 a 50. El valor del oro parece no haber sido modificado, pero como el mismo había perdido su verdadera condición monetaria para transformarse en un bien negociable, estaba sujeto a fuertes presiones inflacionarias y era percibido como la mejor reserva de valor.

Semejante incremento nominal del dinero circulante sin ningún cambio real en el número o la calidad de las monedas disponibles fue seguida, como era de esperar, por una casi inmediata readecuación, en la misma proporción, del precio de los bienes.

Una segunda reacción del gobierno fue el famoso Edicto de pretiis rerum venalium (edicto sobre los precios de los bienes comerciales) sancionado en el 301 d.C., que intentaba fijar, bajo pena de muerte, valores máximos para todo tipo de bienes y servicios, expresados en denarii communes. Otro fracaso estrepitoso. La medida tuvo que ser retirada, según reporta Lactancio, porque los comerciantes retiraron todos sus bienes del marcado. En septiembre del 301, los tetrarcas emitieron un segundo edicto doblando el valor de todas las denominaciones por encima de un denarius communis, pero preservando las tasas de conversión entre las distintas monedas. Una copia del edicto se ha conservado de manera fragmentaria en la ciudad de Afrodisias, en Asia menor.

El público había aprendido a reaccionar frente a medidas de este tipo y la readecuación de los precios fue casi inmediata. El mismo gobierno daba el ejemplo al doblar inmediatamente tras la sanción del edicto el sueldo de todos los funcionarios.

El sistema monetario de Diocleciano produjo, entonces, a fin de cuentas, un resultado completamente opuesto al pretendido, inflación y desconfianza en los medios de pago. Su política no generó, sin embargo, tal como a veces se señala, una desmonetización de la economía y un regreso al trueque como forma privilegiada de intercambio. Todo lo contrario, la reforma tuvo éxito en unificar a todo el mundo romano en un único sistema monetario y en hacer de la moneda el medio de pago habitual para todo tipo de transacciones.

Diocleciano generó de manera involuntaria las bases de lo que sería el régimen monetario del Bajo Imperio Romano, pues dio nacimiento a un sistema dual basado, por una parte, en piezas de oro utilizadas como lingote y valoradas según el precio del metal en el mercado, y, por otra, monedas de vellón bajo cuya calidad y valor se deterioraban permanentemente, generando fuertes presiones inflacionarias que perjudicaban, sobre todo, a los estratos inferiores de la sociedad.

viernes, 22 de febrero de 2013

La moneda más valiosa del mundo ¿Cómo se explica su valor?


moneda más valiosa del mundo

Hace unas semanas escribía aquí sobre el nuevo récord de valor para lasubasta de una moneda alcanzado por un dólar de plata “flowing-hair” de 1794, 10 millones de dólares. Hace unos días leía un excelente artículo de Donn Pearlman en Numimaster que revela la historia de esta moneda y todo el trabajo de investigación numismático y de marketing que hizo posible que su valor alcanzara esa cifra excepcional. El punto de vista de Pearlman es especialmente interesante al haber él desempeñado un papel central como asesor experto para distintos dueños de la moneda. Las lecciones del caso se aplican también a las monedas antiguas y por ello quería compartir con vosotros los detalles del caso y algunas reflexiones generales.

De récord a récord


Este ejemplar de dólar de plata es considerado desde hace muchas décadas uno de los mejores en existencia y tienen un espectacular pedigrí de notables dueños y subastas. En las primeras décadas del siglo XX, formó parte de la mítica colección numismática de Edward “Colonel” Green. En 1947, fue subastada como parte de la colección de Will W. Neil, cuando alcanzó 1250 dólares. En 1984, fue nuevamente subastada por 264.000 dólares. Para 1986, su valor había bajado a 209.000. En 2002, Steven J. Contursi de Rare Coin Wholesalers adquirió la moneda por $ 2,5 millones, en una transacción privada. Contursi la vendió en mayo de 2010 por un récord de 7.850.000. En enero pasado superó su marca al alcanzar poco más de 10 millones.


Investigación y marketing


Ya en la descripción de la pieza para la subasta de 1984 se afirmaba que era un gemelo del dólar de cobre (que se encuentra ahora en la colección del Smithsonian Museum) acuñado como prueba antes de iniciar la producción de los primeros dólares norteamericanos. El papel de Steven Contursi fue central, pues bajo su iniciativa se emprendieron una serie de investigaciones que reforzaron la idea de que esta moneda podría ser el mismísimo primer dólar acuñado en los Estados Unidos.

moneda más valiosa del mundo

En 2003 y 2004 hizo que la moneda fuera retirada de su cápsula plástica para ser examinada por una docena de expertos que ratificaron su estatus como el ejemplar mejor conservado en existencia y, muy probablemente, una temprana acuñación de prueba. En 2003 la moneda fue llevada al Smithsonian para ser comparada con la prueba en cobre y no fue posible detectar ninguna diferencia en el estado de los cuños. No conforme con ello, Contursi reclutó a algunos de los más afamados expertos numismáticos norteamericanos para que estudiaran la pieza y certificaran que se trataba del estado más temprano del cuño atestiguado.

Por supuesto, es imposible probar científicamente que esta moneda fue verdaderamente la primera en salir de la prensa. La certeza sólo llega hasta afirmar que en el momento de su producción los cuños no parecen haber sufrido ningún desgaste. El resto es, en mi opinión, solo una hábil estrategia de marketing que presenta los resultados de las investigaciones realizadas de la manera en que puede atraerse más atención de los medios y el público. Contursi hizo este trabajo de manera excepcional, organizando exposiciones de la pieza en diversas convenciones numismáticas, conferencias de prensa con importantes medios masivos y destacando en todas partes el carácter de tesoro histórico de la pieza, ¡comparable –según sus palabras- con la misma declaración de independencia norteamericana!

El éxito de esta estrategia está a la vista y, en mi opinión, prueba claramente un punto: el enorme valor agregado que genera la investigación numismática e histórica de una pieza.

martes, 19 de febrero de 2013

La reforma monetaria de Diocleciano 4° parte – El impacto económico



Esta es la cuarta entrega de la serie sobre la reforma monetaria de Diocleciano, en la que trato sobre las consecuencias económicas que generó la puesta en marcha del nuevo sistema, una espiral inflacionaria. En la próxima entrega analizaré las medidas que se tomaron para combatir la suba de precios (podéis leer aquí la primera, segunda y tercera parte)

Impacto: espiral inflacionaria


Como vimos en las anteriores entregas de esta serie, el nuevo sistema monetario creado por la tetrarquía fue implementado con gran rapidez, logrando producir en tan sólo unos pocos años las monedas necesarias para abastecer a todo el mundo romano con el nuevo circulante. Sin embargo, a pesar de estos logros indiscutibles, terminó conduciendo a un rotundo fracaso. Si dos de los objetivos primordiales de la reforma eran la reducción de la inflación y la recuperación de la confianza en la moneda, los resultados obtenidos fueron todo lo contrario, una fuerte suba de precios y un rechazo generalizado del nummus, la pieza central del nuevo sistema. ¿Cómo es posible que una moneda que representaba un progreso tan evidente en calidad de manufactura y en contenido de plata respecto de sus predecesoras no gozara de amplia aceptación entre el público? Hay dos factores claves que lo explican.

En primer lugar, es importante considerar que mientras el áureo y el argenteus contaban con un fuerte respaldo para su valor en su contenido metálico, el nummus había sido tarifado muy por encima del valor correspondiente a su porcentaje de plata, lo que lo convertía prácticamente en una moneda fiduciaria. Como señala Alberto González García en un excelente estudio de la inflación en este período, la moneda del Imperio Romano nunca había sido una moneda fiduciaria. La diferencia entre el valor metálico y el valor monetario de todas las denominaciones acuñadas en el Imperio Romano se explica por el concepto del “señoraje”. Cito su clara explicación (pp. 124-125):

“Hemos de aclarar que el valor nominal de la moneda metálica es siempre superior al intrínseco. De no ser así, la acuñación sería antieconómica y no se produciría. Esta diferencia es el llamado señoraje, el ingreso bruto que recibe la autoridad emisora –en este caso el Estado romano–, con el cual cubre sus costes de acuñación y obtiene un beneficio que le incentiva a producir moneda.”

Las consecuencias de esta disparidad dentro del sistema monetario eran predecibles, el atesoramiento de las “monedas fuertes” y el intento de deshacerse rápidamente de la moneda sobrevaluada, la conducta prevista por la ley de Gresham. Un comportamiento, por otra parte, que tiende a generar inflación al impulsar a los consumidores a cambiar rápidamente la moneda fiduciaria por bienes de valor real, acelerando de esta forma la velocidad de los intercambios.

En segundo lugar, como argumenta Kenneth Harl, la enorme producción de nummi llevada a cabo para poner en marcha el sistema incrementó fuertemente la oferta monetaria que era tradicionalmente reducida en el mundo romano. El gobierno no tenía forma de conocer cuántas monedas serían necesarias para poner en funcionamiento el sistema y todo indica que su producción fue excesiva, pues vemos que muchas regiones que siempre habían padecido de una escasez crónica de circulante disponen, a partir de este período, abundantemente del mismo.

El incremento de la oferta monetaria frente a una oferta de bienes relativamente inelástica en una economía agraria con posibilidades de crecimiento limitados significó que había mucho más circulante disponible para adquirir básicamente los mismos bienes, lo que produjo una rápida y drástica suba de precios.

La reforma monetaria generó, entonces, a la vez una expansión de la oferta monetaria, un incremento en la velocidad de los intercambios, una pérdida de confianza generalizada en el valor de las monedas de vellón y un atesoramiento de las monedas de oro y plata. Una combinación explosiva cuyo resultado inevitable era una fuerte suba de precios.

viernes, 15 de febrero de 2013

La reforma monetaria de Diocleciano -3° parte


Aquí os dejo la tercera parte de la serie sobre la reforma monetaria de Diocleciano (podéis leer aquí la primera y la segunda), en la que me concentro en lo que implicó la puesta en funcionamiento del nuevo sistema monetario.


El primer sistema monetario en abarcar la totalidad del Imperio Romano


Diocleciano pretendía que el nuevo sistema fuera verdaderamente universal, desplazando a las acuñaciones locales que por siglos habían convivido con las monedas romanas. Para que este objetivo fuera alcanzable en la práctica, fueron necesarias dos medidas radicales: 1) la desmonetización de todo el circulante anterior a la reforma. 2) La producción de nuevas piezas en enormes cantidades en un plazo muy breve de tiempo. Se tuvo un éxito sorprendente en ambos puntos, coordinando el trabajo de un gran número de cecas distribuidas por todo el imperio con gran eficiencia. De esta forma, en tan sólo cinco años entre el 293 y el 297 d.C., Diocleciano y sus colegas impusieron el uso del primer sistema uniforme en el Imperio Romano, acabando incluso con el particularismo monetario de Egipto, vigente desde siglos.

Diocleciano modificó el sistema de cecas heredado de Aureliano y amplió su número de 10 a 16 (RIC VI, págs. 4-7). El nuevo esquema se correspondía con su reorganización de la administración civil mediante la creación de las diócesis (ver mapa más abajo). Ya con anterioridad, las cecas se encontraban organizadas en diferentes talleres (officinae) y desde el reinado de Filipo el árabe se había generalizado la práctica de señalar dentro de cada ceca con una letra griega el taller responsable de la producción de cada ejemplar. Durante la tetrarquía, las marcas de officinae se vuelven una norma ineludible para todas las cecas que cuentan con varios talleres, lo que permitía un mayor control de la producción.

Las cecas de la tetrarquía funcionaron con gran eficiencia y produjeron en pocos años cientos de millones de nummi, teniendo éxito no solamente en remplazar a todas las monedas previas, sino también abastecer a regiones que hasta ese período habían sufrido de una escasez crónica de circulante. Diocleciano y sus colegas lograron uno de los remplazos monetarios más efectivos de la historia.

Los nummi representaron también un notable incremento en la calidad. Sus cospeles son regulares y con un peso menos variable que las denominaciones anteriores. Las acuñaciones son bien centradas y de producción cuidada. La cobertura plateada es atractiva y uniforme.


La reforma en la iconografía


La reforma monetaria de la tetrarquía vino acompañada de una clara ruptura con la tradición iconográfica previa. Los retratos imperiales se vuelven ahora uniformes y esquemáticos, de tal modo que en ocasiones se hace difícil distinguir al tetrarca representado sin la ayuda de la leyenda. Se evidencia, además, una clara preferencia por el busto laureado y barbado hacia la derecha, con un gesto adusto y cabezas masivas de cabello corto muy semejantes a las representaciones estatuarias de la tetrarquía. Se trata, por otra parte, de un rasgo común a todas las manifestaciones iconográficas oficiales, y no de una característica privativa de la moneda. 

Los emperadores pierden sus rasgos individuales y se transforman en meros íconos genéricos, lo que se corresponde con la intención de Diocleciano de transformar esa posición en una institución completamente independiente de la persona que la ocupara. Las diferencias fundamentales en la representación de los tetrarcas derivan de la divinidad con la que cada pareja Augusto / César es asociada, Júpiter o Hércules. Sólo en algunas cecas occidentales se producen retratos más variados con bustos acorazados o, incluso, con casco y lanza al hombro. Un tipo de retrato muy peculiar es el de los soberanos asociados a Hércules que aparecen representados con piel de león y, en algunos casos, con maza al hombro.


Con la reforma del 293, también los tipos de reverso se vuelven mucho más uniformes y se concentran en unos pocos motivos de aspiración universal que serán repetidos por todo el imperio. Algo más de variedad se encuentra solamente en las monedas de oro, en mi opinión, porque van dirigidas casi exclusivamente a un público de militares y funcionarios cuya lealtad el régimen debe conservar con especial cuidado y atención. De allí que encontremos representaciones más detalladas del programa ideológico en que se sustenta el principio de la colegialidad imperial. 

En las monedas de plata predominan fuertemente dos tipos de reverso, el que muestra a los tetrarcas realizando un sacrificio y la representación de la puerta de un campamento. En los nummi, a su vez, el tipo más usual es, por mucho, el genio del pueblo romano. En los radiados de vellón bajo aparecen Júpiter y el emperador, mientras que en los pequeños radiados de bronce lo hace Utilitas. El menor número de tipos de reverso debe, en mi opinión, también ser una consecuencia del gran volumen de producción necesario para establecer el nuevo sistema monetario, que implicaba una mayor estandarización de los procesos de acuñación en las cecas.

martes, 12 de febrero de 2013

Otras 7.000 monedas de la colección Huntington retornan a la American Numismatic Society


Hace unas pocas semanas reflexionaba críticamente en este blog sobre la compleja historia de la subasta y dispersión de la colección Huntington que, con tantas idas y vueltas, me parecía casi una novela. Pues bien, ahora se suma un capítulo más: a fines del pasado mes de enero la American Numismatic Society anunció que otro benefactor anónimo le cede en préstamo a largo plazo otras 7.291 piezas provenientes de esta misma colección. Si mis cálculos no me fallan, se trataría de la mayor parte las piezas que han sido subastadas hasta ahora.

El nuevo mecenas permanece anónimo, pero se informa que adquirió el grupo con la amable colaboración del Dr. Alain Baron, de la casa de subastas Numismatica Genevensis de Ginebra, Suiza. Regresan ahora a la ANS. 5.923 monedas de bronce y de plata de diversos países europeos (del período entre los años 1300 y1800) y 1.368 monedas antiguas de bronce de España de la época pre-romana. Sumado esto a los anteriores préstamos y donaciones de otro benefactor anónimo, la ANS ya cuenta con unas 26.500 monedas de las poco más de 38.000 de la colección original. Considero muy probable que muchas de las piezas que todavía no han sido subastadas terminen regresando a la ANS de manera semejante.

La ANS está haciendo, por otra parte, un uso ejemplar de las piezas recuperadas, que debería acallar, en mi opinión todas las voces críticas de quienes preferían ver las monedas de Huntington en manos de coleccionistas. Ha cedido piezas en préstamo para distintas exposiciones (como el denario de Bruto sobre la muerte de César que puede verse en el Metropolitan Museum) y está incorporando sus fotografías a sus buscadores digitales. Se encuentra, además, en preparación una gran exposición de las monedas más notables de la colección.

jueves, 7 de febrero de 2013

Las marcas de valor en los nummi de la tetrarquía



Mi última entrada de la serie sobre la reforma monetaria de Diocleciano ha generado un interesante debate en los comentarios en torno, entre otros puntos, a la interpretación de las marcas de valor XX y XXI en los nummi de la tetrarquía, cuya lectura os recomiendo. Me pareció oportuno, por lo tanto, presentar un tratamiento algo más extenso del tema.

Se trata, concretamente, de nummi acuñadas en Siscia y Alejandría que llevan las marcas XX y XXI, y de algunos ejemplares de Antioquía que llevan las letras K y V. La interpretación ha sido muy debatida por los especialistas y se han propuesto diversas hipótesis. A mi juicio, la más convincente es la propuesta por primera vez por C. V. H. Sutherland (JRS, 51, 1961,94-97) y desarrollada luego por Kenneth Harl (Marks of Value in Tetrarchic Nummi, Phoenix, 39, 1985, 263-270).

En los nummi encontramos las marcas XX y XXI (o XX.I). La presencia del punto indica que estamos ante una ecuación y que no se trata de un solo valor, es decir, que tenemos, señala Sutherland, una referencia a una equivalencia x = y. Para el gran numismático inglés la única forma de resolver esa equivalencia es 1 nummus = 20 sestercios. Ello es confirmado, según Harl, por los nummi de Antioquía, en los que la K sólo puede interpretarse como el numeral griego 20 y la V como el numeral latino 5. Ello sólo puede interpretarse como una referencia a que esa moneda valía 20 sestercios o, lo que es lo mismo, 5 denarios comunes.

Que el sestercio se utilice como moneda de cuenta en estas marcas de valor no debe sorprender. Recordemos que el mismo había existido como una moneda real hasta la década del 270. Más allá de esa fecha, siguió en uso como forma de expresar valores hasta bien entrado el reinado de Constantino, algo ampliamente atestiguado. Luego de esa fecha, la continua inflación hizo que fuera dejado de lado.

A principios del reinado de Constantino, encontramos, precisamente, algunos nummi que llevan la marca CI HS, es decir, 1 nummus es igual a 100 sestercios (un ejemplar en la imagen que encabeza esta entrada). La presencia de la abreviatura HS hace que no queden dudas sobre cómo interpretar estas letras y demuestran que los sestercios eran una moneda de cuenta común. Estas piezas prueban, además, el valor de 25 denarios comunes para el nummus tras la última reforma de su tarifa en el 301 d.C. 

martes, 5 de febrero de 2013

Francesco Gnecchi sobre las Congiaria



Hace algunos días, Alberto Cervera, uno de los foreros más activos de Denarios.org, tuvo la gentileza de enviarme su exquisita traducción de un pequeño tratado de Francesco Gnecchi -el gran numismático italiano del que tratara hace poco en esta página- sobre los tipos de las monedas de la Roma imperial, por lo que le agradezco mucho. A pesar de que ha transcurrido más de un siglo desde su composición, el pequeño libro conserva su frescura y sigue siendo una lectura útil e instructiva para quienes se introducen en el tema, y que no deja de ser placentera para quienes cuentan con más conocimientos.

Una traducción inglesa de esta obra se encuentra disponible online aquí. Os dejo una pequeña muestra de la traducción de Alberto, la discusión sobre el tipo de las congiaria:

Leyendas de este tipo: CONG AVG – CONG AVG I (o PRIMVM), II (o SECVND), III (o TERTIVM), IIII, VIII, CONG DAT POP (o P.R.) – CONG P. R. – LIBERALITAS (o LIB) AVG, II, III, IIII, V, VI, VII, VIII – LIBERALITAS AVGVSTOR – LARGITIO.

Es sabido que los momentos solemnes, como una elección, la ocasión de una gran victoria, o importantes aniversarios, tales como fiestas, juegos etc…, eran las mejores oportunidades que tenía el Emperador para ganarse el favor del populacho mediante donaciones de comida y dinero. Este era exactamente el fin para el que fueron diseñadas las congiaria. Los regalos eran hechos en especie, en monedas o en teseras equivalentes a una suma fija o a una cantidad fija de grano u otro producto. Esta distribución era efectuada o al menos inaugurada por el emperador en persona y es exactamente esta escena la que es representada en las monedas.


El tipo fue inaugurado por Nerón (un ejemplo encabeza esta entrada), pero más tarde, pese a que se mantuvo la misma representación asumió el título de Liberalitas desde tiempos de Adriano, y de Largitio en la época de los Constantinos. La palabra Congiarium aparece por última vez sobre un bronce de Septimio Severo. La escena está compuesta por el Emperador sentado sobre una plataforma acompañado por varios personajes en el acto de efectuar una distribución de pan y dinero al pueblo, a veces representado por uno o más individuos que ascienden las escaleras de la plataforma con la ayuda de Liberalitas, la cual preside todas la distribuciones. En el trasfondo se ve a veces la figura de minerva, quien introdujo el cultivo del olivo en el mundo.

Frecuentemente sucede que esta compleja representación sea sustituida por la figura solitaria de Liberalitas, quien, con sus emblemas de la tesera y la cornucopia, las reúne en una y representa el significado de la ceremonia. En cualquier caso, las monedas con estos tipos han sido identificadas con aquellas inicialmente atribuidas a Liberalitas, en la parte relativa a personificaciones alegóricas, dando lugar de este modo a una duplicación.

viernes, 1 de febrero de 2013

La moneda más valiosa del mundo: 10 millones por un dólar de plata de 1794


moneda más valiosa del mundo
Si bien las monedas norteamericanas no son el tema de este blog, no puedo dejar de mencionar que el pasado 24 de enero de 2012, la. casa Stack Bowers subastó un dólar de plata “cabello que fluye” (flowing hair) del año 1794 por la friolera de $ 10.016.875 (incluyendo la prima del comprador). Es el mayor precio obtenido jamás en subasta por una moneda. El record anterior lo tenía la misma casa en conjunción con Sotheby’s, al haber vendido en 2002 un Double Eagle de 1933 por la impresionante suma de $ 7.590.020.

Esta extraordinaria cifra fue, aparentemente, el resultado de una dura puja entre varios interesados, ya que esta moneda representa, según se afirma, el mejor ejemplar conocido de esta acuñación, con una gradación excelente, que, en opinión de varios expertos, hace pensar que se trata de la primera pieza producida en 1794, el año en que los dólares americanos de plata se emitieron por primera vez. Esta moneda sería, entonces, el primer dólar de la historia, un título que explica su valor
moneda más valiosa del mundo

La moneda fue adquirida por la casa numismática Legend Numismatics, y sus dueños afirmaron que estaban dispuestos a pagar todavía mucho más por hacerse de esta pieza, a la que no tienen intención de venderla por un buen tiempo. Sin duda, consideran que es una excelente inversión y que su valor subirá considerablemente con el paso del tiempo.

Creo que este record es un claro síntoma de la tendencia general del mercado numismático mundial que se hace extensiva al mercado más específico de las monedas griegas y romanas. Parece que, por el momento, el valor de las piezas más codiciadas no encuentra techo y no me sorprendería que este año viéramos otras subastas con valores espectaculares.