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sábado, 12 de enero de 2019

Las reformas de la moneda de vellón de Constantino y Licinio 318-321

Nummus, Augusta Treverorum, 318-319, 2,73 gr. Anverso: CONSTANTI IMP-NVS AVG, Busto acorazado y con yelmo adornado con laurel y lanza sobre hombro. Reverso: VICTORIAE LAETAE PRINC PERP / PTR, Dos Victorias con escudo en un altar VOT / PR. RIC VII 208A


Constantino y la reforma de la moneda de vellón


Tras la victoria en la primera guerra civil contra Licinio (el co-emperador que tenía a su cargo el Oriente), Constantino introduce en el 318 d.C. una reforma de la moneda de vellón bajo (una de muchas en su reinado), que reduce su estándar de peso a 108 piezas por libra, es decir, unos 3 gramos. 

Al mismo tiempo, sin embargo, se percibe una notable mejora en la calidad de su composición metálica (que se había deteriorado en los años anteriores), con porcentajes de plata que se ubican entre el 2 y el 4%. La mejora de la calidad puede relacionarse, sin duda, con la conquista en esa guerra por parte de Constantino de la región de Iliria, dotada de importantes recursos mineros. 

Nuevos tipos de anverso y reverso


En forma paralela a la reforma en los estándares de peso y pureza, se introduce un nuevo tipo de reverso con dos victorias sosteniendo un escudo (una clara alusión al triunfo reciente sobre Licinio) acompañadas de la leyenda VICTORIA LAETAE PRINC PERP. Este reverso se repetirá uniformemente en todas las cecas controladas por Constantino.

Los anversos exaltan el carácter guerrero del emperador representándolo con yelmo y coraza, en algunas ocasiones con lanza sobre el hombro. A partir de ese momento, la nueva moneda Victoriae Laetae desplaza completamente a las anteriores piezas de vellón de los tesoros monetarios, poniendo en evidencia que se percibe como una reserva de valor mucho más segura y quizás también un desmonetización del circulante de vellón anterior.


Nummus, Siscia, 319-320. 3,70 gr., Anverso: Busto acorazado y con yelmo adornado con laurel y lanza sobre hombro. Reverso: VICTORIAE LAETAE PRINC PERP / ΓSIS * Dos Victorias con escudo en un altar VOT / PR. RIC VII, 432

Si bien Victoria era una divinidad pagana, el motivo iconográfico de la victoria alada era antes una alusión convencional al éxito militar que una referencia con un significado religioso. De hecho, la introducción del tipo victoriae laetae marca la desaparición de las divinidades tradicionales de las monedas romanas y su remplazo por motivos genéricos que hacen referencia a virtudes y valores públicos o del emperador. Un desarrollo que no puede desconectarse de la conversión del emperador al cristianismo.

La reforma de las monedas de Licinio y su conexión con la reforma de Constantino


Poco después de su derrota a manos de Constantino, Licinio redujo a la mitad el valor nominal de sus propias monedas de vellón bajo. Sture Bolin y P. M. Bruun argumentaron que la introducción de la nueva pieza de Constantino vino acompañada de una idéntica disminución de su valor nominal a la mitad (es decir, a 12,5 denarios comunes o de cuenta), considerando como evidencia las marcas en las acuñaciones de Licinio de este período que explicitan ese valor y el papiro Rylands 607 con su referencia a una decisión de los emperadores por la que se reduciría a la mitad el valor nominal de las “monedas itálicas”. Sin embargo, parece difícil que la medida aplicada por Licinio en su territorio hubiera sido previamente implementada por Constantino en el suyo.


Nummus, Augusta Treverorum, AD 322, 2,87 gr. Anverso: CONSTANTINVS AVG busto derecho laureado, vestido con trabea, sosteniendo cetro con águila. Reverso: BEATA TRANQVILLITAS, globo en el altar inscrito VO / TIS / XX, tres estrellas del cielo, PTR • en exergo. RIC VII 342

La referencia en el papiro Rylands a una decisión de los emperadores (en plural) probablemente sólo refleja el hecho de que Licinio emitió el edicto estipulando la aplicación de esta medida también en nombre de Constantino, como era habitual. Por otra parte, sería difícil pensar que la mejora del contenido de plata de las piezas del tipo victoriae laetae pudiera haber ido acompañada de una disminución en el valor nominal de los mismos, pues ello habría hecho que la medida resultara extremadamente onerosa para el fisco, reduciendo considerablemente su capacidad de pago en un momento en que Constantino, por su política de reformas y por los preparativos para la campaña final contra Licinio, necesitaba expandir el gasto público.

La reforma de Licinio debe verse, en consecuencia, como una medida que refleja los problemas monetarios en los territorios bajo su control. Con toda probabilidad, se trata de un simple intento de aproximar la relación entre el valor nominal del nummus de vellón bajo y el valor nominal del áureo a la tasa de cambio real entre ambos tipos de monedas vigente de hecho en el mercado. 

La depreciación del nummus es un reflejo del creciente deterioro de las acuñaciones de Licinio tras la pérdida de los recursos metalíferos de Iliria tras la derrota en la primera guerra contra Constantino, cuyo contenido de plata se vuelve insignificante.

Nummus, Lugdunum, 321. 2,58 gr. Anverso: CONSTAN-TINVS AVG, busto laureado a la derecha. Reverso:VIRTVS EXERCIT, dos cautivos sentados en la base de estandare VOT / XX; PLC en exergo. RIC VII 113.

En el 320, los reversos de las monedas de vellón vuelven a diversificarse, haciendo su aparición los tipos VOTA, BEATA TRANQVILLITAS y VITVS EXERCITVS. El cambio iconográfico es acompañado de una considerable reducción en la proporción de plata, que cae la mitad hasta un 2%. El estándar, sin embargo, permanece inalterado en 108 por libra. Evidentemente, el costo de la reforma hizo que la misma no pudiera mantenerse en el tiempo.

jueves, 20 de septiembre de 2018

Tabla básica para identificar monedas del Imperio Romano

Tamaño relativo de las monedas del Imperio Romano
La entrada de hoy está orientada a aquellos que recién están comenzando con las monedas romanas y quieren comenzar a familiarizarse con las distintas denominaciones del período.

Una de las primeras cosas que el principiante debe aprender, es a identificar los tipos de monedas más comunes. Teniendo en cuenta algunas características específicas, es muy fácil distinguir las denominaciones más importantes del Imperio Romano. Por supuesto, los romanos introducirían variaciones en sus monedas a lo largo del tiempo y varias reformas cambiarían los pesos teóricos de las diversas piezas, como así también la pureza de sus aleaciones. Ello hace imposible hacer una tabla exacta que permita una identificación exacta a partir sólo del peso y el diámetro de una pieza. Lo mismo puede decirse de los tipos de retratos usados en los anversos y de los tipos de reverso, que son muy variables. A pesar de que algunos tipos específicos son los más comunes en una denominación, siempre hay excepciones.

La siguiente tabla sintetiza la información básica. Los tamaños relativos de las distintas denominaciones pueden compararse con facilidad en la imagen que encabeza esta entrada.

El fin de la misma es, insisto, ante todo didáctico, para facilitar al que se inicia dar los primeros pasos en el tema hasta adquirir por la práctica la capacidad de identificar rápidamente y sin duda, primero las denominaciones, y luego los períodos y los emperadores y motivos representados.

Denomiación     
Peso
Diámetro
Metal
Anverso
Reverso
Áureo
aprox. 6,5 - 8,0 gr.
aprox. 20mm
oro
Emperador laureado o con la cabeza   descubierta. También miembros de la familia imperial.
motivos variados
Sólido
Aprox. 4,5 gr.
Aprox. 20mm
Oro
El motivo más   frecuente es el busto del emperador hacia la derecha con diadema, coraza y manto.
Otro motivo común es el busto frontal del emperador con yelmo y coraza, que se vuelve predominante desde el reino de Arcadio.
Motivos variados
Denario
aprox. 2,3 - 4,0 G
aprox. 18mm
Plata
Emperador laureado o con la cabeza   descubierta. También miembros de la familia imperial.
motivos variados
Sestercio
aprox. 15 - 28g
aprox. 30-34 mm
Latón o bronce
Emperador laureado o con la cabeza   descubierta. También miembros de la familia imperial.
Incluye en la mayoría de los casos las letras S C, aunque no siempre
Dupondio
aprox. 5 - 14 g
aprox. 29mm
Latón
Generalmente Emperador con corona de rayos (es norma uniforme desde el reinado de Vespasiano). También miembros de la familia imperial. Algunos dupondios tempranos muy famosos no presentan retrato
Incluye en la mayoría de los casos las letras S C, aunque no siempre
As
aprox. 5 - 14 g
aprox. 27mm
aleación de cobre
Emperador laureado o con la cabeza   descubierta.
Incluye en la mayoría de los casos las letras S C, aunque no siempre
Antoniniano
Es introducido con un peso de entre 5,3 y 4,5 g pero decae con el tiempo
Aprox. 21mm, con tendencia a la reducción con el paso del tiempo
Aleación con cantidad cada vez menor de plata hasta llegar a un vellón bajo con contenido insignificante de la misma
Busto del emperador con corona de rayos. También miembros de la familia imperial.
Motivos variados
Siliqua
Introducida con un peso de 3,4 g., pronto baja
Aprox. 18mm.
Plata
El motivo más   frecuente es el busto del emperador hacia la derecha con diadema, coraza y manto.
Motivos variados
Follis
Introducida con un peso de entre 10 y 12 g que pronto declina
Aprox. 26mm.
Vellón bajo
El motivo más frecuente es el busto de los emperadores con corona de laureles y coraza y/o manto.
Motivos variados
AE 1, 2, 3 y 4
Peso variable
Se las clasifica por su diámetro de la siguiente manera:
AE1 = más de 25 mm; AE2 = 21-25 mm; AE3   = 17-21 mm; AE4 = menos de 17 mm
Vellón bajo
Retrato del emperador
Motivos variados

martes, 19 de febrero de 2013

La reforma monetaria de Diocleciano 4° parte – El impacto económico



Esta es la cuarta entrega de la serie sobre la reforma monetaria de Diocleciano, en la que trato sobre las consecuencias económicas que generó la puesta en marcha del nuevo sistema, una espiral inflacionaria. En la próxima entrega analizaré las medidas que se tomaron para combatir la suba de precios (podéis leer aquí la primera, segunda y tercera parte)

Impacto: espiral inflacionaria


Como vimos en las anteriores entregas de esta serie, el nuevo sistema monetario creado por la tetrarquía fue implementado con gran rapidez, logrando producir en tan sólo unos pocos años las monedas necesarias para abastecer a todo el mundo romano con el nuevo circulante. Sin embargo, a pesar de estos logros indiscutibles, terminó conduciendo a un rotundo fracaso. Si dos de los objetivos primordiales de la reforma eran la reducción de la inflación y la recuperación de la confianza en la moneda, los resultados obtenidos fueron todo lo contrario, una fuerte suba de precios y un rechazo generalizado del nummus, la pieza central del nuevo sistema. ¿Cómo es posible que una moneda que representaba un progreso tan evidente en calidad de manufactura y en contenido de plata respecto de sus predecesoras no gozara de amplia aceptación entre el público? Hay dos factores claves que lo explican.

En primer lugar, es importante considerar que mientras el áureo y el argenteus contaban con un fuerte respaldo para su valor en su contenido metálico, el nummus había sido tarifado muy por encima del valor correspondiente a su porcentaje de plata, lo que lo convertía prácticamente en una moneda fiduciaria. Como señala Alberto González García en un excelente estudio de la inflación en este período, la moneda del Imperio Romano nunca había sido una moneda fiduciaria. La diferencia entre el valor metálico y el valor monetario de todas las denominaciones acuñadas en el Imperio Romano se explica por el concepto del “señoraje”. Cito su clara explicación (pp. 124-125):

“Hemos de aclarar que el valor nominal de la moneda metálica es siempre superior al intrínseco. De no ser así, la acuñación sería antieconómica y no se produciría. Esta diferencia es el llamado señoraje, el ingreso bruto que recibe la autoridad emisora –en este caso el Estado romano–, con el cual cubre sus costes de acuñación y obtiene un beneficio que le incentiva a producir moneda.”

Las consecuencias de esta disparidad dentro del sistema monetario eran predecibles, el atesoramiento de las “monedas fuertes” y el intento de deshacerse rápidamente de la moneda sobrevaluada, la conducta prevista por la ley de Gresham. Un comportamiento, por otra parte, que tiende a generar inflación al impulsar a los consumidores a cambiar rápidamente la moneda fiduciaria por bienes de valor real, acelerando de esta forma la velocidad de los intercambios.

En segundo lugar, como argumenta Kenneth Harl, la enorme producción de nummi llevada a cabo para poner en marcha el sistema incrementó fuertemente la oferta monetaria que era tradicionalmente reducida en el mundo romano. El gobierno no tenía forma de conocer cuántas monedas serían necesarias para poner en funcionamiento el sistema y todo indica que su producción fue excesiva, pues vemos que muchas regiones que siempre habían padecido de una escasez crónica de circulante disponen, a partir de este período, abundantemente del mismo.

El incremento de la oferta monetaria frente a una oferta de bienes relativamente inelástica en una economía agraria con posibilidades de crecimiento limitados significó que había mucho más circulante disponible para adquirir básicamente los mismos bienes, lo que produjo una rápida y drástica suba de precios.

La reforma monetaria generó, entonces, a la vez una expansión de la oferta monetaria, un incremento en la velocidad de los intercambios, una pérdida de confianza generalizada en el valor de las monedas de vellón y un atesoramiento de las monedas de oro y plata. Una combinación explosiva cuyo resultado inevitable era una fuerte suba de precios.

jueves, 7 de febrero de 2013

Las marcas de valor en los nummi de la tetrarquía



Mi última entrada de la serie sobre la reforma monetaria de Diocleciano ha generado un interesante debate en los comentarios en torno, entre otros puntos, a la interpretación de las marcas de valor XX y XXI en los nummi de la tetrarquía, cuya lectura os recomiendo. Me pareció oportuno, por lo tanto, presentar un tratamiento algo más extenso del tema.

Se trata, concretamente, de nummi acuñadas en Siscia y Alejandría que llevan las marcas XX y XXI, y de algunos ejemplares de Antioquía que llevan las letras K y V. La interpretación ha sido muy debatida por los especialistas y se han propuesto diversas hipótesis. A mi juicio, la más convincente es la propuesta por primera vez por C. V. H. Sutherland (JRS, 51, 1961,94-97) y desarrollada luego por Kenneth Harl (Marks of Value in Tetrarchic Nummi, Phoenix, 39, 1985, 263-270).

En los nummi encontramos las marcas XX y XXI (o XX.I). La presencia del punto indica que estamos ante una ecuación y que no se trata de un solo valor, es decir, que tenemos, señala Sutherland, una referencia a una equivalencia x = y. Para el gran numismático inglés la única forma de resolver esa equivalencia es 1 nummus = 20 sestercios. Ello es confirmado, según Harl, por los nummi de Antioquía, en los que la K sólo puede interpretarse como el numeral griego 20 y la V como el numeral latino 5. Ello sólo puede interpretarse como una referencia a que esa moneda valía 20 sestercios o, lo que es lo mismo, 5 denarios comunes.

Que el sestercio se utilice como moneda de cuenta en estas marcas de valor no debe sorprender. Recordemos que el mismo había existido como una moneda real hasta la década del 270. Más allá de esa fecha, siguió en uso como forma de expresar valores hasta bien entrado el reinado de Constantino, algo ampliamente atestiguado. Luego de esa fecha, la continua inflación hizo que fuera dejado de lado.

A principios del reinado de Constantino, encontramos, precisamente, algunos nummi que llevan la marca CI HS, es decir, 1 nummus es igual a 100 sestercios (un ejemplar en la imagen que encabeza esta entrada). La presencia de la abreviatura HS hace que no queden dudas sobre cómo interpretar estas letras y demuestran que los sestercios eran una moneda de cuenta común. Estas piezas prueban, además, el valor de 25 denarios comunes para el nummus tras la última reforma de su tarifa en el 301 d.C. 

jueves, 31 de enero de 2013

La reforma monetaria de Diocleciano -2° parte

Las monedas introducidas en el 293 d.C. De izquierda a derecha: Nummus (follis), radiado post-reforma, laureado post-reforma y argenteus.

En la primera parte de esta serie vimos las medidas adoptadas por Diocleciano antes de la reforma completa del sistema monetario, es decir, su mejora en el estándar y calidad de las monedas de oro. En esta segunda parte, se analiza las nuevas denominaciones introducidas en el año 293 d.C.

La introducción del nuevo sistema en el 293 d.C.


En el año 293 d.C., con el nombramiento de Galerio y Constancio como césares, el sistema político de la tetrarquía quedaba definitivamente establecido y la velocidad de las reformas administrativas y fiscales comenzó a acelerarse. En este contexto, se emprendió una de las reformas monetarias más ambiciosas de la historia premoderna, que implicaba una ruptura radical con el sistema vigente. Desconocemos el momento exacto de su implementación, pero se llevó a cabo, sin duda, entre los años 293 y 294 d.C., prefiriendo los autores más recientes (como Keneth Harl o Richard Abdy) la fecha más temprana.

El objetivo general de la reforma era regresar a un sistema semejante al introducido durante el Alto Imperio por Nerón, es decir, una nostálgica vuelta a un pasado dorado.
Argenteus Diocleciano 297 - Antioquía RIC VI 37a

A los áureos reformados se sumó ahora una nueva moneda de plata acuñada con un peso de 1/96 de la libra romana (el número XCVI aparece en el reverso de algunas emisiones), es decir, unos 3,4 gramos, aunque la mayoría eran acuñados por debajo de su peso teórico. Era la primera pieza de plata pura en salir de las cecas romanas en un siglo y reproducía, de hecho, el estándar del denario de Nerón y también su ley del 95% de pureza. Parece que esta pieza era designada argenteus.

Nummus Diocleciano - Nicomedia -294 295 -RIC VI 27a

Las monedas de oro y plata fueron acompañadas por una serie de nuevas denominaciones de vellón. La más importante de todas era una pieza completamente original, acuñada a 1/30 de la libra romana, es decir unos 10,8 gramos y con un baño de plata que representaba entre un 5 y 4 % del peso total. Esta nueva pieza es normalmente designada como follis (por asimilación de la gran moneda de bronce introducida por la reforma monetaria del emperador bizantino Anastasio), pero probablemente era conocida simplemente como nummus, el término latino para moneda. El vocablo follis se refería, de hecho, en esta época a bolsas estándar de monedas, que contenían 125 piezas de plata y llevaban un sello certificando su contenido. Algo muy conveniente a la hora de intercambiar cifras elevadas.

Radiado post-reforma Diocleciano RIC VI 15a

El nummus sería producido en cantidades prodigiosas para convertirse en la columna vertebral del nuevo sistema. También se produjeron, aunque en mucho menor cantidad y calidad, dos piezas fraccionarias, que serían rápidamente discontinuadas: a) Una pequeña moneda acuñada a 1/100 de la libra romana (3,2 gramos) con busto radiado hecha de bronce pero con una delgada cobertura de plata del 1 al 1,25% de su peso, y b) una moneda de bronce con busto laureado acuñada en 1/200 de la libra romana (1,6 gramos). El valor de esta última pieza equivalía a un denarius communis (d.c.), la denominación tradicional del sistema romano que, por la inflación durante el siglo III, se había transformado en una moneda de cuenta sin un equivalente monetario concreto. El d.c. seguía siendo utilizado para expresar el valor de los bienes, como vemos claramente en el célebre edicto de precios máximos de Diocleciano, del que trataremos más adelante.

Es claro que todas las piezas del nuevo sistema monetario tenían tasas de cambio fijas estipuladas en d.c. (Sigo aquí a Kenneth Harl, Coinage in the Roman Economy, pág. 151)

Áureo = 600 d.c.
Quinario = 300 d.c.
Argenteus = 25 d.c.
Nummus = 5 d.c.
Radiado de vellón = 2 d.c.
Laureado de bronce = 1 d.c.

Que el nummus estaba tarifado en 5 d.c. es demostrado por piezas de Siscia y Alejandría que llevan la marca de valor XX y XXI, indicando que equivalían a 20 sestercios, es decir, 5 denarios. Algunos ejemplares de Antioquía llevan, además, las letras K y V indicando 20 sestercios y 5 denarios.

sábado, 11 de abril de 2009

El valor de un Follis bizantino del 580 d.C. (respuesta a Brian de Cuba)

Un lector me pregunta desde Cuba sobre el valor de un par de monedas antiguas. En esta entrada respondo sobre la primera de ellas, un follis bizantino del 580 d.C. La imagen que acompaña esta entrada no es la enviada por él, sino que se trata de un ejemplar semejante en mejor estado de conservación.

Antes que nada, es preciso hacer algunos comentarios generales. He tratado extensamente sobre la valuación de monedas antiguas en otra entrada de este blog, cuya lectura recomiendo a todos aquellos interesados en averiguar, por su propia cuenta, el precio aproximado de una moneda antigua. No es posible dar nunca una cotización exacta, la misma puede variar mucho de país a país o según quién sea el comprador, un coleccionista o un intermediario.

El caso de la moneda que nos ocupa es muy interesante desde el punto de vista histórico. Es una acuñación del emperador bizantino Tiberio II Constantino, quien reinó en Constantinopla entre el año 578 y el 582 d.C. Se trata de un medio follis (valor de 20 nummi, como lo indican las dos x en el reverso). En el anverso vemos el retrato del emperador visto de frente, como es típico en las monedas bizantinas (véase esta entrada sobre un importante antecedente).

El ejemplar aquí ilustrado se ofrece a la venta con un valor de 59 euros. El precio de tu ejemplar, Brian, sería menor, según lo que permite juzgar la imagen que enviaste sobre el estado de la pieza. Espero que el dato te sea de utilidad.